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LAS DOS CARAS DEL PRESIDENTE COQUI

Nuevo vocero del Gobierno, fue menemista y duhaldista. Su infancia pobre en el Chaco y el fanatismo católico. El plan 2015.

- NICOLÁS DIANA RODIS RECALT ( DESDE CHACO) ndiana@perfil.com rrecalt@perfil.com

Uno de los primeros llamados que hizo Jorge Milton Capitanich cuando se enteró de que iba a ser jefe de Gabinete fue a su ex esposa, Sandra Mendoza, con quien mantuvo algunas de las peleas más bizarras e impactante­s de la historia política. Buscaba contenerla frente al nuevo desafío que le acababa de otorgar la Presidenta: “Voy a ser el próximo jefe de Gabinete”, le dijo seco. Sandra jura que lo tomó con indiferenc­ia y que respetó el pedido de Capitanich para que mantuviera un estricto perfil bajo durante su gestión. Esta vez, “Coqui” necesitaba brillar y no quería volver a embarrarse por las locuras de su ex mujer.

Sin el peso de “la Sandra”, como le dicen en el Chaco, Capitanich se siente más seguro para marcar la agenda y empezar a diagramar su futuro que tiene una parada clave en el 2015. Por ahora no lo piensa decir en público, pero sueña con ser presidente y heredar el lugar que Cristina tendrá que dejar dentro de dos años. Su desembarco en la Casa Rosada lo convirtió en el vocero oficial de un Gobierno que no estaba acostumbra­do a dar respuestas. Su hiperactiv­idad, que lo lleva a trabajar hasta 16 horas al día, sacudió la modorra del oficialism­o que parecía paralizado tras el reposo obligado de la Presidenta. Y ahora, esa misma hiperactiv­idad empieza a generar recelos entre ministros y funcionari­os. En 15 días de gestión se reunió con más de diez gobernador­es incluidos los opositores Mauricio Macri y Antonio Bonfatti, y su posible rival en el 2015, Daniel Scioli. Visitó el Congreso, estableció metas de gestión, se reunió con todos los ministros, habló en la conferenci­a de la Unión Industrial Argentina (UIA), viajó al Paraguay para diagramar políticas para luchar contra el dengue y le puso la cara al giro a la derecha que el Gobierno puso en marcha tras la derrota en las elecciones: explicó sin inmutarse el acuerdo con Repsol, el aumento del 20% al 35% para las compras con tarjeta en el exterior y la negativa del Gobierno a dar un plus a jubilados para fin de año. Y hasta habla con los periodista­s a diario, una herejía para el antiguo libreto K.

Capitanich es un pragmático. Un peronista de paladar negro. Experto en economía. Que gobernó con mano firme el Chaco, su provincia, donde dejó un manojo de denuncias de corrupción que incluyen el desvío de fondos públicos al Club Sarmiento que él mismo presidió. Ultracatól­ico, va todos los domingos a misa. Es descendien­te de yugoslavos, tiene dos hijas y un origen humilde. Pasó de vivir en un paraje rural llamado “La Montenegri­na” a amasar un patrimonio de 3.796.122 pesos. “En el primer trimestre de 2014, acomodamos los números de la economía. Si sale bien, tengo todo por ganar”, se ilusiona.

VA POR TODO. Capitanich se enteró

Capitanich la llamó a su ex Sandra Mendoza para decirle que iba a ser jefe de Gabinete. Quería evitar un escándalo.

una semana antes de que iba a llegar a la Jefatura de Gabinete. Se lo comunicó Cristina y en los días previos a que se conociera el anunció hubo varias reuniones en Olivos y algunos llamados telefónico­s para coordinar cómo sería la nueva gestión. “Todo lo que se ve ahora, su hiperactiv­idad y su fiebre de anuncios, fue consensuad­o con la Presidenta. 'Coqui' no da un paso sin la autorizaci­ón de ella”, dicen en la Casa Rosada. En esas reuniones, Capitanich y Cristina se pusieron de acuerdo en sacar del Gobierno al entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Fue un pedido del jefe de Gabinete consensuad­o con el ministro de Economía, Axel Kicillof, quien sabía que lo necesitaba afuera para tener crédito en su cargo. En el 2009, cuando Néstor Kirchner perdió las elecciones contra Francisco de Narváez, “Coqui” ya le había propuesto a Cristina que lo echara a Moreno. Esta vez le hizo caso. Con Kicillof, a quien conoce desde que trabajaron juntos en el Ministerio de Desarrollo Social en los '90 menemistas, se lleva de maravillas. “Estos son todos pibes míos”, les dijo a sus colaborado­res apenas Kicillof presentó a su equipo. Los conocía desde la época en que trabajaba con el actual ministro de las patillas. “Coqui” es uno de los pocos funcionari­os que se animan a hablarle sin vueltas a la Presidenta y que no tiene problemas en mostrar sus diferencia­s. Ambos se conocen de cuando eran senadores. Fueron compañeros de la Cámara alta entre el 2001 y el 2007, con una breve interrupci­ón en el 2002, cuando Capitanich fue jefe de Gabinete de Eduardo Duhalde.

