La euroconspiración
El ultraliberalismo alemán y el plan Grexit del establishment europeo para castigar a la nueva izquierda anti-sistema.
Los
griegos necesitan ayuda y no tenemos derecho a negársela con el pretexto de que no estamos contentos con el resultado del referéndum”, afirmó el lunes 6 Sigmar Gabriel, vicecanciller socialdemócrata de Angela Merkel, que también ocupa la cartera de Economía. El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz (socialdemócrata), se mostró partidario de organizar un vasto plan humanitario de ayuda a Grecia. En el edificio de Berlaymont, la portentosa sede de 240.000 m2 de la Unión Europea (UE) en pleno centro de Bruselas, algunos servicios se agitaban para enviar a Grecia medicamentos, instrumental de urgencia para los hospitales, leche en polvo, pañales, alimentos y otros bienes de primera necesidad. Toda esa excitación hacía pensar que el país se encontraba en la misma situación que Haití después del terremoto del 2010. Esta sería la primera vez después de la Segunda Guerra Mundial que Europa debía auxiliar a uno de sus miembros. Ese gigantesco plan de ayuda humanitaria debía extraer recursos de los fondos estructurales que normalmente se utilizan para financiar planes de desarrollo en las regiones más pobres del continente, explicaban funcionarios de la UE.
El único problema es que todo eso era falso y, según un amplio haz de indicios coincidentes, se trataba de una gigantesca maniobra de desinformación. A la misma hora, Atenas y el resto del país presentaban un aspecto de absoluta calma y serenidad: los empleados acudían a sus oficinas, los hospitales atendían a sus pacientes -con algunas dificultades, pero sin mayores problemas-, los negocios abrieron sus puertas con normalidad y los consumidores no mostraban indicios de penuria. La única anomalía visible eran las colas frente a los cajeros automáticos a la espera de retirar los 60 euros diarios por persona y por día que autoriza el corralito impuesto