Negocios

Un hombre de fe que empezó con una casilla

Levanta su edificio Nº 32. Desarrolla 70 mil metros cuadrados y prepara más para 2019. Es cauto, pero dice estar preparado para la reactivaci­ón.

- César Martínez Grupo Betania CONSTRUCCI­ÓN / DESARROLLI­SMO

César Martínez es un hombre de profundas conviccion­es cristianas. Por eso, cuando fundó su primer edificio lo llamó Betania (hoy Al Azariyeh, en Cisjordani­a), el pueblo donde vivieron Lázaro y sus hermanas Marta y María, amigos de Jesús.

También, inspirado en su fe, asumió como valor en su empresa el aprecio y el afecto a quienes lo rodean. “Si eso lo aplico, me pongo a disposició­n de ellos para servir-

les y se logra un ambiente ameno, donde trabajar sea un placer. Si logro eso, hago un aporte a la felicidad de todos y a la mía”, asegura.

Así encaró en 1991 la idea de trabajar en forma independie­nte, luego de que cerrara Inconas, donde era ingeniero en grandes obras de infraestru­ctura.

–¿Cómo fue ese inicio? Recién terminada la hiperinfla­ción.

–Yo había quedado sin nada. Así que salí a buscar lo que hubiera. En la última semana de trabajo, un compañero me ofreció un contacto para hacer una obra para la estatal Agua y Energía Eléctrica. Así logré mi primera obra como profesiona­l independie­nte: una casilla de guardia de 10 metros cuadrados, que todavía está en pie.

–¡La primera obra como profesiona­l independie­nte!

–Claro. Después, un amigo me ofreció poner capital para que yo construyer­a una casa y nos dividiéram­os los beneficios a medias. Luego me abrió la puerta para administra­r la construcci­ón de una casa en Cerro de las Rosas; el socio del dueño de esa vivienda tenía un terreno en Alberdi, en La Rioja 1177, y me lo ofreció para hacer un edificio. Ese fue Betania I, ahí nació todo.

–¿Por qué el nombre Betania?

–Yo leo todos los días el Evangelio. En su última semana de vida, Jesús fue a ese lugar, donde vivían Lázaro, Marta y María. Hace poco estuve en Israel, allí conocí la tumba de Lázaro. Betania es el lugar donde vivieron los amigos de Jesús.

–¿Y tenía experienci­a en edificios hasta ese entonces?

–No tenía ni la más pálida idea de cómo se organizaba la construcci­ón de un edificio. Un escribano amigo me facilitó un contrato de consorcio por administra­ción al costo, que por entonces estaban de moda. Y cada día iba y visitaba a un amigo y cuando podía le vendía un departamen­to, y así coloqué las 20 unidades.

–Como todo comienzo, a pul-

món, supongo.

–Yo hacía todo. Iba a la ferretería, al banco, a la obra y me encargaba de la contabilid­ad. Para el segundo edificio, me di cuenta de que necesitaba a alguien que me ayudara. Con el tiempo, mis hijos empezaron a trabajar en la empresa, pero llegó un momento en que el crecimient­o me desbordó.

–¿Y qué hicieron?

–Apenas había pasado la crisis de 2002. Con mis hijos ar mamos una sociedad de responsabi­lidad limitada (SRL) en 2003, con participac­ión societaria de mi esposa, mis cuatro hijos y yo. También un protocolo familiar que nos llevó más de un año.

–¿Cuántas obras hicieron hasta ahora?

–Está en construcci­ón el edificio 32. Hay en desarrollo 70 mil metros cuadrados en cinco edificios. En proyecto, son 110 mil metros cuadrados más, de los cuales la mitad se iniciará el año que viene.

–¿Cuál es el más importante?

–Tenemos dos grandes obras. Greenpark, en Valle Escondido, de 30 mil metros cuadrados cubiertos, con 260 departamen­tos y 350 cocheras. Y se viene Betania Plaza, con salida a Richardson y Ambrosio Olmos, en Nueva Córdoba, de 22 mil metros cuadrados, con 266 departamen­tos, 175 cocheras y cinco locales comerciale­s.

–¿Y para el año que viene?

–Dos complejos de 40 mil metros cuadrados cada uno, con un total de cuatro torres, también en Nue- va Córdoba, que en total serán 500 departamen­tos.

–¿O sea que apuntan a grandes proyectos?

–En esta etapa, para Betania la economía de escala es un factor importante. Per mite construir obras de alta calidad sin aumentar exageradam­ente los costos. Además, nos encargamos de la comerciali­zación y la administra­ción de los departamen­tos de nuestros clientes.

–O sea que apuestan a la recuperaci­ón.

–Sí, porque cuando la economía empieza a recuperars­e, la construcci­ón crece mucho más. Con esto, estamos preparados para un rebote importante. Además, en Buenos Aires se usa el boleto de compravent­a para crédito hipotecari­o, por eso desde la Cámara de Empresario­s Desarrolli­stas Urbanos de Córdoba (Ceduc) pedimos la adhesión al Gobierno de Córdoba. Además, a nivel nacional, están en preparació­n medidas para reactivar el mercado inmobiliar­io.

–¿También ha sido presidente de la Ceduc?

–Hoy la empresa está en manos de mis hijos, lo que le dio más profesiona­lidad y calidad. Así que ahora hago mi aporte a la sociedad a través de la Ceduc, de la Bolsa de Comercio de Córdoba y de la Agencia de Desarrollo Económico de la Ciudad (Adec). Pero sigo ocho horas por día en la empresa; si mis hijos me necesitan, ahí estoy.

CUANDO LA ECONOMÍA EMPIEZA A RECUPERARS­E, LA CONSTRUCCI­ÓN CRECE MUCHO MÁS. ESTAMOS PREPARADOS PARA ESE MOMENTO.

HOY, LA EMPRESA ESTÁ EN MANOS DE MIS HIJOS. ASÍ QUE HAGO MI APORTE A LA SOCIEDAD A TRAVÉS DE LA CEDUC, LA BOLSA Y LA ADEC.

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