Negocios

La sintonía con el FMI y la nueva etapa en el Banco Central.

- Daniel Alonso Al margen dalonso@lavozdelin­terior.com.ar

Es fácil decirlo con el diario del lunes, pero nadie en el mundo financiero desconocía que la suerte de Federico Sturzenegg­er estaba echada. Hacía rato que le habían dibujado la puerta de salida. Sólo faltaba el golpe de gracia, que llegó cuando el dólar atravesó el viento por encima de los 28 pesos.

Sturzenegg­er pasó de custodio de la moneda argentina a ser casi un vendedor de billetes verdes: con la corrida, “quemó” más de 12.600 millones de dólares de reservas. Billetera no mata galán.

Igual, no sería justo cargarle todo el peso. Al fin y al cabo, el día cero fue aquel fatídico 28 de diciembre al que el ahora expresiden­te del Banco Central (BCRA) llegó empujado y sin ningún entusiasmo.

Previo a la recalibrac­ión de metas, el riesgo país estaba alineado al promedio del resto de Latinoamér­ica.

El economista Lucas Navarro, del Instituto de Investigac­iones de la Bolsa local, mostró en el ciclo de coyuntura de esa entidad cómo después se abrió una brecha que se expandió a medida que se aceleraba la devaluació­n de la moneda argentina.

Lo que siguió lo hemos vivido minuto a minuto. Nicolás Dujovne, ungido como el superminis­tro económico (aunque reniegue de ese rótulo), admitió que el condimento más fuerte de la volatilida­d ha sido la pérdida de confianza.

Y, por si faltaba aclarar más, añadió que con el desembarco de Luis Caputo en el BCRA se dio un “paso fundamenta­l” para recuperarl­a. Como nuevo capitán del Central, el de Caputo es un caso típico del mercado: a mayor volatilida­d, más crecieron sus acciones, tanto en el Gobierno como entre los inversores.

Uno de los puntos de quiebre fue el episodio de los Bote, los Bonos del Tesoro que rinden la mitad que una Lebac, pero que en plena corrida de mayo Caputo colocó entre los fondos BlackRock y Franklin Templeton.

En aquel momento, se mencionó a Gustavo Cañonero, director de SBS (coadminist­ra fondos de

inversión con Templeton) y exejecutiv­o del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), como uno de los enlaces clave de Caputo para esa jugada digna de la serie Billions.

Cañonero asumirá como vicepresid­ente del Central. ¿Era, entonces, una maniobra “calzada”? ¿La imparable suba del dólar es un “caos controlado” para licuar el valor de la montaña de Lebac que prometió desarmar el Gobierno?

El proceso, que parece desbocado para quienes no caminan con cierta frecuencia por el mundo financiero, tiene un grado de admisión previa, según se desprende de la letra chica del entendimie­nto con el FMI.

Se ratifica en esos papers la libre flotación del dólar con intervenci­ones sólo para dominar episodios disruptivo­s. Se supone que la misión de Caputo es no llegar a la catarata, pero también abre un interrogan­te sobre los metros cuadrados que tendrá el BCRA para hacer política cambiaria.

También se calcula una inflación de 27 al 32 por ciento cuando diciembre apague la luz de 2018. Es la referencia de las metas que el Gobierno dijo no tener para este año. Y a nadie escapa que, en cada escalón hacia arriba, el billete estadounid­ense pega en los precios, se come poder de compra de los salarios y alimenta las tensiones sociales.

EL GOBIERNO ADMITIÓ QUEELCONDI­MENTO MÁSFUERTED­ELA VOLATILIDA­D CAMBIA RIA HA SIDO LA PÉRDIDA DE CONFIANZA.

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(TÉLAM) Por tres. Dujovne, Macri y Caputo, el trío que gestiona la economía.
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