Negocios

Sergio Pasquali, toda una vida familiar entre surtidores.

Forma parte de una familia con larga tradición en el rubro de la comerciali­zación de combustibl­es en Córdoba. Las estrategia­s y las amenazas para mantener vigente la tradición por muchos años.

- Walter Giannoni wgiannoni@lavozdelin­terior.com.ar

Los Pasquali están en el negocio de la venta de combustibl­es desde 1938. Una rama de ese frondoso árbol está sostenida por Sergio Pasquali, quien, con la cuarta generación al lado, gestiona dos estaciones de servicio bajo la bandera de Shell. La última fue inaugurada con la presencia de las máximas autoridade­s de la compañía.

El rumbo del negocio, el trato con las petroleras y los desafíos que plantea la tecnología están en la visión de un empresario cuyo mundo es la playa de carga de combustibl­es. “Estaes una familia que está en el rubro desde hace casi 80 años. En nuestra rama llevamos 40 años. Estamos en las dos estaciones cuatro de los cinco integrante­s, sólo falta que venga mi hijo más chico, que todavía está en la universida­d”, dice.

–La cuarta generación ya administra.

–Sí. Totalmente. Mis abuelos, Julio Pasquali y Dora Damoli, comenzaron en 1939 con un almacén de ramos generales y un surtidor de Shell a manija en el Camino a 60 Cuadras. Mi padre luego se independiz­ó y alquiló una estación en la ruta 20, también Shell, pero en 1978 compró su primera estación propia, bajo la bandera de Esso, en Vélez Sársfield al 5000. Ahí comencé a trabajar yo, de chico. –Una vida con los surtidores. –No termina ahí. En 1998 levantamos una nueva boca al frente, también Esso. Y cinco años atrás largamos con este proyecto que inauguramo­s este año sobre la ruta E-53. Una Shell, con mis hijos.

–¿Alguna receta de los fundadores que haya cruzado las décadas?

–Cumplimien­to, sacrificio, trabajo y preparació­n. Mis chicos son profesiona­les y esa es la idea. Y además el gusto por el rubro. Lo queremos tanto que, pese a la cantidad de horas, lo hacemos con cariño.

–¿Sacrificio dijo?

–Sí, este es un rubro que demanda sacrificio. Las estaciones están abiertas todo el día, todos los días. Siempre debemos estar atentos a lo que sucede. Aun hoy, momento en el cual la tecnología hace un aporte significat­ivo para el trabajo. Antes era una actividad muy personal.

–¿Le tocó despachar alguna vez?

–Claro, y con mucho gusto. Incluso hoy, si llego y veo que el negocio lo requiere, no me cuesta ni a mí ni a mis hijos atender clientes, porque nos sentimos parte de esto y lo disfrutamo­s. Es más, somos amigos de muchos clientes. Controlar los lubricante­s, fraccionar­los, recibir camiones, verificar las cisternas, los surtidores, siempre fueron tareas habituales.

–¿Es verdad que cuando hay aumentos los precios se actualizan automática­mente desde la petrolera?

–En Shell no es así. Nos informan los precios sugeridos y con nuestros sistemas actualizam­os el surtidor. El negocio lo manejamos realmente como dueños, tanto en el stock de combustibl­es como con una política de precios acorde con la boca. Evaluamos valores de la competenci­a, la estrategia de marketing, y tomamos las decisiones.

–Si estaban en la zona sur de la ciudad, ¿por qué decidieron ir a la otra punta?

–Mis hijos hicieron un análisis de mercado, vimos la necesidad que existía sobre la ruta E-53. Se evaluó la cantidad de combustibl­es que se vende en la zona, número de estaciones y número de autos pasantes.

Claro que la amortizaci­ón de la inversión llevará mucho tiempo, pero nos ha sorprendid­o positivame­nte.

–Cada tanto escucho a expendedor­es que se quejan de la baja rentabilid­ad del rubro. ¿Usted cómo ve la situación?

–Es verdad. Hay negocios que no están funcionand­o bien, en algunos sectores geográfico­s hay mucha competenci­a. Los márgenes son realmente bajos y el secreto pasa por el servicio. Es una actividad que requiere mucha gente, de 18 a 23 personas entre combustibl­es líquidos, GNC y shop. Cuando no se consigue hacer volumen, explota este tipo de problemas. Como sector, estamos tratando de obtener alivio impositivo. –¿Cuánto impuesto hay en el precio de un litro de nafta?

–Un 57 por ciento. Estamos gestionand­o bajar algo Ingresos Brutos, que se lleva gran parte del margen, pero los procesos frente al sector público son lentos. Una estación factura mucho, pero la plata no es de ella, es de las petroleras y del Estado.

–¿Conviene más vender nafta o GNC?

–Es cíclico, como este país. Un año atrás, el GNC desaparecí­a. Ahora se recuperó, la gente volvió a creer en el GNC y apuesta a convertir los vehículos.

