“MasterChef es como una telenovela”
Cocinera consolidada y maestra de la nueva generación, habla sobre sus raíces, su familia de múltiples mellizos y sus logros.
Faltaban
cinco días para la Nochebuena y en las cocinas de General Las Heras leudaban los bollos de pan dulce. Nacía entre perfumes de levadura y agua de azahar, como predestinada, la niña Dolli –su verdadero nombre– que agrandó la familia como la cuarta de tres hermanos mayores. “Viví una infancia muy feliz entre mi casa, el campo de mi papá y la casona de mis abuelos maternos. El abuelo Anatole Fontaine era hijo de franceses y la abuela, Teresa Gasaniga, de italianos. Anatole tenía una huerta, que ocupaba una cuadra, con frutales, hortalizas, aromáticas y un gallinero siempre lleno. Después de jubilarse se pasaba el día entero entre sus cultivos. Había sido maquinista ferroviario y fotógrafo; la abuela Teresa preparaba conservas de tomates y enterraba los frascos en la tierra porque no había tanta heladera. Me encantaba quedarme a dormir en esa casa mágica. El abuelo era como un niño, nos hacía fuegos artificiales y fogatas para San Juan… Era un gran contador de cuentos inventados. Se tiraba en la cama, fumaba su pipa y todos sus nietos alrededor lo escuchábamos. Tenía cuarto oscuro y telones donde la gente se sacaba las fotos y una habitación llena de disfraces; porque en un terreno de enfrente se instalaban los circos que llegaban al pueblo. El abuelo les proveía agua y electricidad y se hacía amigo de los dueños; teníamos entradas gratis y dejaban muchas veces sus trajes de payasos y bailarinas”, relata emocionada.
NOTICIAS: Su abuelo fue pionero de lo orgánico.
Dolli Irigoyen: No fumigaba con insecticidas ni usaba agroquímicos. Hacía el compost con bosta de los tambos, la mezclaba con las cáscaras de fruta, verdura y huevos de la basura. Todos los atardeceres –recuerdo en verano– venía con un frasquito y nos decía: “Hoy junté 80” y era que pasaba la mano por las plantas y les quitaba los bichitos que le podían comer los frutos.
NOTICIAS: Con el título de maestra se vino a Buenos Aires para estudiar y se casó con Ernesto Lanusse. ¿Tuvo los mellizos enseguida?
Irigoyen: Sí, a los 23. Y me separé rápidamente. Ernesto y Francisco tienen 42. Francisco con Mariana me han dado dos nenas y un varón; Francisca (11), Jesús (10) y Floren- cio (6). Y hace un año y dos meses, Ernesto con Leticia tuvieron mellizos, Juan y Tomás. Mis nietos son mi mayor felicidad. Francisco pasa unos meses en EE.UU. porque juega al polo; vive en Pilar con su familia. Y Ernesto trabaja conmigo; tengo la suerte de que sea mi aliado en Espacio Dolli. Siempre le interesó la gastronomía y es mi mayor crítico.
NOTICIAS: ¿Usted empezó a cocinar en Las Heras?
Irigoyen: Haciendo tortas y paste-