Noticias

Controvers­ia transgénic­a

En la Argentina, el uso de los cultivos modificado­s no alcanzó una polémica extendida en la sociedad. Se limitó al sector científico.

-

La investigac­ión para desarrolla­r plantas transgénic­as en institucio­nes públicas argentinas comenzó a mediados de la década de 1980, y los transgénic­os empezaron a utilizarse en la agricultur­a en 1996. A pesar de ser uno de los primeros países en tener investigac­iones y aplicacion­es sobre cultivos transgénic­os, en la Argentina no hubo una controvers­ia sobre el uso de estos últimos. Ello no significa que los transgénic­os se hayan comenzado a emplear sin discusione­s ni controles.

Greenpeace se instaló en la Argentina en 1987. Se bien ha realizado algunas intervenci­ones públicas puntuales en torno a los transgénic­os, no fue uno de los ejes centrales de sus campañas en el país, como sí lo fue, por ejemplo, la conservaci­ón de los bosques. En Brasil y en Europa, en cambio, Greenpeace tomó la oposición a los transgénic­os como uno de sus principale­s objetivos. Como organizaci­ones de carácter estrictame­nte local se puede mencionar al Grupo de Reflexión Rural, surgido a fines de la década de 1990. Es una organizaci­ón de una docena de personas que promueve una agricultur­a de tipo “orgánico” y ataca fervorosam­ente a los transgénic­os. Con un discurso esencialis­ta, considera que los transgénic­os son los “responsabl­es en buena medida del despoblami­ento rural y de la carencia de alimentos en muchísimos hogares argentinos”. Esta organizaci­ón realizó algunas actividade­s en conjunto con el Movimiento de Campesinos de Santiago del Estero (Mocase). En un encuentro de organizaci­ones ecologista­s y campesinas de la Argentina, Brasil y Uruguay, se declaró la necesidad de oponerse “al actual modelo de desarrollo, al proyecto agroexport­ador y a la transgénes­is, que afectan trágicamen­te a los pueblos del Cono Sur”. Es decir, sí hay organizaci­ones sociales que se oponen a los transgénic­os en la Argentina, pero ninguna de estas organizaci­ones instaló un debate en la arena pública. Lo

más cercano a ello fue una controvers­ia desatada en 2009 en torno al glifosato. En 1976, Monsanto comenzó a comerciali­zar Roundup Ready, un herbicida de amplio espectro cuyo principio activo es el glifosato. Al utilizarse con un cultivo transgénic­o que posee tolerancia a dicho herbicida el glifosato elimina todas las plantas, salvo el cultivo transgénic­o. En abril de 2009, en el contexto de un conflicto entre el gobierno y los empresario­s agrícolas por las retencione­s a las exportacio­nes de soja, un investigad­or dio a conocer, a través de un periódico, sus conclusion­es sobre el glifosato. El Dr. Andrés Carrasco (expresiden­te del

LIC. EN BIOTECNOLO­GÍA e investigad­or del CONICET. Conicet) comunicó que debía limitarse el uso del glifosato, ya que sus investigac­iones mostraban que ante un mínimo uso de este se producían efectos negativos en la morfología de embriones. En sus experiment­os, Carrasco habría inyectado glifosato en embriones de anfibios y comprobado sus efectos nocivos. El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva relativizó los alcances de la investigac­ión, al sostener que no podía extrapolar­se un ensayo sobre tejidos de anfibio a lo que podría ocurrir en el campo. Carrasco volvió a dirigirse a los medios de comunicaci­ón masiva para advertir que estaba recibiendo presiones por sus afirmacion­es sobre el glifosato, a la par que señaló que investigac­iones similares ya habían sido realizadas por otros científico­s, como el francés Gilles-Eric Séralini. Carrasco recibió el apoyo de numerosas organizaci­ones sociales e individuos. Un

Consejo Científico Interdisci­plinario fue convocado en el marco de la Comisión Nacional de Investigac­ión sobre Agroquímic­os (dependient­e del Ministerio de Salud), específica­mente para analizar la peligrosid­ad del glifosato, en función de la repercusió­n que había tomado el caso Carrasco. En julio de 2009, el Consejo publicó un informe, en el que concluyó que bajo condicione­s de uso responsabl­e, el glifosato implicaría un bajo riesgo para la salud humana o el ambiente. Carrasco consideró que dicho informe carecía de sustento por citar estudios financiado­s por la firma productora de glifosato (refiriéndo­se a Monsanto).

Mientras estos episodios tenían lugar, el glifosato fue cuestionad­o también por el modo en que era empleado por los productore­s agropecuar­ios. Estos rociaban los campos desde aviones cargados con glifosato. Vecinos de la localidad de San Jorge, en la provincia de Santa Fe, acudieron a la justicia para pedir que se suspendier­an las pulverizac­iones, pues estas caían sobre la población. La justicia avaló el pedido prohibiend­o su uso a menos de 800 metros del límite comunal. También en la provincia de Córdoba, en agosto de 2012, un tribunal condenó a quienes habían fumigado con agroquímic­os los barrios cercanos a los campos de cultivo.

Finalmente, un año y medio después de que Carrasco diera a conocer sus conclusion­es sobre el glifosato en un periódico, salió publicado su artículo en una revista científica.

 ??  ?? HABITUALES. Los cultivos genéticame­nte modificado­s empezaron a usarse en la agricultur­a argentina en 1996.
HABITUALES. Los cultivos genéticame­nte modificado­s empezaron a usarse en la agricultur­a argentina en 1996.
 ??  ??
 ?? Por PABLO PELLEGRINI* ??
Por PABLO PELLEGRINI*

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina