EL COSTO DE LA INFIDELIDAD
“El poder es el afrodisíaco más fuerte”, así explicaba Henri Kissinger por qué los ricos y famosos se complican la vida por sexo. Mujeriegos célebres y los 10 divorcios más caros.
La mayor congoja para el magnate de los medios Rupert Murdoch (82 años) no fue la humillación pública que sufrió cuando toda la prensa reveló que su esposa china Wendy Deng (44) tuvo una prolongada aventura extramarital con el ex primer ministro británico Tony Blair. Lo que más le dolió fue haber tenido que meter la mano en el bolsillo para desembolsar una indemnización millonaria. Eso es lo que acordó el 20 de noviembre último el juez de Nueva York que dictó la sentencia de divorcio al cabo de una audiencia que duró apenas 7 minutos.
Esa decisión incluye el fastuoso departamento en la Quinta Avenida donde Wendy sigue viviendo con las dos hijas del matrimonio –Grace, de 11 años, y Chloe, de 9–, la casa que poseían en Pekín y un gigantesco “ranch” en Carmel Valley (California) valuado en 20 millones de dólares.
Con esa sentencia –no confirmada oficialmente–, el principal accionista del imperio mediático News Corporation pasó a ocupar el tercer y cuarto lugar en el ranking de los divorcios más caros de la historia (ver recuadro). Inmunizado por el divorcio con su primera mujer, Anna Maria Torv –que le había costado 1.275 millones de dólares en 1998–, antes de casarse con Wendy en 1999 Murdoch firmó un contrato nupcial. Pero el juez decidió contabilizar sus 14 años de matrimonio, la existencia de dos hijas menores y, sobre todo, las acciones de News Corp en su poder, que Mur-
doch debió comprar para no perder el control de su empresa por estimar que su mujer debía ser “adecuadamente compensada”. La cifra no fue divulgada oficialmente, pero algunas fuentes aseguran que sería de “varios centenares de millones de dólares”.
Nada de eso le importó demasiado al empresario octogenario, que tiene una fortuna de 9.000 millones de dólares, según la lista de millonarios de la agencia Bloomberg. Su mayor bochorno fue enterarse por los diarios que su ex mujer y Blair –padrino de su hija Grace– tuvieron “múltiples encuentros” en Nueva York, en la suite que ocupa Murdoch en forma permanente en el Ritz Hotel de Londres e incluso en el ranch de California. El diario The Mail on Sunday, que reveló esos detalles, no dice en ningún momento que hubo algo “inapropiado” entre ambos, pero lo insinúa claramente.
“Son delirios de un hombre triste y viejo”, declaró un portavoz de Blair para desacreditar esas afirmaciones. La esposa del ex primer minis- tro, Cherie, que se había hecho gran amiga de Wendy, salió en defensa de su marido.
“Murdoch considera que no tiene nada más que ver con Blair”, declaró a su vez un amigo común. El magnate también se sintió traicionado en el terreno político: entre 1997 y 2007 había colocado su imperio mediático para impulsar a Blair al poder y luego para sostenerlo en Downing Street en lo que fue una de las alianzas políticas más fuertes de la historia británica desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Ese episodio es solo el capítulo más reciente de los nutridos anales de infidelidades, adulterios, relaciones extraconyugales y traiciones que han desembocado en los más resonantes divorcios.
MUJERIEGOS. Una categoría utilizada con frecuencia para describir a un mujeriego es el “womanizer”, como se dice en los Estados Unidos. Ese tipo de libertinaje compulsivo es el que indujo al francés Dominque StraussKahn al violar a la mucama de un hotel en Nueva York en mayo de 2011. Ese gesto insensato lo obligó a renunciar como director general del FMI (Fondo Monetario Internacional), destruyó sus ambiciones presidenciales, provocó su divorcio de la periodista y millonaria Anne Sinclair y lo obligó a pagar cerca de 10 millones de dólares para detener el juicio penal que le seguía su acusadora, Nafissatou Diallo. Aún está pendiente el proceso que tiene en Francia por las relaciones libertinas que mantenía con una red de prostitutas, a las que encontraba en Washington, París, Madrid y otras capitales europeas.
