El heredero
Tras la enfermedad de su padre, el hijo mayor toma el control de su fortuna. Distancia del poder.
Hay una historia que se repite estos días en los pasillos de los tribunales de Comodoro Py, contada por jugadores que conocen bien los mecanismos del poder. En ella, Raúl Moneta, el ex banquero estrella del menemismo transformado en aliado mediático y estratégico del gobierno K, designa al sucesor de su imperio. Es una escena tal vez digna de “El Padrino”, un gesto final épico, que habría ocurrido hace pocos meses. Postrado en su cama por una rara enfermedad -un virus del que poco se sabe y del que nada se comenta en público- frágil y debilitado al extremo, apenas consciente, un escribano le pidió que señale con un bastón al nuevo encargado de liderar su Grupo, su fastuoso y multimillonario entramado de empresas y medios, al encargado de heredar su manto. Moneta señaló sin dudar. El bastón apuntó a su hijo mayor, Raúl Cruz.
Así, Moneta padre daba fin a su ciclo y terminaba con su propio mito, su propia figura oscura. Pero Raúl Cruz no se parece a su padre. El hijo mayor siempre había visto con cierta distancia sus negocios dudosos, sus múltiples juicios, el ajedrez de alianzas y conflictos con políticos y empresarios de peso que marcaron su vida. Jamás se mezcló en sus juegos con el poder. Con el liderazgo del Grupo en sus manos, sabía que heredaba una mochila pesada, un conglomerado económico lleno de frentes abiertos. El hijo convertido en jefe lanzó en reuniones de negocios posteriores la frase que marcó su nueva gestión: “Quiero terminar con los litigios de mi viejo”. Entonces,
Moneta, enfermo y débil, señaló con
un bastón ante un escribano a su
hijo mayor, Raúl Cruz, como su
sucesor en los negocios familiares.
se encontró con un antiguo y poderoso enemigo de su padre, y buscó una solución.
En el 2010, el millonario Matías Garfunkel se asoció a Moneta padre para la compra de las radios Rock & Pop y Splendid, entre otras emisoras. La unión terminó en una guerra amarga. Garfunkel demandó a Moneta por defraudación en una causa radicada en el Juzgado de Instrucción Nº31. ¿El botín principal que reclamaba? 18 millones de dólares provenientes de tres sociedades offshore. Garfunkel peleó duro; obtuvo una cautelar en el AFSCA para que el Grupo Moneta no venda las radios que él reclamaba. Quienes conocen el expediente de cerca afirman que hasta buscó ampliar la querella a Raúl Cruz y a sus hermanos, algo que la Justicia finalmente no admitió. Ya al mando, el heredero se reunió con Garfunkel y su actual socio en el Grupo Veintitrés, el empresario Sergio Szpolski.
Fue una negociación lenta, de meses, que transcurrió entre despachos de abogados, bares y la nueva sede del Grupo Moneta en el piso 13 del “rulero”, el edificio de 9 de Julio y Libertador. Se habló de “activos”, en un primer momento, un término nada específico. Que Garfunkel se quedase con las radios era una posibilidad lejana. Pero hace quince días, Raúl Cruz firmó la transferencia de Rock & Pop y Splendid a Garfunkel y Szpolski, con el edificio de la primera de las radios sobre la calle Freyre en Colegiales incluido en el paquete. Esto cubrió dos tercios de los 18 millones de dólares que reclamaba Garfunkel, que estaba en Francia al momento de la firma. El hacha quedó enterrada. La cautelar del AFSCA se eliminó, lo mismo el juicio por defraudación. Para Raúl Cruz, ya era un problema menos, y un problema significativo. Altas fuentes en el negocio de medios describen a la Rock & Pop como “llena de pasivos y contingencias, una bomba de tiempo empresarial”. Que el Grupo Moneta pensaba retirarse progresivamente del negocio de medios no es un secreto. “No dejan mucha guita”, admite un allegado. El jefe del nuevo imperio tiene cosas más importantes que atender.
