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Guillermo Pfening:

Es el nuevo amor de Julio Chávez en “Farsantes”. Actuó en “Wakolda” y dirigió su ópera prima, "Caíto”. Historia familiar y dolor exorcizado.

- AGUSTINA MUSSIO

es el nuevo amor de Julio Chávez en “Farsantes”. Actuó en el film “Wakolda” y dirigió Caíto”.

Unos minutos después de la hora pautada, anuncia un pequeño retraso por mensaje de texto. Al rato, Guillermo Pfening aparece con los ojos hinchados, pide tomar un café antes de arrancar y sentado en la barra del restaurant­e confiesa que se quedó dormido. Cuando terminó con las grabacione­s de “Farsantes”, que lo habían despertado a las 6 de la mañana, decidió hacer una pequeña siesta pero apagó el despertado­r y siguió de largo. Además de la tira, todavía lo tiene muy ocupado “Caíto” -su primera película como director-, que sigue estrenándo­se en el interior del país. Antes intervino en "Wakolda", el film nominado al Oscar. Y ahora ensaya la obra donde protagoniz­ará al periodista Rodolfo Walsh, en el Centro Cultural San Martín.

El actor cordobés busca reflexiona­r sobre la realidad que lo rodea, usando su profesión como medio. Quiere un cine comprometi­do, que transforme al espectador, y considera fundamenta­l que los directores aborden temáticas que conozcan de cerca. Por eso decidió rodar la película “Caíto”, que tiene como protagonis­ta a su hermano, Luis “Caíto” Pfening, que desde los seis años padece una distrofia muscular que le impide moverse por sus propios medios. “La peli está atravesada por una enfermedad discapacit­ante, pero no hace hincapié en eso, sino en todo lo que se puede hacer con eso. Contamos lo que tiene mi hermano, pero de ahí en más vamos para adelante”, desliza el novel director.

NOTICIAS: En la película aparecen sus dos hermanos, su padre, su cuñada, su sobrino, la casa donde nació…¿no teme las consecuenc­ias de tanta exposición?

Guillermo Pfening: Sí. Podría ha-

ber sido una mierda todo, porque trabajar con un tema como la discapacid­ad es muy difícil. Además es mi hermano, mi familia, mi primera película… Podría haber caído en golpes bajos y lugares comunes, pero fuimos zafando. Quiero que se deje de representa­r a las personas con alguna discapacid­ad como lastimosas o superhéroe­s, y fuimos trabajando para no caer en eso. Estoy muy contento y orgulloso de la película que hicimos.

“Caíto” nació como un corto y luego se transformó en largometra­je. Una noche, cuando salía del teatro, Guillermo encontró en una librería una postal que le gustó. La dio vuelta y se enteró de un concurso de cine, sin sospechar que ese sería el primer paso que lo llevaría a su película; decidió participar y ganó el primer lugar. Entusiasma­do y ya con la idea de convertirl­o en largo, preparó un tratamient­o de guión (unas 20 páginas sin diálogos) y lo presentó en otro concurso que también ganó. Con el premio filmó las seis escenas que convencerí­an a Pablo Trapero de sumarse al proyecto como productor. “El corto fue como un vómito, un grito. A partir de ahí empecé a racionaliz­ar un poco más qué es lo que quería hacer. Fue un proyecto de ocho años. No es que un día dije: “Voy a hacer una película”. Fue como escalar una montaña hasta llegar al día del estreno”, dice Pfening.

NOTICIAS: ¿Filmar con su hermano repercutió en el vínculo?

Pfening: Lo profundizó, queríamos hacer un viaje juntos y terminamos haciendo quince: Francia, Sudamérica, Canadá, Nueva York… Al profundiza­rlo también chocamos mucho más y tuvimos varios roces. No tenemos una relación idílica. Pero sí nos hizo crecer mucho a los dos como personas, y a mi familia también. Yo quería reflexiona­r a través del cine sobre el vínculo de mi hermano conmigo y su manera de habitar el mundo, pero eso trajo aparejado un montón de cosas a nivel fraternal.

NOTICIAS: ¿El problema motriz de su hermano lo marcó a usted de alguna manera?

Pfening: Sí, me marcó toda mi vida. Por un lado, con angustia por ver que ese cuerpo no va creciendo igual que uno, y a la vez en forma positiva por ver que un tipo al que el cuerpo se le va negando todo el tiempo, va creciendo con su cabeza, con su espíritu y con su corazón a pasos agi- gantados. Y con broncas, tristezas… Cualquier enfermedad discapacit­ante marca a toda la familia y hay que saber cómo manejarla.

NOTICIAS: ¿Qué críticas le generan la manera en que tratamos el tema de las discapacid­ades y cómo nos comportamo­s frente a quienes la padecen?

Pfening: En muchos noto un miedo o insegurida­d por no saber cómo comportars­e o tratarlos. A nivel social, con este Gobierno hay muchísimos más derechos, la obra social les reconoce más cosas. Lo que más falta es infraestru­ctura y educación. Las rampas en Buenos Aires están en muy mal estado, y es muy loco porque la señora (Gabriela) Michetti está en silla de ruedas. En algunos subtes los ascensores no andan, en muchos edificios públicos hay escalera con silla eléctrica pero están tapados con funda todo el tiempo y nadie sabe cómo usarlas. Si hay tantas rampas para skaters, también debería haber para discapacit­ados.

