CUENTO DE HADAS
Juliana Awada tuvo diez años para aclarar el curioso malentendido que sostenía que estaba casada con un conde. Pero nunca lo hizo. Según esa mentirilla repetida en forma incansable por los medios dedicados a la farándula a local, el empresario y millonario belga Bruno Phillipe Laurent Barbier la habría desposado a comienzos de la década del 2000. Y según esa misma historia, Barbier no era como el resto de los mortales, sino que osten- taba un fulgurante título nobiliario. Ergo, él y su bella esposa eran parte del jet set internacional.
Lástima que nada de todo eso fuera cierto, como comprobé con sorpresa cuando me dediqué a chequear los datos para mi libro “Juliana”.
Primero: Barbier no es conde, no figura en los registros de la nobleza belga y lo más parecido que tiene a eso es un primo suyo que es barón. Segundo: jamás hubo boda (ni tampoco división de bienes) entre el empresario y Awada, quien en los reportajes sin embargo hablaba de su “matrimonio” y su “marido”. ¿No se casaron porque Barbier no quería poner en riesgo su fortuna?
En resumen, la primera dama no estuvo casada con un conde, sino “juntada” con un plebeyo. Triste conclusión para un falso cuento de hadas.
Un dato más que involucra a Barbier, y también a Macri: el amor entre el hoy Presidente y Juliana nació antes de lo que ambos admiten, en la primavera del 2009, cuando ella aún convivía con su falso conde y Mauricio estaba con “Malala” Groba. Y lo curioso es que los cuatro (Macri, Awada, Groba y Barbier) concurrían al mismo gimnasio de Barrio Parque, el exclusivo Ocampo Wellness Club, cuyas paredes escuchan, pero por suerte no saben hablar.