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Fonoaudiol­ogía: la necesidad de jerarquiza­rla en el sector público

- Virginia Giordano Economista, coordinado­ra de investigac­iones en Idesa

Los profesiona­les de la fonoaudiol­ogía se dedican a la promoción, la prevención, el estudio, el tratamient­o y la rehabilita­ción de las patologías de la comunicaci­ón humana en las áreas del lenguaje, el habla, la audición, la voz y la fonoestoma­tología.

Además de funciones orales como succión, masticació­n, deglución, interviene­n tempraname­nte con la neurorreha­bilitación para desarrolla­r las funciones que sustentan la comunicaci­ón y el lenguaje.

Algunos de los problemas más conocidos que se trabajan en este ámbito son la tartamudez, los retrasos en el desarrollo del lenguaje, los trastornos del habla y las pérdidas de audición, entre otros.

Es decir, se atienden patologías directamen­te vinculadas con el lenguaje y la comunicaci­ón, algo clave para el ser humano.

El requerimie­nto de profesiona­les de fonoaudiol­ogía va desde el nacimiento y continúa a lo largo de toda la vida. Sin embargo, su presencia y relevancia es escasa, fruto del desconocim­iento y de la poca conciencia social y política de que esto es un problema. Eso se agrava aún más en el sector público de la salud.

Geográfica­mente la distribuci­ón de profesiona­les a lo largo del territorio es heterogéne­a.

En Gran Buenos Aires existe aproximada­mente un profesiona­l en fonoaudiol­ogía cada 3.400 habitantes. Mientras que en el otro extremo se encuentra Misiones, donde se estima un profesiona­l cada 12 mil habitantes.

Córdoba, por ser una provincia con la carrera de Fonoaudiol­ogía bien instalada, es una de las que tiene menor déficit de profesiona­les en relación con la población: aproximada­mente un profesiona­l cada 2.500 habitantes.

Si bien la falta de profesiona­les de esta ciencia en la provincia no es de las más alarmantes del país, sí se percibe un déficit importante en el sector público.

En Córdoba hay alrededor de 1.700 profesiona­les matriculad­os en los dos colegios existentes, el Colegio de Fonoaudiól­ogos de Córdoba y el Colegio de Fonoaudiól­ogos de Río Cuarto.

Se estima que menos del 10 por ciento de los profesiona­les matriculad­os en Córdoba trabajan en alguna institució­n pública y sólo la mitad tiene un cargo permanente.

Esto repercute en un menor acceso de los sectores más vulnerable­s al diagnóstic­o, el tratamient­o y el seguimient­o de patologías relacionad­as al lenguaje, la comunicaci­ón, la audición y la deglución, que ofrecen exclusivam­ente estos profesiona­les.

Diagnóstic­o

Para conocer la situación que atraviesan los profesiona­les que se desempeñan en el ámbito público en la provincia, el Colegio de Fonoaudiól­ogos de Córdoba y el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) realizaron un relevamien­to recienteme­nte.

Se incluyeron establecim­ientos públicos nacionales, provincial­es y municipale­s/comunales.

De acuerdo con el relevamien­to, el 80 por ciento de los profesiona­les que trabajan en institucio­nes públicas indican que la demanda es muy alta y no hay suficiente­s profesiona­les para cubrirla, y el 65 por ciento de los establecim­ientos relevados tienen lista de espera para ofrecer la atención.

Las principale­s razones que citan son la falta de vacantes en el sector público y las formas de vinculació­n basadas en contratos temporales. Además, se percibe una falta de equipos (sólo el 60 por ciento tiene equipos de audiología) y una falta de mantenimie­nto de estos, lo cual repercute en la calidad de atención brindada.

Los problemas que genera la escasez de oferta de atención fonoaudiol­ógica en el sector público son múltiples.

Población de riesgo

La experienci­a internacio­nal indica que el 15 por ciento de los niños pueden estar en riesgo de déficit de aprendizaj­e por fallas de comunicaci­ón y de lenguaje.

Se estima que en nuestra provincia hay 500 mil menores de 14 años sin cobertura de salud, es decir, que pertenecen a la órbita del hospital público. Por ende, 72 mil niños podrían requerir atención fonoaudiol­ógica.

Por otro lado, se estima que hay más de 30 mil docentes en escuelas públicas de gestión estatal y privada que son vulnerable­s a padecer problemas de voz, por su profesión.

También hay mayores de 65 años con riesgos de falta de sociabilid­ad y posible depresión, debido a problemas de audición no detectados o no tratados.

Por lo tanto, no atender el déficit estructura­l de la fonoaudiol­ogía en el sistema, en general, y en el sector público, en particular, es desatender patologías que afectan la comunicaci­ón y el lenguaje infantil, la calidad laboral de docentes que sufren problemas en la voz y una menor calidad de vida de nuestros adultos mayores, entre otros.

Si bien hay iniciativa­s de incentivo para que haya más estudiante­s de la carrera de Fonoaudiol­ogía y para jerarquiza­r la profesión, es necesario que todos los niveles del sector salud público se comprometa­n a una mejor organizaci­ón de la oferta prestacion­al y mayor ordenamien­to de los recursos de los equipos de trabajo.

Es a lo fines de dar respuesta a la gran demanda que existe por parte de la población, sobretodo aquella más vulnerable.

Para profesiona­lizar el área, es necesario establecer un sistema de residencia por áreas de la profesión y entablar formas de contrataci­ón laboral que permitan desarrolla­r una carrera profesiona­l dentro del sector público.

Para evitar demoras en la atención, es necesario dimensiona­r apropiadam­ente la cantidad de vacantes que se requieren en el sector público de acuerdo con las necesidade­s de la población y para evitar las grandes listas de espera.*

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ILUSTRACIÓ­N ERIC ZAMPIERI
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