NACIDO Y CRIADO. Con estudios en el prestigioso colegio Newman y la Universidad de San Andrés más un posgrado de negocios en Francia, con experiencia en empresas como la poderosa financiera Merrill Lynch y hábil jugador de rugby -ex integrante de los Pumitas-, Raúl Cruz, que adelgazó varios kilos en los últimos meses gracias a una dieta, fue formado como un verdadero heredero. “Es el típico hijo mayor responsable sucesor de su viejo”, afirma alguien que lo conoce bien. Desde joven integró los directorios de las firmas de su padre. La primera fue en 1999, según el Boletín Oficial: Corporación de los Andes SA, junto a María Claudia Arroyo Benegas, mujer histórica de Moneta. Las composiciones societarias entre padre e hijo se repitieron: Corporación Iberoamericana de Comunicaciones en el 2007, en una larga lista de nombres junto a Daniel Hadad; la editorial Infomedia. Raúl Cruz también se sentó en los directorios de Radiodifusora Metro -la sociedad anónima que engloba a la hoy principal FM del Grupo tras la transferencia a Garfunkel- y Rock & Pop Producciones, donde aterrizó tres años atrás. No se trató solo del negocio de medios al cual su padre lo arrimó. También fue parte de firmas como Mlport Inversiones, constituída en 2012 con el abogado Eduardo Pearson -cuñado de Raúl Cruz y nombre también repetido en las socieda-
des del entramado Moneta- y una de las mayores esperanzas actual del grupo, Tractus Logística, de la cual Raúl padre le cedió la presidencia a Raúl hijo a comienzos de este año, con su salud en declive. También, está la Estancia La República, el haras y cabaña ganadera del conglomerado y se habla de otros emprendimientos lucrativos como extracción de petróleo y desarrollos inmobiliarios.
Moneta padre visitó las oficinas centrales de su imperio en la calle Tucumán por última vez a fines del año pasado, un saludo navideño. Poco después, Raúl Cruz desembarcó como principal directivo. Pero el nuevo jefe trajo un nuevo estilo. Quienes conocieron a Moneta padre lo describen como totalmente personalista, poco comunicativo, amante del control y de tomar las riendas, que delegaba poco y nada. Quienes trabajaron con Raúl hijo pintan un cuadro casi opuesto. Lo describen como “afable, comunicativo, abierto al diálogo”. “Me pareció un pibe macanudísimo”, dice un capitán de la industria de medios. “No le interesa el maneje político, para nada”, afirma la misma voz. A Raúl Cruz, el fantasma de su padre no lo espanta.
Raúl padre tuvo un profundo interés en todo lo autóctono. Fue uno de los principales criadores caballos criollos, acumuló una célebre colección de ponchos y platería. Todo esto a Raúl Cruz nunca le interesó demasiado. Otro allegado apunta: “Los enemigos de su viejo no son sus enemigos”. Un ejemplo de esto fue su visita a la estancia familiar del diputado del PRO Federico Pinedo en Salta, con quien Moneta mantuvo una fuerte rivalidad. Ahí, Raúl Cruz fue uno más: “No habló de su viejo, no habló de negocios. Sabía que entre su viejo y Pinedo está todo mal, pero no acotó al respecto. Fue súper simpático. Todos lo quieren. O sea, sabemos que tiene un papá turbio, pero eso a él no lo toca”.
CIERTA DECADENCIA. El conflicto con Garfunkel no fue el único frente de tormenta para Rául Cruz. Hay pendiente a resolver una guerra judicial
Moneta hijo quiere romper con el
estilo polémico de su padre. Evita la
política y la confrontación. Se
acercó a los enemigos de la familia.
que su padre inició contra el Grupo Bulgheroni. Y su padre mismo se vuelve un problema. Diversas fuentes afirman que el empresario, al cual se lo apunta en diversas causas judiciales, fue evaluado por un perito y declarado incapaz de declarar en indagatoria. La Justicia, por ejemplo, planeaba citarlo para que hable por el caso Ciccone, así como al banquero Jorge Brito. Raúl Cruz es optimista en la intimidad sobre la salud de su padre, dice que la situación no es tan grave. Un importante empresario asegura lo contrario: “Está ido, a veces te reconoce, a veces no. Tiene la panza hinchada y las piernas flaquitas, no te puede hablar. Moneta se quiere morir”.