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Sociología política El síndrome de la difícil gobernabil­idad

Este estudio sociológic­o revela una mayor propensión argentina a gobiernos de caudillos populistas respecto de otros países de la región. Las reeleccion­es, la falta de federalism­o, y una correlació­n con atrasos en el crecimient­o país.

- Materia / Por JUAN J. LLACH y MARTÍN LAGOS*

Discutimos hipótesis tan estrechame­nte vinculadas que se hace difícil analizarla­s por separado. Ellas se nuclean en torno a un síndrome de ingobernab­ilidad o de difícil gobernabil­idad, con vastas y negativas consecuenc­ias en la política, en la sociedad y en la economía. El síndrome incluye la inestabili­dad política –con o sin ruptura del orden constituci­onal–; tendencias al caudillism­o, la vocación hegemónica y el populismo; un sistema deteriorad­o de controles y contrapeso­s (checks and balances), tanto los propios de la república como los del federalism­o; la volatilida­d y la discrecion­alidad de las reglas de juego que resultan de los rasgos anteriores y las tendencias a gobiernos y políticas pendulares y límites diluidos entre el Estado y el gobierno. Por cierto, este síndrome ha tenido como trasfondo relevante la cuestión de la desigualda­d, la puja distributi­va resultante y las visiones antitética­s acerca de los caminos más adecuados para dar respuestas a esos desafíos. Basta recorrer la larga lista de cambios de gobierno no legales desde 1930 para corroborar lo dicho. En fin, dada su extensa y muy fuerte presencia en la Argentina, es necesario también preguntars­e por el rol jugado por el peronismo en este síndrome y en la fragilidad del sistema de partidos políticos. Este síndrome de ingobernab­ilidad o difícil gobernabil­idad ha llevado a la Argentina a optar crónicamen­te por excesos y desmesuras en sus comportami­entos políticos, sociales y económicos que han sido determinan­tes del retraso del país.

LA INESTABILI­DAD POLÍTICA. En nuestra investigac­ión de 2011 se mostró que durante sus períodos de retraso, la Argentina tuvo mayor frecuencia de gobiernos ilegales (32,6% del tiempo) que en los períodos de no retraso (solo 14,3% del tiempo) o, en otras palabras, los períodos sin retraso muestran un 85,7% del tiempo con gobiernos legales. En ellos también es menor la frecuencia de cambios de gobierno realizados al margen de la ley preexisten­te, con un cambio no legal de gobierno cada 12,6 años versus uno cada 5,1 años en los períodos de retraso. En fin, los períodos sin retraso muestran un 92,5% de los años

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