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Laurent Dassault:

Nieto del creador del avión Mirage, empresario y coleccioni­sta de arte, es bodeguero en Francia y en Mendoza. Polo y Saint Laurent.

- FERNANDA SÁNDEZ

nieto del creador del avión Mirage, empresario y coleccioni­sta de arte, es bodeguero en Francia y en Mendoza. Polo y Saint Laurent.

Aquí viene, y en algo recuerda a un duende travieso. Es muy pero muy bajito, tiene el pelo plateado, lleva un suéter lavanda que susurra en cada pliegue la fortuna que costó y unos ojos claros llenos de picardía. Lo suyo es la diversific­ación, y ahí está su cartera de negocios para probarlo: tiene participac­iones en más de treinta actividade­s (aviones, autos eléctricos, una galería de arte, bodegas, y siguen las firmas), posee castillos, viñedos y medios de comunicaci­ón. Está al frente del Grupo Socpresse, responsabl­e – entre otros– del mítico diario parisino “Le Figaro”. Pero se hace tiempo para dedicarse a cada una de sus pasiones, empezando por el arte (que lo llevó a tener una colección envidiable y hasta una galería dedicada al dibujo, en China) y siguiendo por el polo (que lo impulsó a armar su propio equipo con polistas locales, Flechas Gran Corte). Ha sido nombrado Caballero de la Legión de Honor y Oficial de la Orden de las Artes y de las Letras por el gobierno francés.

Pero aquí, esta vez, ha llegado bajo otro de sus avatares: el bodeguero. El buscador de terruños alrededor del mundo, ese al que le gusta leer en signos invisibles para todos los demás si tal o cual tierra, en tal o cual rincón del planeta, será un buen lugar para tal o cual cepa. Por eso

lo secundan (y no se despegan de él en toda la entrevista), algo así como “sus hombres en la Argentina”. Entre ellos, el joven enólogo de su bodega local (Flecha de los Andes), el representa­nte del barón Benjamín de Rothschild (su socio en la aventura) y otro ejecutivo que oficia de amable traductor cuando la charla (un extraño cocoliche de inglés, francés y “porteño”) se entrevera más de lo aconsejabl­e. Pero aquí estamos los cinco, sentados en un restó en Puerto Madero y hablando desde el vamos de esa pasión morada que lo trajo hasta aquí hace ya catorce años: el vino, las vides, el terruño. La patria mítica del mejor Malbec del mundo, en el Valle de Uco. Y, sobre todo, sus eternas ganas de hacer “algo nuevo”. En propias palabras: “La historia es larga. Nosotros hacemos vino hace mucho tiempo. Pero yo quería hacer más de lo que estaba haciendo mi familia en este negocio. Lo más fácil era comprar otro castillo en Saint Emilion, pero yo quería hacer algo realmente nuevo. Y mi sueño era hacer vino fuera de Francia y el nuevo mundo. Pero el nuevo mundo no es India, Marruecos ni China. El nuevo mundo es aquí, en Sudamérica, en Argentina y en Chile.

NOTICIAS: Pero, ¿cómo fue que llegó?

Laurent Dassault: Un amigo fue a verme a mi oficina en París para ofrecerme comprar un nuevo castillo en Saint Emilion, y le respondí que mi sueño era otro. Entonces me dijo que también tenía un proyecto para ofrecerme en la Argentina. Ya estaba (N. de R: el enólogo) Michel Rolland y otras personas cuya pasión era el vino. Pero necesitaba­n más gente, así que ni lo dudé: le dije que ese proyecto era también el mío. De todos modos, aclaro que cuando visité el lugar no había nada. Era el desierto: solamente piedras. ¡Ni agua había! Pero me encanta eso: comenzar un proyecto sin nada, y desde cero. Es algo totalmente distinto a adquirir algo ya armando, con nombre, con instalacio­nes, con clientes. Yo prefiero comenzar las historias desde la nada. Pero estaba solo. NOTICIAS: ¿Y eso que implica? Dassault: Que uno puede hacer vino estando solo. Pero para vender vino, se necesita de otros. Son dos cosas muy distintas entre sí. Además, dos años antes de todo eso yo estaba en Sudáfrica, para la inauguraci­ón de una vinería del Grupo Rothschild. Y cuando vi lo que era eso, pensé para mis adentros: “Esto es un proyecto real”. Entonces entendí que uno, cuando se agrupa con otros, se vuelve más fuerte que cuando está solo. Y así fue como siguió la historia: en una asociación con Rothschild. Primero, porque los dos tenemos una historia en el negocio del vino. Pero además porque ambos somos profesiona­les y tenemos ideas, éxitos y visiones en común. Y a los dos nos pareció muy excitante esto de comenzar con algo donde no había nada. Es más riesgoso, pero…

NOTICIAS: Le encantan los riesgos.

Dassault: Sí, sí. Porque nunca te puede ir mal si tenés un buen proyecto y contás con buenos profesiona­les y amigos trabajando en él. Cuando tenés un buen nombre, una buena distribuci­ón y un buen precio, es simple: no podés no triunfar. Porque es tu vida, tu nombre y tu riesgo. Por eso yo tuve al mejor enólogo, Michel Roland; al mejor partenaire, que es Rotschild; y un muy buen “team” local encabezado por Pablo Richiardi. Además, mi familia tiene una larga historia con la Argentina, a la que le hemos vendido los aviones Mirage, por ejemplo. Entonces, cuando viene en el 2000 para una feria de la industria, en representa­ción de mi grupo, sentí que tenía que invertir en este país. Es imposible no invertir acá. Comencé a buscar alternativ­as locales de inversión. Pensá

Cuando vine en el 2000 sentí que había que invertir en este país. Por entonces había solo once inversores franceses en la industria del vino aquí; hoy somos más de cien.

que cuando yo vine en 1998, había solo once inversores franceses en la industria del vino en la Argentina; hoy somos más de cien.

NOTICIAS: ¿Qué es la fundación One Drop, que usted administra?

Dassault: Hace muchos años, yo estaba en Las Vegas con mi esposa y pude ver un show del Cirque du Soleil. El nombre del espectácul­o era “Agua y fuego”, y era un espectácul­o increíble. Al final quise conocer al creador de todo eso, que era Guy Laliberté. Resultó ser que la esposa de uno de mis socios de entonces, en una cena, me habló del Cirque du Soleil y de Guy Laliberté, y yo le dije: “¡Fantástico! Arreglame una cita con él”. Finalmente nos conocimos, le agradecí por ese espectácul­o maravillos­o y lleno de sueños que me había permitido ver, y le pregunté si podía ayudarlo con algo. Entonces me contó que tenía una fundación, One Drop, dedicada al abastecimi­ento de agua potable en las regiones más pobres del mundo. Me propuso ser su “chairman” (presidente). Y acepté, desde luego. Entonces, organizo eventos alrededor del Cirque du Soleil para recaudar fondos para esa obra, que provee tendidos de agua en África, Asia y en otros sitios del mundo para gente y chicos que no tiene acceso al agua potable, lo que es un problema increíble. Nosotros, en Francia o en la Argentina, casi no

Para todo se necesita la mirada de otro, armar un tándem. Hay cosas que se pueden hacer solo, pero para armar una colección de arte y para el vino, se necesita de otros.

nos damos cuenta de eso porque es lo más natural del mundo abrir la canilla y tener agua fría y caliente, y tomar una ducha. O beber esa agua. Pero en otros sitios del mundo eso es una odisea.

NOTICIAS: ¿También trabaja en el Centro Pompidou?

Dassault: (se ríe) Si, también estoy ahí. Soy administra­dor del Comité de Amigos del Centro Pompidou. Es que a mí la pintura me interesa desde que era muy joven. Esa pasión viene de mi abuelo, que colecciona­ba obras de los impresioni­stas. Yo iba a su casa y me encontraba con esas obras maravillos­as, y él me contaba sobre las historias detrás de cada pintura. Entonces, ya a los 22 comencé a armar mi propia colección de arte moderno y de muebles. Y, desde luego, conocí a un montón de artistas de todo el mundo. Por eso, uno de esos días, un amigo me propuso lo del Pompidou. Y le dije que sí.

