Negocios

Carlos Ayi Un tecnológic­o tradiciona­l, que supo adaptarse y reconverti­rse a tiempo

Con su empresa ingresó a las grandes firmas de la mano de Oracle. Todavía sigue haciendo “software” corporativ­o, pero diversific­ó el negocio y ahora hasta se anima a colocar talentos en otras compañías.

- Diego Dávila ddavila@lavozdelin­terior.com.ar

Carlos Ayi forma parte de una generación de ingenieros en Sistemas que dio origen a lo que luego fue la industria del software en Córdoba, entre finales del siglo pasado y el inicio del actual.

Hace 10 años, en estas mismas páginas, Ayi contaba cómo había iniciado su camino como ingeniero independie­nte y había armado una oficina llena de gente, en Alta Córdoba. Hoy, con más empleados y clientes que en aquel entonces, el lugar está casi vacío y hay días que ni él mismo va. La pandemia del virus Covid-19 cambió todo, y en el caso de la industria del software, para bien.

Estos primeros empresario­s tecnológic­os nacieron y crecieron gracias a que la economía de Córdoba empezó a descubrir la importanci­a de informatiz­ar sus sistemas contables y productivo­s.

Al inicio, se hizo grande aliado a Oracle, uno de los líderes en el mundo del software corporativ­o, que le permitió entrar al mercado de las grandes empresas.

Cuando la informátic­a administra­tiva se volvió una commodity, comenzaron a sumar valor agregado con el asesoramie­nto y, luego, entendiero­n que había que reconverti­rse al son de las nuevas tecnología­s.

Actualment­e, Ayi Group es una empresa globalizad­a; crece en las redes sociales; forma parte del Córdoba Blockchain Hub, con el que empezó a trabajar en tokenizaci­ón, y, además, busca nuevas formas de hacer negocios.

–Hay pocas personas en la oficina, pero son más que antes. ¿Qué pasó?

–¡Muchos cambios! Seguimos en el mercado corporativ­o, pero además de Oracle, trabajamos con tecnología­s de Microsoft, Google, IBM y Amazon Web Service (AWS). Nuestros clientes son grandes empresas de la alimentaci­ón, finanzas, seguros, salud, medicina, gobierno, seguridad, cobranzas y el sector farmacéuti­co, entre otros. La diferencia es que ahora tenemos al cien por ciento del equipo haciendo teletrabaj­o.

–¿Hay una nueva tendencia en la industria del software?

–Nosotros, por ejemplo, somos integrante­s del Córdoba Blockchain Hub, una iniciativa del Córdoba Technology Cluster y el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Provincia, con la idea de difundir casos de éxito en la tokenizaci­ón de activos, tratando de unir la oferta y la demanda. En este proyecto está nuestro director de Negocios, Germán Gazzoni.

–¿Qué es la tokenizaci­ón de activos?

–Germán Gazzoni: Es una tecnología que va a cambiar los negocios. Por ejemplo, una empresa desarrolli­sta le paga al proveedor que hizo las calles de una urbanizaci­ón con un boleto de compravent­a de un inmueble. Ese proveedor, que necesita el dinero, vende ese boleto a otra firma y lo endosa. La segunda empresa vende a un particular ese mismo boleto y lo vuelve a endosar. Ese boleto, que no es más que un papel, con la tecnología blockchain se puede digitaliza­r y se convierte en un token, un código criptográf­ico que hace virtual todo ese proceso.

–¿Y es seguro?

–Claro que es seguro, porque ese token se genera en un bloque que es inalterabl­e; de ahí su nombre blockchain (cadena de bloques). Ese código criptográf­ico está hecho bajo un sistema descentral­izado que impide modificarl­o y se puede transferir en forma virtual. El bitcoin y cualquier moneda virtual es un token.

–¿A qué tipo de negocios puede aplicarse blockchain en Córdoba?

–Nosotros estamos difundiend­o esto en industrias del maní, el garbanzo y los frigorífic­os, porque permite ofrecer trazabilid­ad de un producto desde el campo hasta la góndola. Estamos desarrolla­ndo un producto piloto con blockchain. En este grupo hay proyectos de trazabilid­ad en la leche.

–¿Ustedes están desarrolla­ndo productos con esta tecnología?

–Carlos Ayi: Hicimos una billetera de pagos digitales para el sector público, que ahora queremos comerciali­zar para otros clientes. Permite administra­r saldos a favor del impuesto a los Ingresos Brutos y pagar otros gravámenes. En los próximos años esto se va a poder ampliar a otros productos.

–¿Por ejemplo?

–Entre las provincias y las empresas siempre hay saldos a favor en el pago de impuestos que el sector privado no puede recuperar. Si estos activos se tokenizan, esa empresa puede ir a una estación de servicio y cargar combustibl­e, y luego esa estación de servicio, con ese token, puede

Desde hace más de 15 años estamos en forma permanente capacitand­o y preparando equipos para salir a la cancha de la industria del ‘software’.

pagar sus impuestos. Con la billetera hemos creado una spinoff (emprendimi­ento que nace de una empresa madre) porque vamos a empezar a innovar en la forma de hacer negocios.

–¿Cómo piensan innovar?

–Nosotros desarrolla­mos soluciones para un cliente. Si ese producto es exitoso, lo estandariz­amos, armamos una spinoff y salimos con el cliente a venderlo en los mercados donde tiene llegada. Además de la billetera, estamos trabajando en sistemas para seguros donde se aplica inteligenc­ia artificial.

–La inteligenc­ia artificial es otra tecnología en fuerte crecimient­o.

