CUERVOS
El conductor pasó del amor al odio útil hacia el Gobierno. En su vuelta a la tevé, se viene la venganza con temidas imitaciones a políticos. El límite que le impuso Cristóbal López.
Hay una lista y custodios encargados de que no se dé a conocer antes de tiempo. Los actores convocados apenas saben qué rol interpretarán ellos y desconocen qué harán los demás. “No me preguntes que no nos dicen nada”, suplica uno por teléfono. Se anunció, por ejemplo, que José María Listorti será Jorge Capitanich, que Peter Alfonso será Amado Boudou y poco más que eso. El “Gran Bailando” con imitadores de políticos es la principal apuesta en el regreso de “ShowMatch” y Marcelo Tinelli quiere tenerla en secreto el mayor tiempo posible. Sabe que la intriga genera rating, pero no es la expectativa del público la que más le interesa: en el Gobierno hay nervios y él lo sabe. En las últimas semanas la psicosis, la intriga y la paranoia invadieron los despachos y no hay funcionario que no haya hecho su intento por averiguar si estará representado en el certamen. Tinelli disfruta ese poder. El jefe de Gabinete es uno de los más preocupados. Ya está lidiando con la imitación que la travesti Oggi Junco hace en el programa de Jorge Lanata y no cree que Tinelli vaya a ser más benévolo: el diálogo entre ellos se cortó después del fracaso por sumar al conductor a la producción del Fútbol Para Todos. No volvieron a hablar por teléfono siquiera para darse explicaciones y NOTICIAS pudo saber que Capitanich será uno de los castigados en la polémica superproducción de apertura que se verá en el lanzamiento del programa, este lunes 28. Con el control remoto en la mano, la Casa Rosada espera.
La última vez que Tinelli se animó al humor político fue en el 2009. Era año de elecciones legislativas y estaba en buenas relaciones con el Gobierno; Néstor Kirchner y Cristina Fernández habían estado con él en Bolívar cerrando la campaña presidencial solo dos años antes. El ex presidente incluso salió al aire por teléfono ese año, un rato antes de que entrara en vigencia la veda electoral. Fue la máxima concesión, ofuscado porque el programa le había dado gran relevancia a Roberto Peña, imitador de Francisco De Narváez, que iba a terminar ganando el concurso televisivo y también las elecciones. No se dijo entonces, pero el principal enojo en el kirchnerismo era otro: a la Presidenta la mortificaba que la imitación la hiciera “macetona”. “Le molestaba salir con muchas piernas”, recuerda un funcionario, entre risas. Las piernas eran las de Martín Bossi, que copiaba desde un atril sus gestos más teatrales. La máscara era muy buena, pero el actor no tenía manera de camuflar sus muslos masculinos. El tema llegó a tratarse en una
“En el Gobierno hay nervios
por las parodias a los políticos
y Tinelli lo sabe. Él disfruta con
ese poder”.
cena en Olivos a la que Tinelli fue convocado de urgencia por Kirchner, aprovechando un viaje de su esposa. “Cuidala”, repetían los llamados que llegaban a Ideas del Sur cada semana, molestos porque el personaje quedaba entre los “nominados”.
Pero hoy el temor del Gobierno no es estético. Hace semanas que miran con preocupación todos los movimientos de Tinelli porque sospechan que está preparando una venganza contra la Casa Rosada. “Se quedó enojado. Si hubiera salido lo del fútbol, ahora nos estaría apoyando”, se lamenta un funcionario. No es el único que cree que dieron una batalla innecesaria. Ahora la Presidenta teme que las imitaciones sean negativas y que erosionen a sus funcionarios. Sabe que todo lo que haga Tinelli tendrá una fuerte cobertura mediática y que el conductor sabe leer el humor social. El ex presidente Fernando De la Rúa llegó a responsabilizarlo por la caída de su gobierno por culpa de la implacable imitación que realizaba Freddy Villarreal. En esta edición, el actor será el Papa Francisco. “Si hay un clima hostil hacia el Gobierno, Tinelli puede empeorar las cosas”, analiza un funcionario K. El conductor ha sido un experto en formar relaciones con el poder y sabe detectar cuando llega el momento de cambiar de rumbo. En octubre, apenas una semana antes de las últimas elecciones, recibió en su pueblo al ministro de Planificación Julio De Vido y tuvo recuerdos elogiosos para Kirchner. Parece que fue hace tiempo: hoy usa los 140 caracteres de la red social Twitter para quejarse de la inseguridad y comentar las cadenas nacionales. Imaginan que lo mismo hará desde la pantalla de El Trece, con picos de rating y en prime time. “Hay preocupación, no podemos negarlo”, se sincera el mismo funcionario.