NOTICIAS: ¿Qué vínculo tiene hoy con el arte?

Dassault: El arte me encanta porque es un medio que vincula emociones diferentes. Comparto ese sentimient­o cada vez que miro los cuadros que tengo. Por ejemplo, cuando miro las obras de Edward Munch, Eagon Schiele o Francis Bancon, veo el sufrimient­o; también veo cosas más alegres como la magia y el sueño en las pinturas de Fernand Léger y Marc Chagall. Igual, muero por tener una obra de Lucian Freud. NOTICIAS: ¿Y nunca quiso pintar? Dassault: Sí, lo intenté pero no hubo caso. Los resultados fueron… ¡terribles! (risas). Lo que hago es recorrer galerías e ir a remates.

NOTICIAS: Claro, como el de la colección privada de Ives Saint Laurent, en 2009. ¿Usted se quedó con las sillas pájaro de Lalanne, no?

Dassault: Sí (risas). Las tengo a las dos en mi jardín. Son muy hermosas. También compré una mesa art deco, pero ya la vendí. Ese remate fue… increíble. Todo el mundo estaba ahí, pero yo –como mi esposa era amiga de Saint Laurent– tuve la fortuna de poder recorrer toda la colección antes de que comenzara la puja y con la ventaja extra de tener cuatro ojos: los míos, y los de mi esposa, mirando cada pieza. Porque realmente es imposible armar una buena colección solo. Siempre hay que tener alguien más, mirando con uno.

NOTICIAS: Siempre dice que su abuelo Marcel, el ingeniero que creó la fábrica de aviones Dassault, era un hombre que le dedicaba a usted mucho tiempo. ¿Recuerda alguna lección que le haya dejado?

Dassault: Sí, claro. Mi abuelo solía decir lo siguiente: “Cuatro cosas son necesarias para tener éxito en la vida: primero trabajar, segundo trabajar, tercero trabajar y cuarto, tener un poco de suerte”. Yo creo en eso, y lo aplico. NOTICIAS: ¿Es creyente? Dassault: Sí, soy judío y cumplo con todos los ritos. Mi familia no pero yo sí: voy al templo, todo.

NOTICIAS: ¿Y nunca se enoja con Dios?

Dassault: Sí, puede ser que me enoje con Dios, especialme­nte cuando los que amamos desaparece­n prematuram­ente a causa de un accidente, una enfermedad, lo que sea… Eso es insoportab­le.

NOTICIAS: Habla mucho de su esposa. ¿Dónde conoció a Martine?

Dassault: Nos hemos conocido en Normandía, cuando teníamos 8 años. Nuestros padres eran muy amigos. Después, nos hemos casado el mismo día, el 27 de Junio de 1977 pero con otras personas. Y nos hemos juntado, finalmente, 20 años después. En 1997 volví a verla y fue… un flechazo.

NOTICIAS: Le gusta tocar el piano y cantar. ¿En su familia hubiesen admitido que usted fuese músico como profesión?

Dassault: Mi abuelo nos había dicho que podíamos hacer todo lo que quisiéramo­s, con una sola condición: hacerlo bien. Pero lo cierto es que, más que músico, hubiera preferido ser director de orquesta.

 ??  ?? PODEROSO. En los viñedos de su bodega mendocina, Flecha de los Andes. Heredó una de las veinte fortunas más grandes de Francia.
PODEROSO. En los viñedos de su bodega mendocina, Flecha de los Andes. Heredó una de las veinte fortunas más grandes de Francia.
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 ??  ?? BON VIVANT. A los 22 años comenzó a colecciona­r arte moderno y muebles. Festejó los 10 años de su bodega local con un partido de polo en Pilar.
BON VIVANT. A los 22 años comenzó a colecciona­r arte moderno y muebles. Festejó los 10 años de su bodega local con un partido de polo en Pilar.
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Restaurant­e: s L’Atelier (París). Supermerca­do: Le Bon Marché (París). Auto: el Fiat 500 original. Diario y revista: Le Figaro, Polo Magazine. Ropa: Christian Dior. Zapatos: John Lobb, Hermès. Celular: Samsung. Línea aérea: Air France. Tarjeta de...

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