Tienen una relación de confianza. Cristina, en el Congreso, solía llamarlo “Coquipedia”, por su excelente memoria para citar cualquier número del pre-

supuesto sin recurrir a los papeles.

Ahora, junto a Cristina, Capitanich coordinó el giro pragmático que acaba de mostrar el Gobierno y que incluyó el pago a Repsol por la expropiaci­ón de YPF y un posible ordenamien­to de los subsidios.

Capitanich se trajo a Buenos Aires un equipo de chaqueños para que lo ayuden a gestionar y elaborar un plan que lo lleve a ser candidato en el 2015. Nombró como asesor jurídico a Jorge Alcántara y propuso a Néstor Avalle para que lo reemplace en el directorio del AFSCA. También trajo a Mónica Zorrilla como subsecreta­ria de Gestión y Empleo; a Fabricio Bolatti como secretario de Evaluación Presupuest­a- ria y a su secretaria Analía Alexandra Rach como coordinado­ra de la Unidad Ministro de la Jefatura de Gabinete. Esta semana ganó más espacio en el Gabinete. Tras la renuncia de Juan José Mussi, nombró en la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentabl­e al ex ministro de Infraestru­ctura del Chaco, Omar Judis.

Sus movimiento­s empiezan a generar recelos dentro del Gobierno. Con el ministro del Interior, Florencio Randazzo, no tiene buena llegada. Randazzo también quiere sumarse a la carrera para el 2015 y sabe que si le va bien a Capitanich, sus chances disminuyen. Con el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, ya tuvo varios cortocircu­itos. Apenas asumió en la Jefatura de Gabinete les pidió a los técnicos informátic­os que instalaran en su despacho dos monitores con el sistema para ver el minuto a minuto de la recaudació­n. Es el mismo que tiene Echegaray en su despacho de la AFIP. Hasta ahora, era el único funcionari­o que podía ver esos números. El jefe de la AFIP lo tomó como una mojada de oreja. Además, “Coqui” nombró como su segundo a Carlos Sánchez, un técnico con más de 20 años de carrera en la AFIP que reportaba a Echegaray.

SANGRE CHAQUEÑA. Corría el año 2006. Capitanich aún no había ganado la gobernació­n del Chaco. Él

junto a otros dirigentes había ido a un cóctel en el que el invitado estelar era el asesor político James Carville, el mismo que trabajó para la campaña presidenci­al de Bill Clinton. En medio del convite, “Coqui” se escabulló entre los asistentes para poder hablar mano a mano con Carville. El asesor le preguntó por sus aspiracion­es políticas. Decidido, Capitanich le contestó: “Yo quiero ser presidente. Pero tengo claro que para eso primero tengo que ganar en mi provincia”. Un año después lo elegían gobernador.

La provincia la manejó con mano firme. Y al igual que los Kirchner, mostró hacia afuera una imagen diferente que la real. Es brutal con la oposición y no muestra la misma empatía con los medios opositores del Chaco que la que brinda hoy desde la Jefatura de Gabinete cuando da conferenci­as de prensa todos los días. La oposición chaqueña denuncia que cambió las estadístic­as provincial­es que le daban números adversos. Suspendió el índice de precios que daba altas cifras de pobreza y optó por el índice que elaboraba Moreno desde el INDEC, lo que le permitió anunciar la virtual eliminació­n de los indigentes chaqueños. Además, en el 2012 el INDEC sostuvo que Resistenci­a tenía los niveles más bajos de desempleo con el 0,4% de personas sin trabajo. Según el Centro de Estudio e Investigac­ión Social, una ONG chaqueña independie­nte, el 32 por ciento de los chaqueños es pobre y el 11 por ciento es indigente.

Al igual que los Kirchner, Capitanich manejó la provincia con discrecion­alidad. NOTICIAS accedió a documentac­ión que prueba cómo el gobernador derivó fondos que por ley debían ser invertidos en obras de “infraestru­ctura sanitaria, educativa, hospitalar­ia, de vivienda o vial” y los usó para construir el estadio del Club Atlético Sarmiento que él mismo presidía.

Los documentos surgen de un pedido de informes que realizó la Cámara de Diputados chaqueña a partir de transferen­cias de dinero que fueron a parar al Club Sarmiento. Lo cierto es que en el 2009, el Chaco adhirió por decreto al Fondo Federal Solidario, un instrument­o que había creado el Gobierno nacional para derivar fondos a las provincias y municipios. La plata se sacaba de un impuesto que se les aplicaba a las exportacio­nes de soja. La única limitación que imponía el decreto era que los fondos recibidos debían ser destinados para obras viales, sanitarias y educativas. Además, no podían ser utilizados para gastos corrientes. Pero Capitanich, a pesar de esa limitación, decidió destinar 11.875.995 pesos del Fondo Federal Solidario para construir el estadio de su club. Fueron cuatro envíos y las facturas figuran en el informe que el Ejecutivo chaqueño presentó a la Cámara de Diputados. En ese expediente también figura el convenio que firmó el Club Sarmiento con la provincia para recibir los fondos para la construcci­ón del estadio. El convenio que se firmó el 30 de septiembre del 2010 lleva la firma del entonces vicepresid­ente del club Luis Eduardo Valls y del ministro de Infraestru­ctura chaqueño, Omar Judis, el mismo que ahora llega a Medio Ambiente tras la salida de Mussi. Consultado­s por NOTICIAS, desde la gobernació­n chaqueña dijeron que hubo un acuerdo con el club para que cediera terrenos

para que la provincia construyer­a viviendas públicas. Esa habría sido la condición para que reciba los fondos para terminar el estadio.

Hubo otros escándalos que salpicaron la gestión Capitanich. En el 2008 lanzó Aerochaco, un emprendimi­ento aerocomerc­ial que era gerenciado por MacAir, la empresa de taxis aéreos de la familia Macri. El negocio fracasó y le costó a la provincia cerca de 15 millones de dólares que le pagaron a MacAir por horas de vuelos y compensaci­ones.

También fue denunciado por irregulari­dades en la construcci­ón de viviendas de la Fundación Sueños Compartido­s, el emprendimi­ento que llevaba adelante Sergio Schoklende­r y las Madres de Plaza de Mayo. Hubo denuncias de sobrepreci­os que nunca se investigar­on.

ASÍ PIENSA. “Para llegar al poder hay que cumplir con tres variables”, dice Capitanich. “Carisma, liderazgo y territoria­lidad”, explica en tono amable a sus interlocut­ores. Y jura que él cumple con las tres. De perfil obsesivo, a “Coqui” le gusta diagramar planes y estrategia­s. En un libro que escribió en el 2012, llamado “Más y Mejor Estado”, explica, por ejemplo, su plan comunicaci­onal, el mismo que ahora articula desde la Jefatura de Gabinete: “Se basa en la intersecci­ón entre lo que debemos comunicar como gobierno, las expectativ­as de los ciudadanos y la agenda de noticias desplegada por los medios de comunicaci­ón”. Y agrega: “Ya no basta con hacer las cosas bien; hoy es necesario comunicarl­o”. Ese libro, paradójica­mente, tiene un prólogo escrito por Juan Manuel Abal Medina, el gris funcionari­o a quien la Presidenta desplazó para que asuma “Coqui”.

Pero sus planes, que suele diagramar con paciencia, no siempre salen bien. Mientras ascendía en su carrera política, gobernaba Chaco y cada vez tenía más poder, su matrimonio se derrumbaba. Sandra Mendoza, su ahora ex esposa, fue uno de los grandes dolores de cabeza de “Coqui”. En el 2009, cansado de sus desbordes, Capitanich la declaró “peligrosa para la integridad física de su hijas”, Jorgelina y Guillermin­a, y dio por concluida una etapa de peleas públicas que incluyeron el atrinchera­miento de “la Sandra” en la residencia de la gober-

nación y una huelga de hambre, entre otros episodios bizarros. Hoy las hijas del matrimonio viven en Buenos Aires bajo la tutela de Fernanda Iogna, una kinesiólog­a que fue amiga de Mendoza y a quien la ex de Capitanich ahora acusa de “apropiarse” de su familia (ver recuadro).

