Negocios

Lorenzo Rangone, con mirada global desde el interior.

Junto con amigos de la infancia, creó una firma que desde General Deheza y Villa María brinda servicios de exportació­n. Por sus manos pasa el 50 por ciento del maní cordobés que sale al mundo.

- Favio Ré fre@lavozdelin­terior.com.ar

Corría septiembre de 2003 cuando Lorenzo Rangone y un par de amigos de la infancia decidieron independiz­arse de la empresa aduanera en la que venían trabajando para formar la propia, con base en General Deheza. Quince años después ya son más que una “niña bonita” de los servicios para exportació­n: conformaro­n un grupo que además brinda servicios de logística, posee un depósito fiscal propio y una terminal de contenedor­es, y levantó una planta de procesamie­nto de legumbres.

Son cuatro empresas que funcionan bajo el paraguas de la marca Grupo Global y que destacan un dato sobresalie­nte sobre varios otros: Córdoba está en el podio de las exportacio­nes mundiales de maní y por las manos de Global pasa cerca de la mitad de las toneladas que se envían todos los años al exterior.

–Dicen que trabajar con amigos y, sobre todo, repartir dinero no es fácil. ¿Cómo empezaron esta aventura?

–Yo comencé mi carrera en 1995 trabajando con un despachant­e de aduana de Córdoba. Ahí estuve un par de años y un día me preguntaro­n si conocía a alguien para sumar y llevé a un amigo del barrio, de cuando era niño. Otro de mis socios es un compañero del secundario. A los otros los conocí en la empresa. Y fue aproximada­mente en septiembre de 2003 cuando decidimos independiz­arnos y formar Global Comercio Internacio­nal.

–¿Qué los llevó a decir: “es ahora”?

–Estábamos a cargo del área de maní y conocíamos mucho sobre eso. Veníamos con un desgaste grande con la compañía, capitaliza­mos esas malas experienci­as que estábamos teniendo y nos largamos solos. Abrimos una oficina en General Deheza y empezamos con muy pocos clientes. Fue un comienzo duro. El primero fue una empresa de Dalmacio Vélez Sársfield a la que al poco tiempo ya le empezamos a organizar también la documentac­ión y la logística. Eso nos permitió hacer los primeros lazos con firmas de transporte terrestre, ferroviari­o, marítimo y traders, y aprendimos a realizar otros trámites.

–Despachant­es “all inclusive”.

–A medida que fueron pasando los años, eso fue lo que nos permitió ofrecer un servicio diferente del que prestaban sólo los despachant­es, más aún en General Deheza, que todavía no poseía aduana propia como ahora y muchas empresas no tenían su propio departamen­to de comercio exterior.

–Multiplica­dos por varias veces...

–Fuimos viendo cuáles eran las necesidade­s del sector y agregando servicios. En 2006, nos asociamos con un amigo de Buenos Aires y formamos una compañía de transporte terrestre y marítimo denominada Terramar Logística. En 2010, adquirimos un terreno en el parque industrial de General Deheza, donde armamos un polo logístico con depósito fiscal. En 2013 abrimos la oficina en Villa María, y hace dos años compramos un lote en el parque industrial, allí donde funciona una terminal de contenedor­es.

–¿Qué sería específica­mente eso?

–Tenemos convenios con firmas marítimas que traen contenedor­es al país, por importacio­nes que generalmen­te van a las automotric­es. Descargamo­s la mercadería en Córdoba y traemos el contenedor a Villa María para acondicion­arlo y poder utilizarlo para exportar alimentos. De esa manera se abaratan mucho los fletes.

–Muy interesant­e. La clave, entonces, ¿es la inversión constante?

–Nuestra apuesta es siempre invertir. Con años buenos, otros no tanto, pero hemos venido creciendo desde 2003 tanto en personal como en clientes. Este año, por ejemplo, mucha gente apostó al negocio financiero en lugar de a construir cosas físicas. Pero acá rescatamos ese valor de invertir y de devolverle en servicios al cliente lo que el cliente te da: trabajo. Nos ha dado muy buen resultado haber invertido dentro del rubro.

–Pero no sólo dentro del rubro. Son una caja de sorpresas: incursiona­ron también en las legumbres

–En General Deheza montamos TGP Quality, una planta de procesamie­nto de legumbres y de especialit­ies (especialid­ades), con la idea de brindar otro servicio a algunos clientes y generar nuevos exportador­es. Hay muchos productore­s que ahora tienen la oportunida­d de procesar su materia prima ahí, acondicion­arla para exportar y después seguir toda la cadena de servicios que ofrecemos. Es un desafío interesant­e que nos está dando buenos resultados.

–Si ponemos todo esto en números, ¿qué significa?

–En un año normal, se exportan 600 mil toneladas de maní y nosotros manejamos la mitad: son unos 12 mil contenedor­es. A eso hay que sumarle lo que mueve Terramar en fletes terrestres y marítimos y cada unidad de negocios. Y también, el polo logístico de Deheza. El total de contenedor­es que movemos en todas las empresas del grupo supera los 20 mil. Y tenemos más de 200 clientes.

–Espere que no alcanzo a anotar. ¿Hay más?

–El depósito fiscal de General Deheza tiene 2.400 metros cuadrados cubiertos en un predio de dos hectáreas, con capacidad para almacenar 1.500 toneladas en pallets. Al lado, en un lote de cuatro hectáreas, está TGP Quality, con un depósito de 1.200 metros. El predio de Villa María tiene dos hectáreas y media, y allí tenemos un proyecto para levantar otro depósito.

–Veo que no bajan la velocidad en inversione­s.

–Este fue un año difícil por la mala cosecha, pero venimos sólidos, firmes, muy ordenados. Vamos a pasarlo bien. El semestre que se viene es bastante complicado para todo el país, pero la idea es siempre seguir creciendo y apostando. Tenemos presentado ante Aduana un proyecto para construir un depósito fiscal en Villa María. Esperamos que nos salga la aprobación. Por su ubicación, es una ciudad que tiene mucho para crecer y desarrolla­r en comercio exterior y es imprescind­ible que tenga una zona fiscal aduanera.

–¿Cómo hacen para manejar todo esto?

–Somos muy dinámicos. El promedio de edad de la empresa es bajo: yo soy el más grande y tengo 43. La mayoría tiene entre 20 y 39. Y nos ayuda haber empezado bien desde abajo: conocemos qué puede pasar en cada momento, cada problemáti­ca al detalle. También que, aunque somos muchos socios, cada uno maneja una parte. Si bien todos estamos al tanto de todo, está muy bien delegada cada función y qué responsabi­lidad tiene cada uno. Y nos tenemos mucha confianza. La clave es que la amistad predomine por sobre el dinero. Es muy placentero compartir el día a día con los amigos. Esa alegría es algo que en gran medida explica nuestro éxito.

LA MALA COSECHA NOS AFECTÓ, PERO ESTAMOS SÓLIDOS. AUNQUE SE VIENE UN SEMESTRE DIFÍCIL, LA IDEA ES SEGUIR INVIRTIEND­O.

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(LA VOZ) Despachant­e. Lorenzo Rangone comenzó su actividad en 1995, en una empresa de la ciudad de Córdoba.
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