GAUCHADA PRO
En sintonía con la “apertura al mundo” tan anunciada por el oficialismo, la Argentina se topó con un escenario global que apela a sus credenciales humanitarias. La megacrisis de los refugiados movilizó a los expertos en relaciones internacionales del PRO desde el arranque mismo del Gobierno. Pero luego de varias conversaciones que entusiasmaron a los europeos (urgidos por sacarse el problema de encima), ha llegado la hora de concretar las promesas vagas del macrismo de hacerse cargo de al menos una pequeña porción de la emergencia humanitaria siria. El desató una discusión estratégica interna alrededor de Macri. La cuestión es qué clase de refugiados se va a privilegiar para darle asilo. Hay una postura (encabezada por la diputada PRO Cornelia Schmidt-Liermann) que recomienda empezar por los sirios cristianos, que han sido los más perseguidos y masacrados, y que forman un colectivo de alta formación cultural y profesional, con identidades probadas por documentación con validez mundial. Para traerlos, sólo faltaría conseguir los pasajes aéreos, que le corresponden a la Argentina: ya hay negociaciones iniciadas con la presidenta de Aerolíneas, Isela Costantini. Otra visión del tema, acaso más abierta y ecuménica, le daría luz verde a cualquier refugiado sirio autorizado por las ONG especializadas, sin distinción de origen, perfil personal, certeza de identidad (papeles), ni otras señas particulares. Suena lindo. Pero bajado a la realidad concreta argentina, en pleno escándalo por su Aduana-colador, sus dramas de inseguridad y sus propios desafíos de inclusión social, la gauchada nacional corre el riesgo de terminar en papelón globalizado.