Acusado de mujeriego compulsivo –y accesoriamente de alcohólico–, el senador republicano John Tower no pudo asumir en 1989 el cargo de secretario de Defensa que le había ofrecido el presidente George Bush (padre).
Dos años antes, la revelación de un adulterio con la ex modelo Donna Rice pulverizó en pleno ascenso la carrera política del senador demócrata Gary Hart, que había lanzado su candidatura a la Casa Blanca para la elección presidencial de 1988.
Los ejemplos más escandalosos de “womanizing” los monopolizan, sin embargo, los hombres de la familia Kennedy. Durante los cuatro años que dirigió tres productoras cinematográficas en Hollywood –entre 1926 y 1930–, el patriarca del clan, Joseph Patrick, tuvo decenas de relaciones extraconyugales con las más bellas actrices de la época, incluyendo una turbulenta con la gran vedette Gloria Swanson. Años más tarde, su mujer Rose le descubrió un “love affair” con Marlene Dietrich.
Su hijo John Fitzgerald Kennedy también fue un insaciable mujeriego que, entre 1955 y 1959, tenía alquilada permanentemente una suite en el octavo piso del Mayflower Hotel de Washington, para “atender” sus asuntos extraconyugales. Durante la convención demócrata de 1960 que lo designó candidato presidencial, “se pasó los tres días haciendo el amor con Marilyn Monroe”, confesó años después su cuñado, el actor Peter Lawford.
Sus hermanos Robert (Bob) y
“John F. Kennedy fue un mujeriego. Alquilaba una suite en el Mayflower de Washington para 'atender' sus asuntos extraconyugales”.
Edward (Ted) también tuvieron una agitada actividad sentimental.
La pasión de Teddy por las mujeres y el alcohol quedó en evidencia el 18 de julio de 1969, cuando su coche se desplomó de un puente y cayó en la laguna de Chappaquiddick. En el accidente murió su asistente Mary Jo Kopechne, de 28 años. Años después, durante una fiesta de fin de año en su oficina, apareció vestido con un traje provocativo y se definió como un “Tyrannosaurus Sex”.
Con excepción de Teddy –excesivamente expuesto por el accidente de Chappaquiddick–, los Kennedy actuaron con absoluta impunidad porque, en esa época, la prensa respetaba la vida íntima de los políticos.
PRENSA AMIGA. Si bien hubo varias revelaciones de escándalos célebres entre los años '60 y '90, la ley del silencio que protegía a los políticos voló en astillas en 1998 cuando se conoció le tortuosa relación del presidente Bill Clinton con la estudiante Mónica Lewinsky, de 22 años. Ese episodio permitió sacar a la luz sus relaciones con la periodista Gennifer Flowers cuando era gobernador de Arkansas a fines de los años '70. En esa época embarazó a varias jovencitas de su Estado, según las revelaciones coincidentes que formula Candice E. Jackson en su libro “Their Lives: The Women Targeted by the Clinton Machine” .
Más recientemente, la ola de es- cándalos sentimentales ocurrida entre 2011 y 2012 en los Estados Unidos arrastró en poco tiempo a varios importantes personajes políticos. La primera víctima fue el ex candidato a la vicepresidencia, John Edwards, quien reconoció haber mantenido una relación adúltera con la cineasta Rielle Hunter mientras su esposa estaba agonizando de cáncer en 2010. Luego tuvo que reconocer la paternidad de una hija
“La ley del silencio que protegía a los políticos voló en astillas en 1998 cuando se conoció la relación de Bill Clinton con Mónica Lewinsky”.
con su amante.
El ex comandante en jefe de las tropas norteamericanas en Afganistán y director de la CIA, general David Petraeus, tuvo que renunciar cuando se descubrió una relación extramatrimonial con su biógrafa, Paula Broadwell.
El caso más curioso fue protagonizado por Newt Gingrich, que había sido uno de los críticos más feroces de Bill Clinton durante el “Monicagate”. La carrera del puritano líder conservador terminó abruptamente cuando su segunda esposa, Mariane, reveló que su marido había tenido numerosas amantes y que finalmente le propuso que constituyeran una “pareja abierta”.