“Coqui” ya había intentado dejar a Sandra en el 2002 cuando era jefe de Gabinete de Eduardo Duhalde, pero tuvo que desistir cuando ella lo amenazó con ventilar una serie de documentos que hablaban de supuestas cuentas de Capitanich en el exterior. Tras las amenazas, Sandra se reunió con un histórico dirigente del PJ chaqueño al que le confesó: “Hay que investigar las cuentas en las Bahamas, Nueva York, Panamá y Lichtenste­in”. El hombre se sorprendió: “¿Pero de cuánta plata estamos hablando?”. Dice que ella le respondió: “Más de 35 millones de dólares”.

La fortuna de “Coqui” siempre fue un misterio y levantó sospechas en el Chaco. En el 2004, el ex diputado Adam Pedrini escribió un libro titulado “El peronismo que yo viví”. Hay un capítulo dedicado a Capitanich que se llama “Carta a un senador millonario”. Allí Pedrini le pide a Capitanich que responda a una serie de acusacione­s que recaían sobre él en su provincia: “Si es verdad que es titular de la cuenta Nº 77172441 del Citibank de Nueva York. Si es verdad que en el año 2003 llegó a tener depositado­s en la citada cuenta 781.000 dólares. Si es verdad que 250.000 dólares que extrajo de la cuenta del Citibank de Nueva York fueron para comprar el 50% del canal 9 de Resistenci­a”. Pedrini concluye: “Esas son, señor senador, las preguntas que mucha gente se hace y usted no responde”. En el 2009, cuando aún estaban casados, Sandra se negó a firmarle la declaració­n jurada de bienes que tenía que presentar. “No se condice con hechos reales”, dijo.

En la declaració­n jurada que presentó ante la Oficina Anticorrup­ción como jefe de Gabinete, Capitanich decla-

ró un patrimonio de 3.796.122 pesos. Tiene cinco propiedade­s, tres en Buenos Aires y dos en el Chaco. Dos Renault Megane Scenic. Y declara no tener ni un dólar ahorrado. Igual que la Presidenta.

GRINGO. “Coqui” se crió en el Chaco profundo, en un paraje rural llamado “La Montenegri­na”, que funcionó como una pequeña colonia de inmigrante­s yugoslavos. Su abuelo, Djuro Kapetinic, había nacido en la zona de Mon- tenegro, que por esa época era parte de la antigua Yugoslavia. Sus padres eran pequeños productore­s agropecuar­ios de clase media baja. Capitanich se fue del pueblo a Resistenci­a para estudiar y recibirse de contador público. Fue en la facultad donde conoció a “la Sandra”, que era hija de Guillermo Mendoza, quien llegó a ser un reconocido juez federal de Resistenci­a y ocupó el Tribunal Superior de Justicia. Le dio su primer empujón en la política a “Coqui”.

Sus compañeros de facultad lo recuerdan como un muchacho “muy estudioso, perseveran­te y sin ningún vicio”. Dicen que no iba a los bailes, no tomaba alcohol ni fumaba. También lo recuerdan como un católico fervoroso. Aún mantiene la costumbre de ir todos los domingos a misa y suele organizar retiros espiritual­es, además de adornar su oficina de la Casa Rosada con seis fotos en las que se lo ve junto al papa Francisco. Obsesivo, se despierta todos los días a las seis de la mañana, hace una rutina de ejercicios que le organiza su personal trainer, “el Negro” Camacho. Además, se cuida en las comidas. Desayuna yogures con frutas y cereales y toma mate amargo. Evita las grasas y solo se da un permiso cuando sale a comer con sus hijas, que son su debilidad.

Sus colaborado­res aseguran que “Coqui” suele repetir que para gobernar un país hay que tener el cuerpo en orden y la cabeza despejada. Se ve que tiene planes.

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INICIOS. Capitanich en 1989 en una reunión de campaña junto al ex gobernador chaqueño Deolindo Bittel. “Coqui” tenía 25 años y daba sus primeros pasos en la política.
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DESVÍO. Capitanich derivó plata del Fondo Federal Solidario para el Club Sarmiento que presidió.P Por l ley l los f fondos d eran para obras b públicas. úbli
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CHOLULO. Capitanich se sacó una foto con Maradona, a quien admira. Tiene buena relación con el Papa, al que visitó en el Vaticano.
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FOTOS: RUDY HANAK ( DESDE CHACO).

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