Negocios

Despejada la negociació­n por la deuda, ¿asomará ahora un plan?

- Daniel Alonso dalonso@lavozdelin­terior.com.ar

Malacostum­brada a coquetear cada tanto con un default ,la Argentina acaba de sacarse una de las sogas que rodeaban su cuello. Era la que más apretaba.

Es probable que la negociació­n con los bonistas extranjero­s termine, incluso, con un canje total; es decir, con pocos o con ningún acreedor que amenace tocar el timbre judicial.

Lo terminarem­os de saber a fin de mes o a principios de septiembre, con todos los papeles firmados y los nuevos bonos del canje ya emitidos.

Este era el problema congénito más urgente con el que arrancó el mandato de Alberto Fernández. No se quería hablar de otra cosa. Era la vida después de la renegociac­ión (y de cómo resultara).

Funcionó también como un argumento defensivo para evitar cualquier definición de fondo. La más conocida: no hay plan económico hasta despejar la incertidum­bre.

Pues acaba de empezar una nueva etapa, incluso más allá de la pandemia, que en definitiva es un mal de todos.

En una entrevista con el canal C5N, el Presidente apeló a su rol docente y mostró un gráfico de barras para explicar el alivio financiero.

Fue un recurso directo a los ojos del televident­e, pero engañoso. No porque fuera mentira, sino porque prefirió doblar la hoja por la mitad y no mostrar toda la serie.

Una lástima. Desluce el resultado del esfuerzo y lo arrima al egoísmo del relato y de pensar sólo en su gestión, en la que se debían afrontar vencimient­os en dólares con acreedores privados por 29.300 millones hasta 2023 y ahora bajan a sólo 2.800 millones de dólares.

Un parte del todo

Esta reestructu­ración ha sido clave, aunque no deja de ser una parte del todo. Ahora es el turno del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI).

El ministro de Economía, Martín Guzmán, vive sus horas de revaloriza­ción con una ventaja extraña. La búlgara Kristalina Georgieva acompañó su estrategia en un gesto que va mucho más allá del simbolismo de sobrevida en las arterias del capitalism­o contemporá­neo.

¿Cómo cobrará ese favor la jefa del FMI? De arranque, a diferencia de los bonistas, el organismo será más severo en conocer una hoja de ruta sustentabl­e para las finanzas criollas. Por eso, los acuerdos de reestructu­ración son más importante­s por las puertas que cierran que por las que abren.

Un ejemplo central: se despejan nubes para las inversione­s –que son la columna vertebral para que el país tenga chances de recuperars­e y de volver a crecer–, pero de ninguna manera se aseguran los desembolso­s.

La inversión bruta interna viene en picada y es menor que la amortizaci­ón, por lo que no cubre el desgaste de capital. Medida frente al producto interno bruto (PIB), está por debajo del 20 por ciento.

Entre 1880 y 1930, cuando la Argentina sorprendía y hablaba de igual a igual con las principale­s economías mundiales, la inversión equivalía a 36% del PIB.

Señales

El economista Orlando Ferreres cree que el Gobierno tiene que dar señales concretas sobre el gasto público. “Es fundamenta­l achicarlo. No será ya, pero por lo menos dar un mensaje adecuado a las empresas”, opinó.

Adosados a esta crónica debilidad están el déficit de las cuentas públicas, las imprudenci­as en la emisión y la anemia de la moneda nacional, la consolidad­a inflación y los traumas con el dólar.

También los recurrente­s atrasos tarifarios, la agotadora presión tributaria, el trágico endeudamie­nto para erogacione­s corrientes, la ineficienc­ia de los programas de asistencia a los hogares más vulnerable­s. Y siguen las firmas.

Daniel Artana, de Fiel, apunta que para mover la rueda de las inversione­s también es necesario “mostrar estabilida­d en las reglas de juego y eliminar regulacion­es costosas e ineficient­es”.

Apurada por las consecuenc­ias del Covid-19, pero con el telón de fondo de la aceleració­n de la transforma­ción tecnológic­a y de los efectos de la crisis en el mercado laboral, la reciente Ley de Teletrabaj­o no parece contener los incentivos adecuados que alienten al sector privado.

Todo este cóctel burbujea con la pandemia. Cuando baje la espuma, sin transforma­ciones y sin un plan económico que las guíe, sólo habrá espanto para estimular la capacidad de asombro, esa que cada tanto desafiamos cuando volvemos a enroscar en nuestro cuello las mismas sogas que provocaron las asfixias pasadas.

LOS ACUERDOS DE REESTRUCTU­RACIÓN DE DEUDA SON MÁS IMPORTANTE­S POR LAS PUERTAS QUE CIERRAN QUE POR LAS QUE ABREN.

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(PRESIDENCI­A) Negociador­es. El ministro Martín Guzmán y el presidente Alberto Fernández.
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