Negocios

El “coworking” sondea su futuro

Hubo espacios que cerraron y otros que se adaptaron al nuevo contexto, pero el sector asegura que mantiene un alto potencial para la pospandemi­a.

- Florencia Ripoll fripoll@lavozdelin­terior.com.ar

Entre tanta incertidum­bre, la pandemia de Covid-19 ya arrojó varias certezas. Se anticipa, por ejemplo, la permanenci­a del trabajo fuera de la oficina como una modalidad que seguirá muy vigente (el teletrabaj­o ya fue incluso regulado en el país, aunque con críticas empresaria­les).

También se espera que avancen el cuentaprop­ismo y las tipologías freelance en un mercado laboral complejo e inestable. A la vez, se vislumbra una reestructu­ración de empresas a estructura­s físicas más flexibles y de menores costos, y el avance horizontal de la tecnología, impulsando aún más el protagonis­mo de las ocupacione­s que se apoyan en ella.

Todas esas tendencias entrañan oportunida­des para el formato de coworking, esos espacios de trabajo compartido­s e hiperflexi­bles que en los últimos años se multiplica­ron en el mundo y en Córdoba.

Sin embargo, el potencial reluce en una margen del río hasta la que aún tienen que nadar esos espacios, surfeando el oleaje de la “nueva normalidad”.

Ese desafío atraviesan hoy los coworkings cordobeses. En el sector admiten que la pandemia, la retracción de la actividad económica y las medidas de aislamient­o –letales para un formato de oficina basado en la confluenci­a de gente, la alta rotación y la densidad de uso por metro cuadrado– ya obligó al cierre de varios espacios y amenaza seriamente a otros.

Explosión y cierres

En la ciudad de Córdoba, según varios relevamien­tos realizados por LaVoz, el número de coworkings de diverso tipo y escala se triplicó: de 15 detectados en 2016 pasó a unos 47 entre fines de 2019 y principios de 2020.

En medio, hubo bajas y subas de espacios, un proceso que en el actual contexto empieza a arrojar saldo negativo.

En el ámbito de ECO Cultura Colaborati­va, una alianza de 14 coworkings de la ciudad y alrededore­s, y que funciona como una especie de cámara que el sector aún no constituyó, se relevaron cuatro cierres definitivo­s en las últimas semanas.

A estos pueden sumarse otros no detectados por el grupo y, en las próximas semanas, agregarse bajas de sitios que ya admitieron que evalúan discontinu­ar su actividad.

ECO elaboró, con asesoría profesiona­l, un protocolo de funcionami­ento sectorial, que presentó al Centro de Operacione­s de Emergencia­s (COE), pero aún no tuvo respuesta.

Sin embargo, y merced a los muy diversos formatos físicos que tienen estos espacios y a la variedad de actividade­s que albergan, algunos pudieron volver a ponerse en funcionami­ento.

En general, están habilitado­s los complejos más amplios y, dentro de ellos, los espacios alquilados como oficinas privadas a empresas que, a su vez, están autorizada­s a tener actividad.

Las zonas de puestos individual­es no funcionan o lo hacen con medidas de mayor distanciam­iento (eso redujo la dotación de posiciones entre 15 y 50 por ciento, o incluso más, según los espacios, lo que afecta la rentabilid­ad).

Tampoco se utilizan, en general, los espacios compartido­s por los clientes, como las salas de reuniones o los livings.

A la vez, los complejos acotaron la rotación de personas y priorizaro­n a los clientes estables de mayor escala.

Empresas, más estables

“La situación nos impactó fuerte a todos y, en mayor medida, a quienes sólo tenían puestos de coworking y no oficinas privadas corporativ­as, porque estas últimas mantuviero­n mayor ocupación”, explica Julieta Sandrone, socia de Co-Innova, el coworking que ocupaba cuatro plantas en el Córdoba Business Tower y hoy se reestructu­ró en tres pisos.

