Creador de su empresa y de su producto
Sin pedirle prebendas a nadie, se lanzó a sustituir la importación de bombas de hormigón. Y crece sin pausas.
“Apuntamos a un mercado al que los altibajos no lo afectan tanto. Las grandes obras públicas o privadas las tienen que seguir haciendo. Con lo que estamos fabricando, más la posibilidad de mantenimiento y reparación, se nos amplía mucho el abanico”, explica.
No pocos empresarios cordobeses quisieran estar parados en el lugar de Sergio Strapazzon. Pero la situación de TZR es casi única por varios motivos. Desde el sacrificio personal que implicó cambiarle el rumbo a la historia familiar –de hecho, sus padres volvieron a Italia–, hasta la visión de diseñar y proyectar un producto, pero a la vez complejo.
La empresa arrancó en los años ’60, pero con la actividad de tornería y fresado. Strapazzon la tomó en los ’80 y al cabo de andar advirtió que, si se mantenía en ese rubro, el techo de crecimiento estaría muy cerca del piso.
Ahí fue que andando por el mundo detectó la necesidad de desarrollar bombas de hormigón nacionales, donde la intervención de lo importado se reduce a una escala limitada.
“Empezamos con diseño, modelo y proyecto, luego prototipos y pruebas y en 2013 comenzamos a comercializar. La historia de la empresa, en fabricación, tiene apenas un lustro”, comenta.
Pero, además, desde hace un año y medio fabrica mixers, plantas de hor migón, sistema de torver, silos, tornillos transportadores de cemento y la parte de electrónica (reemplazando la importada por propia).
TZR es una especie de milagro de la industria argentina sostenido por este empresario.
Hoy, ostenta el
40 por ciento del mercado de bombas de la Argentina (el resto se importa), vende en todo el país, exporta a Uruguay y busca más mercados en el exterior.
“Crecimos, hasta los bancos nos piden el motivo por el cual venimos duplicando ventas. Es fruto del trabajo y la cantidad de desarrollos que tuvimos”, dice.
ARRANCAMOS CON 15 CLIENTES HACE CINCO AÑOS Y HOY TENEMOS ALREDEDOR DE 200; DESDE UN CORRALÓN A UNA CEMENTERA.