FIN DEL AMOR. Se quisieron. A pesar de la guerra entre el Grupo Clarín y el kirchnerismo, el conductor logró hacer equilibrio y mantener una estrecha relación con De Vido. Cuando el ministro perdió influencia buscó que lo acercaran a Juan Manuel Abal Medina, que solía hacer llegar sus mensajes al Gobierno. La salida
del ex jefe de Gabinete lo dejó sin interlocutor.
Fue entonces cuando decidió acercarse a Capitanich, a quien conocía por algunas acciones que había hecho en el Chaco cuando el actual jefe de Gabinete era gobernador. El encargado de acercarlos fue Fabián Scoltore, su operador político todo terreno. Capitanich le había garantizado el ingreso al negocio del fútbol pero desde su salida intempestiva se cortó todo vínculo.
El conductor quedó muy molesto con La Cámpora porque fueron ellos los que terminaron de sacarlo del proyecto por orden directa de Máximo Kirchner. El encargado de negociar con los productores de Tinelli la fallida renovación del FPT había sido el subsecretario de Comunicación, Hernán Reibel Maier, amigo íntimo de Máximo y hombre de confianza del hijo presidencial. Reibel Maier se encargó de contarle el minuto a minuto de la negociación al hijo mayor y se encargó de vetar hasta el logo y los videos de promoción que habían presentado los “Tinelli boys”. El camporista, además, fue quien les comunicó que estaban afuera del fútbol.
“Zafaste Daniel”, le escribió al gobernador Daniel Scioli la semana en la que la agrupación salió a criticarlo. Pero la antipatía no impidió que hace algunos días volviera a usar su cuenta de Twitter para agradecer a un camporista, el presidente de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde, por el apoyo que le había dado en la producción del programa. Tinelli no entró en detalles, pero NOTICIAS pudo saber que Recalde le prestó la réplica de un avión de Aerolíneas que estaba en Tecnópolis para que lo usara en la grabación de la apertura de “ShowMatch”. En Olivos buscaron conocer de antemano el contenido de ese clip y lo que pudieron averiguar los tiene preocupados: aparece Jorge Lanata haciendo un chiste sobre Seychelles, en clara referencia a sus investigaciones por la ruta del dinero K.
Hoy Tinelli no tiene más vínculos en el núcleo duro del oficialismo. Se sacó fotos con Sergio Massa y elogió a Tigre. Una de sus últimas acciones como vicepresidente de San Lorenzo fue un acuerdo con la Ciudad de Buenos Aires y posó para la foto con Mauricio Macri. Sí habla con Scioli y con Florencio Randazzo, que logró conseguir un lugar dentro o del Gran Bailando. Lejos de preocuparse, parse, sabe que “ShowMatch” es un n trampolín inmejorable para las intenciones ntenciones presidenciales que ya pregona gona a los cuatro vientos.
CUERVO. El que haya visto sto a Tinelli jugando al fútbol, sabe que en la cancha es como en la tele. No le gusta perder y está dispuesto to a jugar
fuerte para quedarse con la pelota. Es fanático de San Lorenzo y usa el apodo “cuervo” en las redes sociales. Como el pájaro, también en política sabe rondar a su presa y esperar el momento de debilidad y final de ciclo. Nunca ataca antes. El regreso a la tele, después de un año sabático forzado, lo siente como volver después de una lesión. Sus productores tratan de conte- nerlo, de explicarle que el rating cambió y que 20 puntos serían un éxito, pasado el furor de la primera semana. Pero el conductor quiere más.