–¿Por qué en Buenos Aires el GNC no llega a 10 pesos el metro cúbico y acá roza los 12 pesos?

–Hay mucho costo de transporte, el producto en sí mismo, pero la distancia con las cuencas generan diferencia­s abismales en los costos. Ahora, tanto líquidos como GNC requieren un alto volumen de venta para ser rentables.

–¿Qué pasa en una estación cada vez que aumenta el combustibl­e?

–Hay una merma momentánea. La gente protesta, se la toma con uno, pero, a los siete a 10 días, la actividad se normaliza. La situación de la economía en el momento del aumento es central. Si funciona, se trario, recupera demora rápidament­e. un tiempo. De lo conacción

–¿Cuáles en las son ventas los márgenes corporati- de vas?

–Son pocos: plazos de pago y servicio. En otras épocas se podían garantizar cuotas de producto, pero hoy existe suficiente combustibl­e.

–Este tipo de bocas requiere que haya mucho movimiento de gente.

–Es lo que buscamos: convertirn­os en un polo de atracción de gente. Por eso continuamo­s estudiando el mercado, para ver qué otros servicios podemos incorporar.

–¿Por qué abrieron una Shell y convirtier­on la Esso a estamarca?

–Con Shell tenemos un trato muy simple, tranquilo, abierto al diálogo y a la inversión, a proyectos serios e importante­s. Por eso vino su presidente (Teófilo Lacroze) a inaugurar esta estación. Es una petrolera con muy buen capital humano y en eso coincidimo­s como empresa familiar. Nos sentimos alineados con esa política de trabajo.

–¿Cuánto representa en ventas un shop?

–No llega al 20 por ciento de la facturació­n total. Lo que más se venden son cigarrillo­s y café. El primero es un llamador y el negocio se enfoca más en la venta de café. Ahora, no es una unidad de negocios que nos atrape. Lo nuestro es el combustibl­e.

–¿Alguna vez le pusiste gasoil a un auto naftero?

–La famosa contaminac­ión. Sí, me ha pasado (ríe). De chico también tenía el deseo de conocer la planta de carga de San Lorenzo, así que por más de un año estuve andando en el camión con un chofer. Eso me permitió conocer mucho lo que uno hace. Es más, muy de chico tenía una escalerita para poder limpiar parabrisas.

–Esa es tu obsesión.

–Todos los días lo primero que miro es el servicio, la situación de la playa, la atención al cliente, la presentaci­ón del playero y el estado de los baños.

–Después va a la computador­a a ver los datos duros: ventas, bancos, pagos...

–Los chicos me informan de eso, a mí me gusta más lo operativo.

–¿Existen los controles fantasma de las petroleras?

–Sí, son los famosos mystery shopper. Cargan como un cliente más y sacan un informe desde el playero hasta el café, que la petrolera luego nos manda.

–¿Las promocione­s de las petroleras ayudan o complement­an?

–Sirven, la gente está muy metida con las promocione­s. Algunas ayudan más que otras, pero, en general, las tarjetas de puntos en las que los estacioner­os también ponemos nuestra parte empujan.

–¿Cómo ve el negocio para el futuro?

–La irrupción de los autos eléctricos genera incertidum­bre, pero, si queremos permanecer en el rubro, deberemos continuar con la adapta- ción y la mejora. Hay que reinventar­se, invertir y actualizar­se. Quien no piense de esta manera estará complicado.

–¿Pero cómo enfrentar ese cambio?

–Hay que ver qué sale. Es fundamenta­l tener predios grandes para brindar más cosas. Y la mentalidad abierta para el cambio. Si no es líquido, será eléctrico y habrá que invertir y transforma­r la estación a lo que los vehículos requieran.

–No creo que sea tan veloz.

–Coincido, pero el tiempo pasa rápido. Lo que uno cree que no va a llegar, llega.

ES VERDAD QUE HAY ESTACIONES QUE NO ESTÁN FUNCIONAND­O BIEN. EN ALGUNOS SECTORES GEOGRÁFICO­S HAY MUCHA COMPETENCI­A Y LOS MÁRGENES SON BAJOS.

 ?? (RAIMUNDO VIÑUELAS) ?? Inversión. Sergio Pasquali en la estación situada sobre la ruta E-53. Explorar nuevos sectores, necesidade­s del mercado y servicios es parte de su fórmula.
(RAIMUNDO VIÑUELAS) Inversión. Sergio Pasquali en la estación situada sobre la ruta E-53. Explorar nuevos sectores, necesidade­s del mercado y servicios es parte de su fórmula.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Sitio de encuentro. Con Gonzalo y Luisina, la cuarta generación de los Pasquali, que ya administra la empresa.
Sitio de encuentro. Con Gonzalo y Luisina, la cuarta generación de los Pasquali, que ya administra la empresa.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina