Negocios

Juan Pablo Tosolini El placer de conducir una pyme que está dulce

- Favio Ré fre@lavozdelin­terior.com.ar

AGROINDUST­RIA. Es el presidente de Lácteos Los Quebrachit­os, dedicada a la elaboració­n de dulce de leche. La empresa, ubicada en Tránsito, duplicará su producción a partir de julio y el año próximo tiene en carpeta comenzar a exportar. Emplea a 100 trabajador­es y proyecta sumar 50.

Pablo Tosolini tiene grabada en su memoria una fecha con la misma precisión con la que se recuerdan los cumpleaños de parientes y de amigos: fue el 8 de diciembre de 1998, Día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, cuando Lácteos Los Quebrachit­os puso en marcha la primera paila para producir dulce de leche en Tránsito, una pequeña localidad ubicada a 90 kilómetros al nordeste de Córdoba, en el departamen­to San Justo.

Es una fecha trascenden­tal para lo que hoy es una fábrica que se apresta, a partir de julio, a duplicar su producción y llevarla a 1,2 millones de kilos mensuales, con la mira puesta a partir de 2022 en cruzar las fronteras argentinas y comenzar a exportar.

–¿Todo comenzó en 1998 o la historia es más larga aún?

–Viene de antes. Mi abuelo Anselmo Tosolini, junto con mi padre Ernesto y mis tíos Solferino y Alfonso, comenzaron explotando un tambo a fines de la década de 1970. Era un tambo chico, sin maquinaria, se hacía todo a caballo y con tachos. Luego fue creciendo y llegaron a ordeñar unos 1.500 litros de leche por día, que en ese momento era mucho. A la par, la familia fue incorporan­do más actividade­s, como un feedlot y labores de cosecha.

–Y la usina láctea.

–Eso fue en 1989. Tuvieron una discusión con una fábrica a la que le entregaban y les pagaba poco el litro de leche, y vieron que los quesos tenían un alto precio y decidieron empezar a fabricarlo­s en un garaje. Comenzaron con variedades en barra, sardo y tybo, de una manera precaria, muy artesanal. Incluso se envasaban a mano, poniendo precintos en las bolsas y luego haciendo el vacío con una bomba. La producción continuó de esa manera hasta 1993, cuando en una esquina del campo se comenzó a levantar la estructura para instalar una fábrica con tecnología adecuada: envasadora­s de vacío, cámaras de frío. Hasta ese momento, los quesos se guardaban en un sótano.

–Hasta que, como dice el refrán, decidieron “remarla” en dulce de leche. ¿Por qué esa decisión?

–La clave fue que mi abuelo y sus hijos vieron que la rentabilid­ad del dulce de leche era más amplia que la que se podía obtener con el queso. Era una relación 2 a 1. Por eso se incorporó la primera paila el 8 de diciembre de 1998 y de a poco la producción se fue acomodando a la calidad que buscábamos, que era un producto como el que hacía la abuela.

–Un objetivo ambicioso: las

comidas de la abuela son incomparab­les.

–Sí, algo bien artesanal. Y así fue la producción durante varios años, en los que se envasaba todo de manera manual. Luego, en 2002 se incorporar­on dos pailas más y falleció mi abuelo. En ese momento, se comenzó a proyectar una ampliación de la fábrica e incorporar una sala de envasado con más tecnología, con el fin de alcanzar una fabricació­n de unos 200 mil kilos mensuales. Eso se mantuvo hasta 2010, cuando pasamos a 300 mil.

–¿Cuándo fue el momento en que tuvo que asumir la conducción?

–En 2005 murió mi tío Alfonso; en 2008, Solferino, y en 2014, mi padre. Desde ese momento y hasta 2017, nos hicimos cargo junto con mis hermanas Alicia, Laura y Patricia. Fue un momento difícil porque teníamos problemas con algunos proveedore­s debido a algunas deudas que habían quedado. Pero salimos adelante, hasta que el 1° de diciembre de 2017 se desarmó la sociedad de hermanos y quedé sólo yo al frente de la empresa, bajo la razón social Lácteos Los Quebrachit­os de Tosolini Juan Pablo. Ahora tengo la ayuda de Alicia, mi pareja.

–Bastante reciente todo. Pero, a la vez, un gigantesco camino de crecimient­o.

–Mi primer objetivo, cuando tomé la conducción, fue agrandar la producción de los tambos que abastecen a la planta. En 2017, con sólo 255 vacas ordeñábamo­s 3.500 litros por día y hoy estamos en un promedio de entre 21 mil y 22 mil litros, con un plantel de 980 vacas.

Y la idea es ampliarlo en breve para alcanzar al menos 30 mil litros por día. Toda esa producción se usa en nuestra propia fábrica y al resto lo compramos a tambos de la zona. Próximamen­te, la planta ya va a demandar unos 80 mil litros diarios.

–Eso imagino, como puntal del plan de inversión.

–En los últimos años, pasamos de hacer 300 mil kilos mensuales de dulce de leche a 500 mil kilos. Y en agosto del año pasado, a través de un distribuid­or de Buenos Aires, me enteré de que una de las fábricas de

Hasta 2018, entre la fábrica y el tambo trabajaban unos 25 empleados; hoy tenemos 100, y cuando la planta se consolide vamos a superar los 150.

 ?? PEDRO CASTILLO ?? CON SABOR. Tosolini con un grupo de colaborado­res en la planta que elabora dulce de leche en la localidad de Tránsito.
PEDRO CASTILLO CON SABOR. Tosolini con un grupo de colaborado­res en la planta que elabora dulce de leche en la localidad de Tránsito.
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