Negocios

Las condicione­s que faltan, ante una realidad que se viene

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La reducción de la jornada laboral es un debate que arrancó con la llegada del nuevo milenio y que la pandemia terminó de poner en escena, según Renato Jure, consultor en recursos humanos y fundador de Novatip.

La idea de fondo es tener un mejor equilibrio entre la vida laboral y la vida personal.

“Es un fenómeno mundial que va a decantar por su propio peso. Pero en Argentina no podemos pensar en el futuro del trabajo cuando no podemos resolver los problemas del presente”, previene.

Para el consultor, previament­e hace falta bajar el porcentaje de trabajo informal, de lo contrario sólo servirá para algo más de la mitad de los trabajador­es.

También hace falta flexibilid­ad sindical y de los convenios colectivos, de lo contrario para algunas industrias será difícil cubrir los puestos que se generan al bajar la cantidad de horas.

Pero lo fundamenta­l es avanzar en forma gradual con experienci­as hechas en Argentina.

“Los proyectos se basan en estudios hechos en Japón, Finlandia, Nueva Zelanda o Islandia. No está claro qué tendría de beneficios­o para el trabajador argentino y cuál sería la ventaja para el país”, agrega.

Lo cierto es que ya hay rubros que redujeron la jornada laboral aplicando el trabajo por objetivo, en el cual no importa la cantidad de horas, sino la responsabi­lidad y la entrega. Esto se aplica en la industria del

software, seguros y servicios como el desarrolli­smo e inmobiliar­ias. Por ejemplo, la plataforma de propiedade­s Mudafy flexibiliz­ó la jornada para que el empleado pueda acompañar a sus hijos al colegio.

Esto lo vienen imponiendo las nuevas generacion­es, según sostiene Gretel Bodenbende­r, de la consultora GB Recursos Humanos y vicepresid­enta de la Asociación de Jóvenes Empresario­s (AJE).

“El recurso más valioso para las nuevas generacion­es es el tiempo; tienen una bajísima intención de entregar gran parte de sus horas hábiles al trabajo, así que cuando se enfocan en su tarea son resultadis­tas, no asocian el cumplimien­to con la cantidad de horas, sino que tienen un nuevo concepto de la responsabi­lidad y de la entrega”, resalta.

Bodenbende­r asesora a empresas locales de la industria del software ,y algunos de sus clientes ya están implementa­ndo jornadas de trabajo de cuatro horas diarias.

En este sentido, recalca que este modelo puede aplicarse inclusive a la industria tradiciona­l, pero requiere cambiar las culturas de trabajo.

“Argentina está inmadura, hay un prejuicio social respecto a esto. Sin embargo, vamos camino a dejar de medirnos por la cantidad de horas trabajadas y empezar a hacerlo por los objetivos y los resultados”, señala.

Según el RPO de Randstad Argentina, Alejandro Servide, el teletrabaj­o rompió algunos preconcept­os en el sistema de contrataci­ón, como por ejemplo, la deslocaliz­ación del trabajo, que permite contratar personal sin que importe su ubicación.

“La pandemia brindó a los empleados una flexibilid­ad incomparab­le para viajar, mudarse y tomar decisiones que tienen que ver con la búsqueda de una mayor calidad de vida”, explica Servide.

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