DESMEMORIA
“Show Match” siempre empieza en su mejor momento. La expectativa agranda sus triunfos y diluye las críticas. Cuanto más ancho el umbral de olvido, mayor el efecto sorpresa de la temporada. En un país flojito de memoria hablamos del programa como si no bajara de los treinta puntos cuando ese rating es la excepción y no su diaria. Olvidamos que, en su último año, Tinelli intentó conflictos, maratón gay y fútbol playa para levantar una alicaída audiencia que se le escapaba cada noche a una mala telenovela. No es difícil suponer qué pasaría si en el otro canal hubiera una buena.
Como la desmemoria guarda los mejores recuerdos, en su piedad hace de “Show Match” un mismo programa a lo largo de los años. Omitimos que pasó de un canal a otro, que cambió varias veces de dueño y muchas más de rumbo y artística. Esta vez probará con levantar el nivel de los concursantes y poner el jurado que funcionó en el reality de cantantes aficionados. Pero no hubo un año en que repetir la receta le diera los mismos resultados. Sin embargo, la memoria selectiva, sin prueba fáctica, insiste en que los monigotes de Gran Cuñado determinaron las elecciones del 2009 y supone que renovarán este año el voto de una audiencia cada vez más desparramada y casquivana.
Los televidentes, ingratos siempre, extrañamos menos “ShowMatch” que la industria que necesita del programa como de un anabólico. Cada regreso, se inflan las secciones de espectáculos, los polemistas exhiben sus músculos impúdicamente y el show amenaza con comerse toda la programación de tan poderoso. Pero ya sabemos cómo son los fisicoculturistas. Puro aspaviento.
* ANALISTA DE MEDIOS.