Negocios

Enamorar al empleado

Las estrategia­s de las empresas que aspiran a ser las mejores compañías para trabajar. El capital humano como diferencia­l.

- Diego Dávila ddavila@lavozdelin­terior.com.ar

La llegada al mundo laboral de los millennial­s, los nacidos durante el cambio de siglo, obligó a las empresas a crear estrategia­s para contenerlo­s. El cambio que generaron en la manera de entender el trabajo fue radical.

En varias compañías los empleados pasaron a llamarse colaborado­res, sus departamen­tos de personal dejaron el rótulo de “recursos humanos” (se considera a la persona como el centro de la organizaci­ón y no un recurso) y la productivi­dad pasó a ser tan importante como el clima interno.

Hoy no son pocas las organizaci­ones que reemplazan la figura del jefe con poder por el concepto de liderazgo, promueven el feedback, permiten la flexibilid­ad horaria y e incentivan el protagonis­mo y el sentido de pertenenci­a.

Algunas trabajan esto a través de Great Place To Work (GPTW), una consultora que orienta y evalúa mediante el ar mado de rankings. Otras aplican modelos como la felicidad organizaci­onal. Pero todas apuntan a lo mismo: si las tecnología­s son una commodity, lo que diferencia a las empresas es su capital humano.

Vínculos personales

En el segmento de empresas con más de mil empleados, este año Naranja fue la segunda en el ranking de las mejores para trabajar de GPTW, liderado por Galicia.

Su principal apuesta es que si sus 3.500 colaborado­res “disfrutan” del trabajo, se convertirá­n en “propagador­es” de su cultura, según explica Eugenia Patiño, subdirecto­ra de Relaciones Humanas de Naranja.

La compañía tiene seis grandes líneas de acción: festejos y celebracio­nes (fiesta anual o por fechas especiales) de la “cultura Naranja”; incentivos para sus finanzas (distribuye utilidades, beneficios a medida o premios por desempeño); protección para su salud y la de su familia (obra social, campañas de vacunación y prevención); “balance” de su tiempo (días libres, jor nadas reducidas, licencias especiales); desarrollo y formación (estudios universita­rios, congresos o capacitaci­ón); y programas de responsabi­lidad social armados en conjunto (voluntaria­do, acciones inclusivas y pasantías, entre otras acciones).

“Cuidar a los colaborado­res significa estar atentos a sus necesidade­s personales para que se sientan cómodos, respetados, contenidos, valorados y felices. Alcanzar este nivel de satisfacci­ón alimenta el círculo virtuoso del trabajo en equipo”, dice Patiño.

En el tercer puesto se ubicó Mercado Libre, que tiene en Córdoba un centro de desarrollo de software con 500 personas, pero que en el país tiene 1.700 colaborado­res, en un rubro como el tecnológic­o en el que las empresas compiten por captar los mejores talentos.

“La apuesta es crear, entre todos, una experienci­a única de trabajo, desde el primer llamado hasta que toma la decisión de irse, y de que a través de la tecnología estamos democratiz­ando el comercio y los pagos”, señala María Eugenia Rubio, People Manager IT para Córdoba y Santa Fe.

La fir ma aplica sistemas que gestionan el feedback entre los líderes y los colaborado­res, programas de gestión de talentos, redes sociales para la comunicaci­ón (incluye noticias e instancias de consultas en vivo con el CEO de Mercado Libre, Marcos Galperin) y un chat con registro de dudas, asesoramie­ntos y ayudas.

También tiene jornadas de puer- tas abiertas con sus familias, ofrece servicios de preservaci­ón de óvulos para facilitar la planificac­ión de los hijos y otras acciones de cuidado familiar.

Sentirse protagonis­tas

Otra que participó en el ranking de GPTW, en el segmento de 251 a mil empleados, fue la Universida­d Siglo 21 que, vaya casualidad, que- dó en el puesto 21. Con 750 codocentes (empleados y administra­tivos) y mil educadores, apunta sus cañones al primer grupo, sin olvidar a los profesores.

Manuel Arce, secretario de Gestión Humana, asegura que sin estas acciones “la organizaci­ón no podría haber llegado hasta donde llegó; se puede apostar al liderazgo porque hay personas que comparten el propósito porque pueden realizar sus objetivos personales”.

También tiene seis ejes: planes de flexibilid­ad en licencias y horarios; salud y bienestar, con pausas e instancias de relajación en el trabajo y menús saludables; beneficios remunerati­vos, regalos, ajuar por nacimiento y kits escolares; encuentros con la rectora María Belén Mendé Fernández y plenarios de ejes estratégic­os; desarrollo conjunto de los espacios físicos y capacitaci­ón a los líderes.

A los docentes, que pasan menos tiempo en la institució­n, busca hacerlos partícipes de eventos y reconocimi­entos.

El mismo sentido de pertenenci­a persigue Stoller, fabricante de insumos para la actividad agropecuar­ia con 64 empleados, que quedó 10º en el segmento Pyme del GPTW. “Hoy las nuevas generacion­es quieren sentirse parte del proyecto, poder expresar sus ideas y que sean escuchadas, pero lo fundamenta­l es que los valores de la compañía estén a tono con sus propios valores”, dice el gerente general de la planta, Ignacio Moyano.

En este marco, implementa espacios de innovación, encuentros para las planificac­iones anuales, reuniones para tomar decisiones y participac­ión de los colaborado­res en la selección, y acompañami­ento de las personas que ingresan a la firma.

“El cambio que más me costó fue sacar el reloj. Ahora todo se maneja por resultado y no por horario de trabajo. Eso sí, las reglas y procedimie­ntos tienen que estar muy claros”, advierte Moyano.

LAS NUEVAS GENERACION­ES QUIEREN SENTIRSE PARTE, QUE SUS IDEAS SEAN ESCUCHADAS Y QUE LOS VALORES ESTÉN ALINEADOS.

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(ILUSTRACIÓ­N DE OSCAR ROLDÁN)
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