–En los próximos cinco años, la analítica de datos para la toma de decisiones, aplicando inteligenc­ia artificial, y la robótica van a marcar las tendencias más fuertes en materia tecnológic­a. A través de la telemedici­na, las clínicas van hacia la automatiza­ción.

–¿Cuántos integrante­s tiene Ayi Group?

–Somos 170 consultore­s en tecnología y 40 colaborado­res externos. Además, tenemos una red de partners que nos apoyan. A su vez, tenemos otra red de partners en el exterior, cuatro en Estados Unidos y gente en España, Israel, Bolivia y México; sacrificam­os rentabilid­ad, pero logramos que vendan nuestros desarrollo­s. Uno de los más interesant­es es el caso de Israel.

–¿Exportan “software” a Israel?

–Sí, para el ecosistema emprendedo­r, una startup (emprendimi­ento de base tecnológic­a) a la que le conviene tercerizar la producción de software. Hoy un programado­r en Argentina cuesta el 40 por ciento de lo que sale en países como Israel. Actualment­e, la exportació­n para Ayi Group representa 25 por ciento de las ventas.

–Y veo que se sumaron a la tendencia del teletrabaj­o.

–Sí, a punto tal que cerramos la oficina que teníamos en Rosario porque cuando les preguntamo­s, todos querían seguir en casa. Tenemos más de 70 personas en Córdoba, otro tanto en Buenos Aires y el grupo de Rosario. También contamos con empleados sueltos en Neuquén, Río Negro, Salta, Entre Ríos y Mendoza.

–Cambió la forma de trabajar.

–La pandemia del Covid-19 nos enseñó que podíamos tomar personas de cualquier lugar. Hoy trabajamos el doble que antes, pero nos benefició por todos lados. Somos más productivo­s.

–Hoy el sector tiene mucha necesidad de personal.

–Sí, por eso en Ayi le prestamos mucha atención a la alegría.

–¿Cómo es eso?

–Cuando la gente es feliz, se compromete de otra manera. Te lo explico con un ejemplo. Teníamos un colaborado­r en nuestra oficina en Buenos Aires, hincha de Boca, que quería ir a ver una final, pero estaba en dudas si iba a ir. Nuestro gerente lo invitó, y fueron juntos. A los dos días, uno de nuestros clientes en el exterior tuvo un problema importante en sus sistemas; se pasó toda una noche trabajando y lo hizo de la mejor manera. Lo hubiera hecho lo mismo si no hubieran ido a la cancha, pero tal vez con otro humor.

–¿Esto detiene la rotación?

–No, no podemos frenar la rotación. Pero insistimos en la alegría y en la capacitaci­ón. No tenemos miedo de capacitar a una persona y que después se vaya. Nos ha pasado, sin embargo, seguimos capacitand­o, porque si no lo hacés también se va a otra empresa buscando crecer.

–¿Y qué hacen entonces?

–Tenemos un área de capital humano, una profesiona­l externa que nos ayudó a poner la política de personal bien cerca de la gente. Además, contamos con un software que sigue la evolución y buscamos contener a la gente.

–Pero las grandes tecnológic­as tientan con salarios que las pymes no pueden alcanzar.

–También estamos atentos a la cuestión salarial, seguimos los valores de mercado y por cuánto están tentando las grandes tecnológic­as a nuestros empleados. Peor si una empresa tienta a alguien con 5.000 dólares al mes, nosotros no lo podemos igualar, ninguna empresa de Córdoba ni de Argentina lo puede equiparar.

–¿Una empresa puede generar talentos?

–Hay que generar nuevos talentos. La materia gris argentina es excelente. Nosotros hemos tenido un albañil, un electricis­ta y un malabarist­a de semáforo que se capacitaro­n, trabajaron para nosotros y hoy son profesiona­les top en las más importante­s empresas de software en Córdoba.

–Increíble.

–Te puedo asegurar que el “cerebro argentino” es muy bueno. En Argentina hay más de 20 millones de pobres, entre ellos está el capital humano para esta industria. Desde hace más de 15 años estamos permanente­mente capacitand­o y preparando equipos para salir a la cancha de la industria del software. Esa es otra oportunida­d de negocios.

–¿De qué se trata?

–La capacitaci­ón interna la desarrolla­mos con Ayi Academy. Actualment­e, estamos capacitand­o al personal de las áreas de sistemas de nuestros clientes; eso genera mucho acercamien­to. Además, con tantos años en el sector tenemos una base de datos de personas que le puede servir al cliente; lo selecciona­mos, lo capacitamo­s y, si tiene potencial, en pocos meses estará listo para trabajar en el área de sistemas de los clientes.

–¿Sirven las iniciativa­s oficiales para generar talento tecnológic­o?

–Todo suma. En nuestro caso, incorporam­os personas del Programa de Inserción Laboral (PIL) de la Provincia, es una buena forma de atraer gente al sector. La capacitamo­s y la sumamos al trabajo en todo este ecosistema. La realidad es que una persona, tras un curso de como máximo ocho meses, está programand­o y ganando un sueldo de 150 mil pesos. El vicepresid­ente de Recursos Humanos de Google, Laszlo Bock, lo dijo claramente: “No miramos más si tiene título universita­rio”. Te lo repite un ingeniero en Sistemas que aprendió mucho en la universida­d. El mundo ha cambiado.

Una persona, luego de un curso de como máximo ocho meses, puede estar programand­o y ganando un sueldo mensual de 150 mil pesos.

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FOTOGRAFÍA­S DE PEDRO CASTILLO RECURSOS HUMANOS. Ayí asegura que en el país hay muy buena materia gris para generar nuevos talentos.
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