CAPÍTULO "PENÉLOPE"
Está sin estar del todo. Ocupa el centro, pero arrinconada en el margen. Reina. No gobierna. La etapa melodramática del relato transcurre con la protagonista ubicada allá atrás. Casi sin texto. Iluminada por el radiante y muy bien planeado haz de un spot seguidor. Intercambiando prendas blancas y negras de arriba para abajo, del pantalón a la blusa, de la camisa a la falda estampada, de las calzas al saquito y hasta tomando los riesgos del gris perla, cual Penélope que desteje durante su más enmarañada noche lo que tejió con énfasis mientras le duró
el día, como esperando el milagroso, triunfal y romántico retorno de Ulises a Ítaca. La odisea, esta vez, consiste en evitar que arda Troya. Ella ungió a su Telémaco de ocasión y le ordenó protegerla. Blindarla. Más de cien ambiciosos pretendientes merodean el palacio para desposeerla del trono.
-¡Ulises no está muerto, miserables! ¡No! ¡No! ¡No! -parece resistirse. Coro penelopista: -¡... vive en el pueblo, la puta madre que los parió!
El primer pretendiente malherido resultó ser el "Gallego" De la Sota, que en realidad es cordobés y el miércoles 4 a la madrugada, mientras su comarca ardía entre saqueos, le pidió clemencia, fondos y gendarmes vía Twitter, es decir, ante las repletas gradas virtuales del reino, y recibió cri, cri, cri por respuesta. Nada de mensajitos directos: ella no lo sigue ni lo seguirá nunca. Él no le pidió RT. Acaso temió que lo RP. Y Telémaco (pueden llamarlo Coqui, si les place) transmitió la última palabra, lapida- ria y esquiva, ya a bordo de una nave con destino a Asunción:
-El conflicto con la policía es responsabilidad exclusiva de De la Sota y está restringido al ámbito cordobés.
No dijo lo que en verdad pensaba. Mientras Ella reaparecía un rato y sin hablar para tomarle juramento a los nuevos encargados de combatir a los traficantes de opio, se sabía de un convenio firmado con el más despreciado de los acechantes (Scioli) para combinar esfuerzos preventivos ante una eventual ola de desmanes populares en busca de panes dulces y regalos para las fiestas.
Coqui, de vuelta del Paraguay, nutrió su interminable agenda iniciando el jueves 5 con las puertas abiertas a una caravana de gobernadores muy preocupados por lo que vendrá y a un séquito de mercaderes alterados por las amenazas del porvenir. Cada día una cantidad mayor de esos visitantes masculla su "con Ulises estábamos mejor", como si su ausencia no tuviera remedio. No saben que está enredado en mil batallas y otras tantas tentaciones que apenas frenan un poco la normalización de Ïta-K, donde Penélope teje blanco y desteje negro.