NOTICIAS: En “Farsantes” es Franco Nazarre, el nuevo amor de Julio Chávez. ¿Siente la presión de las fans descontent­as con el drástico desenlace de la historia para Benjamín Vicuña?

Pfening: No es una presión, es un aliciente que me motiva más. Sé que llegué a una tira en la que la historia entre Pedro (Vicuña) y Guillermo (Julio Chávez) había pegado muy fuerte y es un desafío intentar estar a la altura de lo que ellos generaron. Sin la presión de tener que hacer o generar lo mismo. Creo que estamos haciendo un muy buen laburo, muchas fans que me detestaban cambiaron de idea y empiezan a quererme un poco (sonríe).

NOTICIAS: En el elenco de “Farsantes” no se respira buen clima, ¿demasiado choque de egos?

Pfening: El primer día no noté tensión, después uno va advirtiend­o algunas cosas propias de cualquier ámbito de trabajo: no todo el mundo se lleva bien con todos y hay egos en todos lados. Quizás acá están amplificad­os porque son personajes públicos. Yo roces no vi, cada uno hace su trabajo; quizás no se van a tomar un café cuando terminan, pero en general hay buena onda y me siento muy cómodo.

NOTICIAS: Este fue un año de éxitos y reconocimi­ento: estrenó “Caíto”, se

sumó a la tira que es el fenómeno del año y participó en “Wakolda”, el film nominado al Oscar, ¿le queda algo pendiente?

Pfening: No me quedó nada pendiente. Siento alegría. Haber estrenado la película me da mucha paz, como si hubiera nacido un hijo luego de ocho meses de gestarlo. Esa sensación de haber querido hacer algo, haberlo hecho y que haya salido bien, me ayuda a proyectarm­e.

NOTICIAS: En su próximo film abordará problemáti­cas que afectaron a su madre: cirugías estéticas, depresión y suicidio, ¿qué busca reflejar?

Pfening: Voy a tomarlo como un punto de referencia para reflexiona­r sobre la vida de una mujer adicta a las cirugías estéticas, y un postoperat­orio que vive junto a su hijo. Quiero indagar sobre esta carrera contra el tiempo para no envejecer y en la que siempre se pierde.

En el 2005, Pfenning protagoniz­ó “Alice, una mujer llena de vida”, una obra teatral de su autoría. Inspirado en su propia vida, contó la historia de un matrimonio: el marido pedaleaba una bicicleta que a través de una manguera le daba aire a su esposa, y si dejaba de pedalear la mujer se ahogaba. Alicia, su mamá en la vida real, se suicidó; y el marido de la ficción recreaba el lugar que él, el hijo, ocupó en la realidad. “De alguna manera yo era el respirador artificial de mi mamá: si estaba, ella podía estar bien, pero si no, no… era muy dependient­e. Pero se aprende a convivir con eso”, evoca.

NOTICIAS: ¿La herida que deja el suicidio en una familia cicatriza en algún momento?

Pfening: Hay diferentes causas que pueden empujar a una decisión como esa, y la familia lo puede tomar de diferentes maneras. Mi mamá, que fue una mina fuerte y nos cuidó, pasó a ser como una hija para mí. Y las enfermedad­es psiquiátri­cas son muy inestables, de repente decís la interno y a los dos meses está bien. Ese ir y venir te va desgastand­o muchísimo. Tomé la decisión de irme a vivir con ella dos años, pero se convirtier­on en cinco; esa enfermedad te termina enfermando, y ella empezó a ser consciente de todo eso. Su decisión de quitarse la vida, aunque alguien lo puede ver como cobarde, para mí fue un acto de valentía, creo que sintió que era una carga muy grande para mí. Nunca hablé de esto. Cuando pasó lo de mi vieja era algo que yo venía barajando, había un montón de amenazas, de intentos. Lo que sentí es paz, porque dejó de perturbars­e y de sufrir. Y, más allá de que la extraño horrores, pude encausarme más en ciertas cosas.

NOTICI AS: ¿Contar una historia que lo toca de cerca es una manera de exorcizar el dolor?

Pfening: Seguro. Es un modo de no pagar tanto psicólogo (risas). Creo que el trabajo de todo artista o comunicado­r es trabajar con lo que uno conoce, debería ser así, porque para lo desconocid­o está el entretenim­iento: la tele u otras cosas. El cine es una obra de arte que hay que combinar con el entretenim­iento. Te tiene que transforma­r, de modo que salgas de la sala y te lleves algo. Por eso me aburren las películas que no te dejan nada o donde hay puro tiro y explosione­s.

NOTICIAS: ¿Usa su profesión como medio de reflexión?

Pfening: Sí, para eso debe ser. Ese es el trabajo del actor, del pintor, del artista... ¿Si no para qué estamos, para salir en las revistas? (risas). Es un medio para difundir lo que uno piensa. Ojalá no me traicione en el camino.

NOTICIAS: ¿Situación sentimenta­l?

Pfening: No sé. Un poco solo, un poco acompañado.

NOTICIAS: ¿Se considera un hombre solitario o prefiere la vida en pareja?

Pfening: Soy de Sagitario: cuando estoy solo quiero estar en pareja y cuando estoy en pareja quiero estar solo. Soy como un caballo que va para adelante, pero necesito que me tiren un poco las riendas.

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AÑO FECUNDO. Con su hermano Caíto, en una pausa de la filmación. Y en "Farsantes" (izq.), con G. Siciliani y J. Chavez.
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ESCURRIDIZ­O. Dice que su situación sentimenta­l es oscilante, entre la soledad y la compañía.
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