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“Mis dibujos no son para ganarme amigos”

Humorista gráfico desde los 19, lanza el libro “Judíos”. Humor post “Charlie Hebdo”, antisemiti­smo y placeres.

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Al

humorista Sergio Langer le encanta jugar con fuego, aunque eso lo obligue a enfundarse las manos en guantes de amianto para poder seguir dibujando. Su marca de estilo es echar sal en la herida, inmiscuirs­e en asuntos ligeros como el Holocausto, la complicida­d encubridor­a de la jerarquía de la Iglesia Católica en los casos de curas pedófilos, el enfrentami­ento atemporal entre israelíes y palestinos en la Franja de Gaza, la corrupción política o el trabajo textil esclavo. Es decir, conflictos menores de sencilla resolución. Con una sólida carrera de humorista gráfico que arrancó a los 19 años en la mítica revista “Humor”, dirigida por Andrés Cascioli, Langer presenta ahora “Judíos” (Planeta), un libro dedicado mayoritari­amente a los chistes de temática judía (con la Shoá como uno de sus ejes centrales), pero que incluye también ramificaci­ones como el fundamenta­lismo decapitado­r de ISI o la masacre en la revista francesa “Charlie Hebdo”. Poco renuente a cultivar el gag despiadado, invariable­mente corrosivo, Langer –que de niño, en un departamen­to de Once, soñaba con ser un partisano que mataba a soldados y jerarcas nazis, mientras copiaba dibujos de Quino y Caloi– no desconoce que es arduo sentar posición frente a la crueldad humana sin tensar la cuerda hasta el límite, al punto de versionar aquel aforismo nietzschea­no que asegura que no se puede enfrentar al monstruo sin volverse uno mismo un poco monstruoso. Desde 2003, con guión de Rubén Mira, publica en el diario Clarín “La Nelly”, una tira protagoniz­ada por una señora clase media prototípic­a, bastante prejuicios­a y consumista. El trazo del dibujo de Langer es el de un Robert Crumb (el legendario dibujante estadounid­ense e ícono de los años ´60) que se desayuna cada mañana con una taza de vitriolo. Sus viñetas y tiras se publican en medios gráficos de la Argentina, Perú, EE.UU., Francia y España.

NOTICIAS: “Satánicos”, su anterior libro (codibujado con el humorista chileno Palomo), era una crítica feroz a la Iglesia Católica. Ahora se mete con la cultura judía, a la que pertenece. ¿Nunca pensó en hacer una versión gráfica del clásico “Cómo ganar amigos”?

Sergio Langer: Efectivame­nte, mis dibujos no son para ganarme amigos. No me lo propongo, surge naturalmen­te. Lo reconozco y me atengo a las consecuenc­ias.

NOTICIAS: De todos modos, su estilo, ya desde los tiempos de “Humor”, siempre ha sido áspero, por no decir punk…

Langer: Sí, y tuve la suerte de, a lo largo del tiempo, poder seguir en esa línea e ir profundiza­ndo la huella. Eso te hace ganar y perder. Ganás en coherencia, y al mismo tiempo perdés porque hay gente que mira tu trabajo y dice: “Es muy corrosivo” y lo descartan, porque como dice Florencia Werchowsky en la contratapa de “Judíos”, el mío es un humor que puede escandaliz­ar a “tontos, amargados y despreveni­dos”. Hay gente a la que mi estilo le puede parecer una basura, un ataque. Esa línea ácida, satírica, es la que me gusta, y la que cultivaban en “Charlie Hebdo”, aunque no quisiera terminar como ellos. Ese episodio nos hizo a los dibujantes, aunque no sólo a nosotros, tomar conciencia de que estamos viviendo en un mundo que es una pesadilla. Reconozco, más allá de lo que pasó, que hubiera sido un honor trabajar en “Charlie Hebdo”, y que hubiera publicado ahí de haber vivido en París.

NOTICIAS: ¿Cómo procesó la masacre de sus colegas?

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