Poco antes el actor y político Arnold Schwarzenegger también perdió su carrera y su familia por una infidelidad. Inmediatamente después de haber ocupado la gobernación de California durante ocho años, anunció su divorcio con Maria Shriver, heredera del clan Kennedy, con quien tuvo cuatro hijos en 25 años de matrimonio. Su esposa no le perdonó a “Gobernator” haber tenido un hijo con su empleada doméstica, Mildred Patricia Baena.
“El poder es el afrodisíaco más fuerte que existe”, decía Henry Kissinger, según escribió Danielle Hunebelle en su famoso libro “Dear Henry”, traducido en 14 idiomas. “Las tensiones políticas son más excitantes que cualquier producto”, explicaba el ex secretario de Estado en una época en que no existía el Viagra. Su frase, en todo caso, fue utilizada a partir de ese momento por todos los políticos adúlteros.
Uno de los más activos en ese terreno fue –mientras pudo– el rey Juan Carlos de España. La leyenda y algunas biografías le atribuyen dos supuestos hijos naturales y 1.500 relaciones sentimentales a lo largo de su vida, según las revelaciones que formula Pilar Eyre en su libro “La soledad de la reina”. La vida matrimo-
nial del monarca con la reina Sofía se interrumpió hacia 1976, cuando sorprendió a su marido con la actriz Sara Montiel en la residencia real de los Montes de Toledo.
Ahora, a los 75 años, con varias fracturas y hospitalizaciones, Juan Carlos sigue fascinado por la empresaria danesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, una atractiva rubia de ojos verdes, que desde 2006 es al parecer la pareja del rey.
Lo mismo pasaba con el príncipe Rainiero que –durante los 55 años que ocupó el trono de Mónaco– organizaba fastuosas fiestas en su yate para que sus amores no escandalizaran a sus súbditos.
Dos autores, Darwin Porter y C. David Heymann, aseguran que Rainiero tuvo una larga aventura con Elizabeth Taylor. Pero, en general, el príncipe prefería el “charme” de las millonarias italianas, la discreción de las nórdicas o la prudencia de las grandes damas de alta sociedad europea.
La misma técnica emplea el rey Carlos XVI Gustavo de Suecia. Sus aventuras extraconyugales explotaron como un volcán con un libro publicado en 2011, en el que se revelaban sus relaciones a fines de los años '90 con la cantante pop sueco-nigeriana Camilla Henemark. Casi al mismo tiempo, el gángster de origen serbio Mille Markovic aseguró que poseía fotos y videos en los que se mostraba la participación del monarca en fiestas
“'Las tensiones políticas son más excitantes que cualquier producto', explicaba Kissinger en una época en que no existía el Viagra”.
privadas de alta temperatura.
Carlos XVI Gustav, Rainiero y Juan Carlos padecen al parecer el mismo tipo de pulsiones irreprimibles que estuvieron a punto de arruinar la carrera deportiva del mejor golfista de todos los tiempos: durante el juicio de divorcio, Tiger Woods trató de explicarle a su mujer Elin Nordegren que, en cualquier lugar del mundo donde estuviera, cada noche necesitaba imperiosamente evacuar las tensiones acumuladas en el torneo. Además de pagarle 103 millones de dólares a su mujer, Tiger Woods aceptó internarse en la clínica Pine Grove Behavioral Health and Addiction Services, de Hattiesburg (Mississippi), para someterse a un tratamiento destinado a curarse de la dependencia sexual.
Pero la hipersexualidad no es un problema exclusivamente masculino. Y el caso de Iris Robinson –esposa del ministro principal de Irlanda del Norte, Peter Robinson– lo demuestra.
Como en la célebre canción que el dúo Simon & Garfunkel popularizó en la película “El graduado”, esta nueva Mrs. Robinson, de 59 años, tenía un amante de 19. Esta insaciable “cougar” –como se llama ahora a las mujeres maduras que seducen a jovencitos–, utilizó una subvención del gobierno de 50.000 libras para financiarle al joven Kirk McCambley un pub llamado “The Lock Keeper’s Inn”.
En el caso de los políticos, de los millonarios y de las personalidades famosas el problema reside en que, como decía Marcelle Auclair, “cuando alguien se deja llevar por el sexo pierde el uso del cerebro”.