Tampoco se acostumbra a no estar al frente de su propia productora. Desde que Cristóbal López compró el 81 por ciento de Ideas del Sur las cosas cambiaron en el edificio de la calle Olleros. “A Marcelo le jode ser un empleado”, explican desde Indalo, la empresa madre. López le hizo un pedido: “Con la familia de mi amigo, no”. No quiere que imiten a la Presidenta, a Máximo, ni a Florencia. Por ahora, Tinelli parece acatar y su obediencia es un arma de doble filo: la ausencia del personaje será ruidosa y llamativa. “Quizás tenga que terminar haciéndolo, muy light y pocas veces”, especulan desde Ideas del Sur. (ver recuadro)
Tinelli sigue muy cerca de Bossi, la primera Cristina. Por contrato de exclusividad con Lanata, Fátima Florez no puede hacerla pero será
Elisa Carrió. Claudio Rico será el piquetero ultraoficialista Luis D'Elia y Listorti hará a Capitanich, a Macri, a Hermes Binner y a Julio Cobos. Agenda completa. No dejan saber aún quién se pondrá la máscara del ministro de Economía Axel Kiciloff , una de las imitaciones que más inquietud genera en el oficialismo. “Es el que más tiene para perder por su estilo calentón y porque está muy expuesto”, confía un funcionario. También habrá un imitador de Martín Insaurralde, flamante diputado del Frente para la Victoria y novio de Jésica Cirio, que será a la vez parte de “Bailando por un sueño”. Descuentan que será una caricatura amable.
Hace algunas semanas, Tinelli asustó a Indalo con una idea: hacer una imitación de López. “Para desmitificarlo”, propuso. El empre- sario detesta la exposición pública y selecciona muy cuidadosamente los eventos a los que asiste. No le molesta tanto que lo señalen como “empresario K” como el mote de “zar del juego”. La propuesta de los productores de ShowMatch –curiosamente– incluía hacerlo jugar con una máquina tragamonedas. Los asesores de López dijeron que no y el conductor jura que la idea está descartada, pero en los pasillos de El Trece dejó correr un rumor: que la máscara de su socio está hecha y guardada. Solo por las dudas. Sabe que hoy López es su mejor y único contacto con la Casa Rosada.
“Marcelo es un equilibrista astuto y con suerte –lo define un hombre del
Grupo Clarín–. Pasar el 2013 fuera de la televisión fue lo mejor que le pudo ocurrir y le salió de casualidad. Vuelve ahora, que el panorama político está más definido”. Hace apenas un año, Tinelli negociaba su pase a Telefe, impulsado por el Gobierno. Había atravesado los meses más duros de la pelea por la Ley de Medios sin decir nunca una palabra a favor o en contra del proyecto y, temiendo un resultado adverso, buscaba “desmarcarse”. La operación tenía la venia directa de Cristina, que veía bien la idea de sacarle a El Trece su conductor estrella. Mientras su operador Scoltore negociaba con todas las partes, él consultaba a los amigos. “No quiero quedar pegado al Gobierno”, les repetía cuando la asociación ya era inevitable. Una mezcla de ambición y errores de cálculo lo dejaron sin pantalla. Lleva la cuenta exacta: cuando salude a su público estará poniendo fin a 493 días de abstinencia televisiva.
VOLVER. Será con un gran show. Música en vivo, bailes y la famosa apertura en la que actúan Benjamín Vicuña, Adrián Suar, Pablo Codevilla, Calu Rivero, Dady Brieva y hasta Juana, su hija menor. Convocó también a Marcelo Longobardi y a Lanata, que pondrán la cuota picante con comentarios políticos. “En este país nadie se hace cargo de nada”, dirá Lanata. La presencia de los periodistas es un mensaje en sí mismo.
En Indalo, en el Gobierno y en El Trece la duda es la misma: hasta dónde planea jugarse políticamente Marcelo. “Va a pegar, está enojado”, se angustian en Casa Rosada. “No es tonto, va a ir buscando el límite pero no lo va a cruzar”, especulan cerca de su socio López. Una posición radicalizada en contra del kirchnerismo lo pondría en un lugar incómodo: el empresario está haciendo su propia transición política pero procura que sea más sutil y ordenada. “El problema es que es cabrón y no puede dejar pasar lo del fútbol porque se sintió humillado”, explica un amigo que ha compartido partidos y asados. Ni siquiera el nacimiento de su hijo Lorenzo logra ablandarlo. El cuervo Tinelli quiere venganza y solo hay un poder superior capaz de disuadirlo: el rating. La suerte de los políticos ridiculizados dependerá de cuánto midan.