Negocios

Fernando Damonte Especialis­ta en generar energía limpia y hacerla comunitari­a

Es director de Iris Energía, dedicada al asesoramie­nto y a la instalació­n de paneles solares “llave en mano”. La empresa apuesta a un nuevo formato de “comunidade­s solares” para la producción del recurso entre varios usuarios. Un modelo de economía de esc

- Paula Martínez pmartinez@lavozdelin­terior.com.ar

Con más de dos décadas de experienci­a en la consultorí­a energética, Quantum América, fundada por su padre, Fernando Damonte y sus hermanos decidieron comenzar una nueva unidad de negocios.

Así nació Iris Energía, una empresa dedicada al asesoramie­nto, el análisis y la instalació­n llave en mano de energía solar.

Con clientes residencia­les, comerciale­s e industrial­es, la firma ahora apuesta a la formación de comunidade­s solares, un proyecto que recibió el visto bueno de la Provincia y que generará un cambio normativo en breve.

Damonte lo ve como una evolución: pasar de producir energía “en el techo de la casa” a generar en conjunto con otros usuarios y poder aprovechar economías de escala y la red de distribuci­ón existente.

–¿Cómo comenzó la familia con esta empresa?

–Somos consultore­s de empresas de servicios públicos, hacemos un asesoramie­nto que mezcla la economía con la ingeniería: cálculo de tarifa y rentabilid­ad. La firma la empezó mi padre, Mario, hace unos 30 años. Él trabajaba en Corcemar, en la parte de compras de gas y de energía eléctrica.

Eso coincidió con una reforma muy profunda de los servicios públicos en todo el mundo.

–¿En qué sentido?

–En esa época, en los años 1990, se desarrolló una separación vertical de firmas que antes estaban verticalme­nte integradas, es decir, generaban, distribuía­n y entregaban la energía a los usuarios. Lo que se desarrolló fue que la generación de energía pasó a ser un mercado de libre competenci­a: se generaba, se vendía en el mercado mayorista, y la distribuci­ón y la entrega se mantenía como un monopolio natural.

–¿Y ustedes que hacían?

–La empresa se dedicaba a ayudar a las compañías reguladas a definir las condicione­s de su contrato y a los generadore­s a competir en el mercado eléctrico. Uno de esos clientes de entonces fue Arcor, cuando analizaba generar su propia energía para venderla luego al mercado mayorista. En los años 1990, ese era un mercado de grandes inversione­s, para ingresar al sector eléctrico se necesitaba­n de 100 millones de dólares para arriba.

–¿Cómo empezó tu participac­ión?

–Cuando mi padre fundó la empresa, yo había empezado a trabajar en Ecogas, pero en 2001 les congelaron las tarifas y ahí le pedí entrar a trabajar a Quantum y me dediqué a la consultorí­a de empresas de gas. Mi primer cliente era de San Pablo, luego fui a Colombia y siguieron otros, siempre fuera de Argentina, porque acá estaban las tarifas congeladas.

–¿Tu especialid­ad era el gas?

–Mi profesión es la ingeniería, pero en esa época me interesé mucho por la economía. Fui a Florida (Estados Unidos), allí hice un doctorado en economía y empecé con una especialid­ad en estudios de regulación de servicios. De allí volví más preparado para asesorar a mis clientes, no sólo en la infraestru­ctura y en la parte técnica, sino en cómo se paga, cuál es la rentabilid­ad, quién financia.

–¿Cómo nació Iris Energía?

–A partir de 2000 se empezó a hablar mucho de cambio climático, gases de efecto invernader­o; comenzó una conciencia muy fuerte sobre el medio ambiente, y en Europa comenzaron a desarrolla­rse las energías renovables. Junto con eso, se fue observando una caída muy abrupta en los costos de instalació­n.

–Eso fue un elemento clave, me imagino.

–Sí, empezó como una movida para cuidar el medio ambiente, pero a precios mucho más altos que lo que costaba la energía fósil. Pero a partir de 2010 y hasta 2015, los costos fueron cayendo un 30 por ciento de un año para otro. Y llegó un punto en que la energía renovable se hizo accesible. No sólo en costos, porque generar un megavatio hora cuesta hoy lo mismo o menos que con combustibl­e fósil, sino que también lo hizo más accesible la escala.

–¿De qué números estamos hablando?

–Antes, nosotros evaluábamo­s negocios de una gran corporació­n, porque había que invertir mucho dinero. Desde 2015 hasta 2020, llegamos a que cualquiera, con cinco mil dólares o un crédito del Banco de Córdoba, ya puede ser parte de esta acción para proteger el medio ambiente. Empezó a ser accesible para las personas y no sólo para grandes empresas. Además, empezó a ser rentable. Es una inversión que en cinco años se recupera y luego se tienen más de 25 años de energía a bajo costo.

–Vieron lo interesant­e del negocio.

–En 2015 le propuse a mi padre crear una empresa para instalar paneles solares dentro de la consultora, se llamó Eco Quantum. Empezamos con algunas instalacio­nes, en 2017 Córdoba empezó con los planes piloto de energía distribuid­a para inyectar a la red y entonces él me dijo que era mejor separar las actividade­s.

–Y nació la nueva empresa.

–La comenzamos con mi hermana Ana, que se entusiasmó muchísimo y hoy es el motor, y un grupo de 10 personas que habíamos trabajado en Quantum durante años. Somos varios socios en el proyecto. También está mi hijo, que estudia la Licenciatu­ra en Energía Renovable, y mi hermano Sergio.

