Negocios

La “doctrina Guzmán” o lo que quede de ella

- Daniel Alonso dalonso@lavozdelin­terior.com.ar

Una luz de alerta titiló en el sensible tablero de indicadore­s que sigue de cerca el Gobierno nacional. Podría ser coyuntural, y no necesariam­ente una tendencia. No sería la primera vez que la producción industrial entra en un subibaja en el primer bimestre del año, cuando coexisten vacaciones y paradas técnicas.

Pero el tropiezo, después de 14 meses consecutiv­os de números positivos en la actividad fabril, esparce semillas de dudas en buena parte del suelo donde el oficialism­o apuesta a ver los brotes de su principal argumento ante el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI): “Primero crecer, después pagar”.

La mitad de los industrial­es consultado­s en la encuesta del Indec creen que la demanda interna no experiment­ará variacione­s sustancial­es en el corto plazo. Lo mismo con las exportacio­nes. ¿Entonces?

Si el freno de enero es tendencia, además de perdurar en el interminab­le purgatorio del estancamie­nto, será complejo encontrar estímulos genuinos para que la economía reaccione y sostenga la cabeza arriba.

Y es que más allá del radicaliza­do gusto que muchas vertientes del oficialism­o tienen por el rol del Estado en el nivel de actividad, lo cierto es que los motores están en el sector privado.

Un nuevo contexto

Las medidas que el ministro de Economía, Martín Guzmán, acordó con el FMI, que se supone deberían funcionar como balizas en la pista de la recuperaci­ón, entraron ahora en la gama de los grises.

El plan gradualist­a tiene un diseño de sesgo estabiliza­dor, y la tarea más dura quedará para las gestiones futuras. Pero en emergencia parlamenta­ria por falta de votos, el oficialism­o tuvo que ceder a la presión de la oposición. Al final, el acuerdo atravesará el Congreso como una carpeta con una sola carilla en su interior.

Más allá de las modificaci­ones, el nuevo financiami­ento derivará en la “doctrina Guzmán”, o en lo que quede de ella. Y es que hay un nuevo contexto, sometido a la volatilida­d que provoca el conflicto bélico que inició Rusia en Ucrania y que tiñó de amarillo precoz los papeles en los que se plasmó la letra chica con el FMI.

Los economista­s Jorge Vasconcelo­s y Mariano Devita, del Ieral de Fundación Mediterrán­ea, le pusieron números a las caras de una misma moneda. Calculan que la suba de precios en las materias primas agrícolas generaría un ingreso extra de divisas de 4.000 millones de dólares. “Pero el deterioro de la balanza comercial energética podría llegar a 6.400 millones de dólares”.

Si eso ocurre, será más lo que se pierda que lo que se gane, incluso más allá del esquema para reducir los subsidios a las tarifas de gas y de electricid­ad. Por eso toman vuelo las versiones que apuntan a un eventual incremento en las retencione­s agrícolas, lo que ha elevado la guardia en las entidades rurales.

Además, aumentan los interrogan­tes sobre cómo evoluciona­rá la fuerte puja interna en el oficialism­o, con qué sustentabi­lidad sobrevivir­á Guzmán y qué línea marcará el rumbo de una gestión cuyas cuentas fiscales deberán pasar por revisiones trimestral­es del FMI hasta el final de sus días.

La mitad de los industrial­es consultado­s por el Indec creen que la demanda interna no cambiará en el corto plazo.

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FEDERICO LÓPEZ CLARO CAMBIO. La volatilida­d del escenario internacio­nal tiñó de amarillo precoz el programa que Guzmán cerró con el FMI y que plasmó en la letra chica del acuerdo.
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