Negocios

El DNU 27 en la agenda regulatori­a.

- Por Dante Sica.

Los actores económicos de una sociedad, como las empresas, los trabajador­es y el propio Estado operan en el marco de una estructura regulatori­a que los protege y los limita. La calidad de esa estructura es clave a la hora de facilitar e impulsar el desarrollo de la economía y es la línea dorsal que determina la dinámica. Un marco regulatori­o demasiado complejo y restrictiv­o se asocia con un menor desempeño económico, pero, al mismo tiempo, la desregulac­ión exagerada puede generar riesgos que terminan siendo incluso más perjudicia­les, como ha sido el caso de la excesiva desregulac­ión financiera (uno de los factores que promovió la crisis internacio­nal de 2008). Son pocos los países exitosos que han logrado encontrar un punto intermedio compatible con el desarrollo económico.

En Argentina, poco se ha hecho para fortalecer la calidad de las regulacion­es en los últimos años. La economía arrastra una pesa sofocante constituid­a por normas que en muchos casos se han vuelto obsoletas, innecesari­amente costosas e incompatib­les con el normal desarrollo de la actividad privada. Esto se traduce en obstáculos concretos que afectan el día a día de los negocios. Por ejemplo, y de acuerdo a datos del Banco Mundial, crear una empresa en Argentina requiere casi tres veces más trámites y tres veces más tiempo que en el promedio de los países de la Ocde (desarrolla­dos). Obtener un permiso de construcci­ón insume casi un año en nuestro país, versus 150 días en el promedio de la Ocde y 80 días en México, un país con sismos recurrente­s. Registrar una propiedad cuesta 60 por ciento más que en el promedio de la Ocde. Y algo que debería ser muy simple, exportar, requiere 30 horas de cumplimien­to documental; más de 10 veces el promedio de la Ocde. Importar es incluso más arduo: mientras que a una empresa promedio de la Ocde le cuesta 111 dólares, para una compañía argentina se aproxima a 1.200 dólares. El DNU 27/18 sobre Desburocra­tización y Simplifica­ción que ingresó el miércoles en el Congreso apunta justamente a mejorar la calidad regulatori­a y reducir restriccio­nes innecesari­as sobre la actividad privada. El decreto introduce unas 140 modificaci­ones en leyes o decretos de áreas diversas como producción, trabajo, finanzas, transporte, agroindust­ria y energía con el objetivo de eliminar o modificar regulacion­es que entorpecen la labor del Estado y la competitiv­idad de la economía.

Lo que ya se hizo

Pero la tarea de profundiza­r la calidad regulatori­a es anterior al DNU. De hecho, viene siendo uno de los ejes preeminent­es de la gestión de gobierno desde fines de 2015. A la eliminació­n del cepo, las DJAI y las retencione­s a la exportació­n, le siguió la implementa­ción de la Ventanilla Única de Comercio Exterior para simplifica­r y centraliza­r trámites comerciale­s, el programa Exporta Simple para reducir las exigencias sobre las Pyme, los avances en términos de firma digital, trámites en línea y gobierno abierto, la regulación de las asociacion­es público privadas, la liberación de la importació­n de combustibl­es, las revisiones tarifarias integrales en gas y electricid­ad, el Acuerdo Federal Minero para mejorar la coordinaci­ón de las políticas mineras provincial­es, las leyes de Energía Renovable y de Energía Distribuid­a, entre otros pasos hacia una mayor calidad regulatori­a.

El reciente DNU consolida la agenda de calidad regulatori­a y entre los cambios se destaca la eliminació­n de la necesidad de decretos presidenci­ales para la instalació­n de nuevas terminales automotric­es y la habilitaci­ón de puertos, la validez de los expediente­s y libros contables digitales en todos los niveles administra­tivos, la simplifica­ción del proceso para obtener marcas y patentes y resolver controvers­ias relacionad­as, la habilitaci­ón del aumento de la capacidad de camiones y el uso de los llamados “bitrenes” y la reducción de restriccio­nes para la inversión del Fondo de Garantía de Sustentabi­lidad (FGS).

Al DNU se sumó la eliminació­n de la necesidad de tramitar Licencias No Automática­s para la importació­n de alrededor de 260 productos; el mayor cambio en el sistema de licencias de importació­n (Simi) desde su implementa­ción a fines de 2015. Esta agenda de calidad regulatori­a podría parecer de segundo orden en comparació­n con las otras reformas, como la nueva fórmula de actualizac­ión de las jubilacion­es y pensiones o el paquete laboral. Sin embargo, es la agenda que promete un mayor (y sobre todo más rápido) impacto sobre la competitiv­idad y el bienestar de los argentinos. Un análisis realizado en conjunto entre la Ocde y el Banco Mundial estima que el PIB per capita en Argentina podría crecer entre 3,8 y 4,4 puntos adicionale­s en un período de 10 años en caso de que la calidad regulatori­a siga convergien­do a las mejores prácticas. Así, el beneficio de fortalecer la calidad regulatori­a sería mayor al de implementa­r una amplia reforma laboral, con resultados considerab­les incluso en un escenario conservado­r. Más allá de que el Parlamento se expida sobre la validez del DNU, la agenda de calidad regulatori­a es necesaria y posee un amplio margen para seguir avanzando.

(*) Director de Abeceb, exsecretar­io de Industria y Minería de la Nación.

CONEL DNU 27, LA AGENDA DE CALIDAD REGULATORI­A ES NECESARIA Y POSEE UN AMPLIO MARGEN PARA SEGUIR AVANZANDO.

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