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ALERTA POSTLUTO

- Por ADRIANA LORUSSO * * EDITORA DE COSTUMBRES.

En la antigüedad, una vez desapareci­do el esposo, la viuda llevaba luto hasta el día de su propia muerte (cuando no se internaba en un convento desalojada de una sociedad que ya no la necesitaba para nada). La evolución de la vestimenta negra podría leerse, así, como un símbolo de la independen­cia creciente que lograron las mujeres. Ya en los comienzos del siglo XX, tres años era un lapso más que suficiente para el duelo público. A esa rigurosida­d cromática, le seguía un año de “medio luto” o “alivio de luto”, en que las viudas usaban también blanco, solo o combinado con el negro. “En los años '40 y '50, el luto se reduce a un año y el 'medio luto' a 6 meses”, explica Héctor Vidal Rivas, productor de moda. “Para los '60 deja de usarse, y hoy solo se utiliza en situacione­s públicas de duelo: entierros o catástrofe­s”.

Tristeza, marketing, comodidad, cualquiera fuera la causa del luto extremo de la Presidenta, se prolongó mucho más de lo habitual, a pesar de las sugerencia­s de sus asesores de vestuario. La paradoja es que, como a Eva Perón, una restricció­n le mejoró el estilo. Eva adoptó su caracterís­tico traje sastre con rodete bajo, cuando el exceso de horas de trabajo en su Fundación le impuso un vestuario neutro y fácil de llevar. Esa imagen la adelantó décadas en el tiempo y la transformó en ícono para las mujeres del futuro. El negro fue el “traje sastre” de Cristina, que tantas críticas suscitaba con sus equipos lujosos y brillantes. El tono que le dio una imagen refinada, sobria y elegante.

Ahora llegó el tiempo del medio luto, con encajes, transparen­cias, drapeados y bordados. Y una nueva era en la imagen presidenci­al. Solo es de esperar que el blanco no malgaste todo lo que el negro supo conseguir.

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