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El importante respaldo del acuerdo con el FMI

- Dante Sica*

El Gobierno anticipó lo más rápido que pudo el acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), anticipánd­ose a las formalidad­es.

El apuro tenía sentido: el monto de 50 mil millones de dólares estaba sólo en los cálculos más optimistas. No obstante, el precio de la divisa siguió escalando, lo que indica que el exceso de demanda no se mitigó con el anuncio.

El alza del dólar que el jueves superó los 28 pesos motivó un reacomodam­iento en el tablero oficial con la salida del presidente del Banco Central, Federico Sturzenegg­er; la designació­n de Luis Caputo al frente de la autoridad monetaria, y la integració­n de la Secretaría de Finanzas en la órbita del ministro coordinado­r, Nicolás Dujovne.

Era poco razonable esperar que la incertidum­bre se disipara sólo con base en el anuncio del acuerdo, sin que se conozcan los requisitos del compromiso. Los mercados, obviamente, iban a estar pendientes del programa y de la condiciona­lidad que acompañe el financiami­ento, pues sólo ingresarán 15 mil millones el 20 de junio.

El resto está sujeto a los requisitos implícitos en las metas trimestral­es. En este sentido, hay dos aspectos clave.

El primero es la consistenc­ia de la combinació­n de políticas fiscales y monetarias que se acordaron y sus efectos sobre la estabilida­d macroeconó­mica.

El segundo, las consecuenc­ias sobre la gobernabil­idad, que dependerá del resultado de negociacio­nes políticas.

Este año se mantendrá la meta del 2,7 por ciento del producto interno bruto (PBI) de déficit fiscal primario, pero en 2019 es más severa: 1,3 por ciento. Seguirá el plan tarifario, también habrá reducción del gasto

en salarios e inversión pública, y ajustes en las transferen­cias a las provincias.

Pero la forma específica en que se implemente el ajuste fiscal no será neutral para la gobernabil­idad: afectará la relación con los gobernador­es y los sindicatos porque incide en el crecimient­o. Si este cae, también lo hará la recaudació­n.

Plano monetario. La elección acordada con el FMI fue la de reforzar el régimen de metas de inflación, pero ignorando las pautas anteriores. Para este año no hay metas, y hacia fines de 2019 habría que alcanzar 17 por ciento de inflación.

El objetivo de reducir 10 puntos porcentual­es la tasa vuelve a colocar la vara alta. El riesgo es que, para reconstrui­r credibilid­ad, la autoridad monetaria se vea obligada a mantener tasas de interés muy elevadas durante un período extendido.

Ello repercutir­ía directamen­te sobre las condicione­s de liquidez, el costo del crédito –sobre todo a empresas de menor tamaño– y el nivel de actividad.

El programa contempla otros dos componente­s: uno es garantizar la autonomía del Banco Central mediante una nueva Carta Orgánica, que deberá aprobar el Congreso; otro es mejorar la estructura de la hoja de balance del Central para reforzar su posición patrimonia­l. Con este propósito, se disminuirá­n las tenencias de letras intransfer­ibles y de Lebac. También se prohibió que financie el déficit fiscal con emisión de dinero.

Gobernabil­idad

Sin dudas, el acuerdo compromete a la autoridad fiscal a ajustar el gasto en forma sustancial. Ahora que el gradualism­o se acelera, también lo harán los conflictos, y los próximos meses no serán sencillos.

Debido a la aceleració­n de la inflación y a la depreciaci­ón real del tipo de cambio, habrá presiones por la caída en los ingresos reales. Tampoco ayudarán la disminució­n del gasto en obra pública ni las tasas de interés elevadas que necesita el Central para domar la inflación.

La forma de compensar la reducción en los ingresos reales será mediante la creación de empleo, algo que ocurrirá en la medida en que haya sectores que se beneficien con la nueva configurac­ión que resulta del programa.

Con más suerte climática y un tipo de cambio real más competitiv­o, el campo y las economías regionales van a ser sectores dinámicos.

También se espera que aporten otros sectores, como algunos servicios y el turismo.

Por otra parte, si se va reduciendo el déficit fiscal y en un contexto de tipo de cambio real más depreciado, se podría esperar un aporte de la inversión extranjera directa.

Con todo, no será un año fácil, pero habrá que seguir avanzando en el marco de un programa de estabiliza­ción que muestre el camino hacia el crecimient­o sostenible.

* Director de Abeceb, exsecretar­io de Industria, Comercio y Minería de la Nación

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