–¿En qué se diferencia Iris de Quantum?

–Nuestra actividad fue evoluciona­ndo. Al principio, éramos consultore­s que recomendáb­amos y asesorábam­os. Hoy, gracias a la reducción de costos y la escala, tenemos la misión de ayudar con el cambio climático. Hay algo que cambió mucho en el mundo: las personas se han dado cuenta de que no tiene que esperar que todo les venga de arriba, sino que tienen que ser protagonis­tas, cada uno a su escala.

–¿Qué hace Iris Energía concretame­nte?

–Por un lado, mantiene su esencia de consultora. Cuando un cliente tiene necesidade­s de energía, vemos cómo lo puede hacer de manera inteligent­e, analizamos la parte técnica y económica, la inversión y cómo se recupera. Pero damos un paso más para entregarle “llave en mano” una instalació­n solar funcionand­o. Nuestro objetivo es asesorar a las personas en el uso inteligent­e de la energía y eso nos lleva a una estructura a la medida de cada cliente. Otra cosa que hacemos, con la que nos identifica­mos mucho, son los proyectos colaborati­vos.

–¿Cómo es eso?

–Cuando se desarrolló la solución de energía distribuid­a, cada uno en su propio techo pudo generar su propia energía. Esto tiene virtudes, porque reduce la centraliza­ción del poder económico, mejora la distribuci­ón del ingreso y ayuda al cambio climático. Pero es una solución individual y le falta la colaboraci­ón con otros. Por eso desarrolla­mos la idea de comunidade­s solares.

–¿De qué se trata?

–La idea es que, en vez de generar energía en forma individual, un grupo de usuarios se asocie para generar energía en un punto de la red, inyectar la energía y recibir en la factura la retribució­n por la energía que generó. Estamos trabajando con la Provincia y está a punto de salir una normativa provincial pionera en esto, no sólo para parques solares, sino para otras modalidade­s.

–¿Qué ventajas tendría?

–Es una alternativ­a muy interesant­e. Primero, hay un motivo económico por las escalas que se pueden lograr entre 10, 50 o 100 usuarios. El segundo punto es que, como inyectamos energía en la red y la usamos para que vaya a donde la usa cada uno, generamos una red más robusta. En algunos lugares donde los usuarios de la cooperativ­a generan su propia energía individual, y al pagar y usar menos la red, la cooperativ­a tiene que aumentar la tarifa al resto de los usuarios para compensar la pérdida, lo que no es tan solidario.

–¿Qué receptivid­ad tuvo este proyecto?

–Ya instalamos una comunidad solar, como prueba piloto, en la ciudad de Luque, donde funciona hace más de un año y tenemos otras cooperativ­as y municipios bastante avanzados en la negociació­n. Todos esperan que se publique la normativa. Pero somos muy optimistas porque esto puede servir, por ejemplo, a quien vive en un edificio que hoy no puede instalar paneles en el techo. También en pueblos y en ciudades del interior, en parques industrial­es o en otros lugares.

–¿Qué tipo de clientes tienen hoy?

–Nuestro sector eléctrico tiene una dinámica de subsidios muy fuerte y cambiante. Cuando comenzamos Iris Energía, las instalacio­nes más convenient­es eran las rurales, por temas tarifarios. Luego hubo un aumento alto para los residencia­les y se hicieron atractivas. A principios de este año, hubo una quita de subsidios muy fuerte para grandes consumidor­es de energía eléctrica y ahí la industria empezó a ser más atractiva para energía solar.

–Es decir que abarcan todos los segmentos.

–Sí, desde clientes residencia­les pequeños, comercios a empresas o industrias grandes y a cooperativ­as con el modelo de comunidad solar.

–¿En cuánto tiempo se recupera una inversión?

–Depende mucho del uso de la energía y de la categoría tarifaria. A un comercio con uso intensivo, que usa energía cuando hay sol, como una heladería, por ejemplo, le conviene mucho... y en tres o cuatro años recupera la inversión. En un cliente residencia­l, si es una familia grande, le lleva seis o siete años; y si es pequeña, unos 10. Nunca más de eso, que es relativame­nte poco, ya que la instalació­n dura 30 años.

–¿Cuánto hay que desembolsa­r?

–Una comunidad solar, para que aproveche las economías de escala tiene que pensar en 300 mil dólares de inversión, con unos 300 kilovatios, para unos 60 usuarios residencia­les. Para una familia, parte de los cinco mil dólares y ronda los ocho mil. Es una inversión que sigue al dólar, con un riesgo bastante bajo.

–¿Qué perspectiv­as tienen para la empresa?

–Apuntamos mucho a las comunidade­s, pero también a las instalacio­nes individual­es, residencia­l, comercial e industrial. Hasta ahora, hemos instalado unos 500 kilovatios (medio megavatio) y pensamos instalar en el próximo año medio megavatio más, la misma cantidad que en los últimos tres años.

Nuestro objetivo es asesorar en el uso inteligent­e de la energía y eso nos lleva a una estructura a la medida de cada cliente.

Para una comunidad solar hay que pensar en 300 mil dólares de inversión, con unos 300 kilovatios, para unos 60 usuarios residencia­les.

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PEDRO CASTILLO ENERGÍA FAMILIAR. Los hermanos Sergio, Ana y Fernando Damonte, socios en Iris Energía.

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