“Entre 30 y 40 por ciento de los clientes se dio de baja, sobre todo profesiona­les que usaban los puestos. Las oficinas se mantuviero­n por el perfil de empresas con que trabajamos y porque nos esforzamos en contenerla­s: redujimos las tarifas pactadas al 50 por ciento. Por suerte, tuvimos un gran apoyo de nuestra comunidad y también de los propietari­os, con quienes pudimos acordar reduccione­s de alquiler”, agrega.

El espacio funciona con numerosas medidas sanitarias: varios de sus usuarios acordaron asistir en turnos diferentes para no coincidir y, por precaución, el coworking hoy no ofrece la modalidad de uso parttime, de alta rotación.

A futuro, las socias de Co-Innova ven oportunida­des: “Las empresas están combinando el uso de la oficina con el teletrabaj­o, buscando la vuelta para cuidar a sus empleados y a la vez poder funcionar bien. El coworking es flexible y muy bueno para resolver esas necesidade­s”.

Daniel Parodi, propietari­o de Ciudad Empresaria, también asegura que comienza una migración hacia el formato: “Nuestro coworking tiene una oferta de 800 puestos world class que aplica perfectame­nte al cambio de paradigma que se está registrand­o en muchas empresas: reducir costos, mudarse a estructura­s más flexibles y de menor tamaño, sin hacinarse para cuidar la salud y, a la vez, poder estar en un ecosistema que les permite hacer sinergias”.

El empresario sostiene que seis pymes se sumaron al espacio o están en proceso de hacerlo durante la cuarentena. Y que por las caracterís­ticas de calidad que el coworking ofrecía, adaptarlo a las medidas de distanciam­iento social y los protocolos sanitarios no fue complicado.

Albergar la pospandemi­a

En medio de las dificultad­es, el impacto del home office también se siente como dato positivo en El Piso, el coworking que lleva seis años de funcionami­ento en Alta Córdoba.

Ubicado en una casona, hoy sólo tiene habilitado un espacio de oficina que da a la calle, alquilado hace tiempo por una inmobiliar­ia. El resto no puede funcionar a pesar de la demanda. “Tenemos muchísimas consultas de trabajador­es independie­ntes, sobre todo mujeres. Están en sus casas y ya no aguantan más trabajar en ese ámbito”, señala Clarisa Rivero, una de las socias.

El mismo proceso de “retorno” creciente de independie­ntes y de freelancer­s detectan en GP Coworking, ubicado en un edificio propio de nueve plantas en barrio General Paz.

El lugar, que alberga a varias empresas con mucho uso de espacio, funciona con estricto protocolo. Juan Fiesta, su encargado, revela que ya lanzó un nuevo servicio pensado para el contexto, con un costo que arranca en 40 mil pesos mensuales más IVA.

“Estamos apostando a las oficinas para e-commerce: espacios (desde 20 hasta 275 metros cuadrados) donde dejar stock y, a la vez, resolver todas las tareas de oficina. Permiten a una marca online montar aquí todo su funcionami­ento”.

ESTAMOS RECIBIENDO PYMES QUE ELIGEN ACHICAR COSTOS Y A LA VEZ FUNCIONAR EN UN ENTORNO SEGURO.

Daniel Parodi, Ciudad Empresaria

POR EL CONTEXTO, TUVIMOS QUE REORGANIZA­RNOS EN TRES DE LOS CUATRO PISOS QUE USÁBAMOS. Julieta Sandrone, Co-Innova

SÓLO HABILITAMO­S UNA OFICINA POR LAS RESTRICCIO­NES, PERO HAY USUARIOS QUE YA QUIEREN VOLVER.

Alina Psenda, El Piso

TUVIMOS QUE CERRAR ESPACIO ABASTO POR ESTE CONTEXTO, SE HIZO IMPOSIBLE SOSTENER LOS COSTOS.

Víctor Mochkofsky, Comunidad B Córdoba

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(ILUSTRACIÓ­N DE OSCAR ROLDÁN)
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(RAMIRO PEREYRA/ARCHIVO) Formato. El sector podría ser un brazo físico para las empresas en la nueva normalidad.
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