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GUERRA POLÍTICA

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En 1971, Nixon le declaró la guerra a las drogas, después de decir en un discurso que el abuso de drogas era “el enemigo N°1 de Estados Unidos”. Dos años después fundó la DEA y extendió al territorio global su cruzada, con propaganda y presupuest­o para el combate. Nixon empezó a entrometer­se en las produccion­es de drogas de países como Colombia, Panamá, México, Bolivia y otros. Su onda expansiva repercute en la actualidad. Según datos publicados por la agencia Associated Press, en estos últimos cuarenta años, el gobierno de Estados Unidos encarceló a 37 millones de personas por tenencia, tráfico y consumo de estupefaci­entes. El presidente de Estados Unidos veía en las drogas un buen demonio para utilizarlo políticame­nte e ir contra las minorías que resistiero­n su gestión. Eso le contó John Ehrlichman al periodista Dan Baum en 1994. Ehrlichman fue uno de los principale­s asesores políticos de Nixon. Pero el periodista recién publicó el bombazo en abril de 2016. Este es un fragmento de lo que se imprimió en la revista Harper’s: “¿Querés saber realmente de qué se trata todo esto?”, me dijo con la franqueza de un hombre que, después del oprobio público y una temporada en una prisión federal, tiene poco que proteger. “La campaña de Nixon de 1968, y la Casa Blanca de Nixon, tenían dos enemigos: la izquierda antiguerra y los negros. ¿Entendés lo que te digo? Sabíamos que no podíamos hacerlos ilegales por ser negros o estar en contra de la guerra, pero al hacer que el público asociara a los negros con la heroína y a los hippies con la marihuana, y luego criminaliz­ar ambas sustancias fuertement­e,

podíamos fragmentar sus comunidade­s. Podríamos arrestar a sus líderes, redar sus casas y disgregar sus reuniones. ¿Sabíamos que estábamos mintiendo sobre las drogas? En el caso de la marihuana, todos los gobiernos de Estados Unidos supieron que mentían.

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