La moda del invierno:
Los movimientos femeninos en todo el planeta afectan el mundo fashion. La moda renuncia al glamour y atenúa diferencias entre géneros.
sensibles como nunca al contexto social, las colecciones de esta temporada son austeras y variadas. La silueta masculina se prepara para un gran cambio.
El
8 de marzo pasado, la tienda Yves Saint Laurent en París sufrió un escrache. La manifestación estuvo acompañada de denuncia ante las autoridades francesas competentes. ¿El motivo de la protesta? Pedir la suspensión de la última campaña de la etiqueta, que en sus diferentes piezas gráficas mostraba a modelos delgadísimas, sobre zapatos que eran una mezcla de stilettos con rollers, en las poses más “degradantes” (así las calificaron los denunciantes) imaginables. Por ejemplo, en una de las fotos, una modelo posaba con las piernas abiertas y lo único que se veía de ella eran sus extremidades y la zona de la vagina. En otra, una chica se apoyaba en un banco, con la cola en alto y la cara hundida entre los brazos, como a punto de ser sometida sexualmente.
Definitivamente, esta ya no es la imagen que las mujeres quieren ver de sí mismas. Y para eso, no sólo en la Argentina, salieron a las calles, a reivindicar sus derechos y a defender su integridad sexual. Cualquier forma de maltrato es hoy rechazada de plano.
La movida es tan potente en todo el planeta, que obliga a la moda a replantearse sus mensajes y su estética. “¿Qué significa el glamour
en un mundo con tanta incertidumbre?”, se preguntaba hace unos días Miuccia Prada con lógica implacable.
La moda se dirige fundamentalmente a las mujeres y estas están revisando sus propias nociones de género y erotismo. Cómo vestirse es una cuestión crucial al enfrentar esta problemática.
Por otra parte, el mundo fashion también debe someterse a la autocrítica. ¿O acaso no ha contribuido a preservar estereotipos de belleza nocivos para quienes trabajan y consumen indumentaria?
Con este telón de fondo, las imágenes que desprenden las últimas colecciones de las principales marcas, está lejos de ser femeninas y glamorosas. Los principales diseñadores han imaginado para este año siluetas más cercanas al universo masculino: fuertes, potentes, cómodas, firmes.
Si se pudieran interpretar las pasarelas con el paradigma del arte en la alta cultura, uno podría leer en los modelos de Alessandro Michele para Gucci una clave de lo que representa la moda hoy en relación con lo social.
Sus colecciones parecen reunir todos los ítems desalojados de los guardarropas por el olvido o el desprecio. Un conjunto de prendas heredadas que combinan mal entre sí y no encajan en nuestra anatomía. Colores estridentes, soquetes y tacos, cuadros y flores, mangas fruncidas, volados, lazos. La parafernalia de los '70 en su peor versión.
Estas colecciones cuestionan las nociones de elegancia y buen gusto desde un lugar central en la moda: el de una etiqueta de lujo y prestigio. Otro aporte de Michele, reunir en una sola pasarela las colecciones femeninas y masculinas que, sobre todo en Italia, siempre funcionaron a distancia. Un modo de borrar fronteras entre géneros y replantearse por las tradicionales diferencias.
Qué significa vestir bien, es la gran pregunta que en forma consciente o inconsciente se hacen todos los involucrados en el fenómeno fashion. Consumidores, creadores, estilistas, periodistas especializados y expertos en marketing cambian sus referencias a la luz de la revolución que protagonizan hoy las mujeres.
NUESTRA TEMPORADA. A las cuestiones esenciales que hoy afectan a la moda en todo el mundo, en la Argentina hay que agregarles las circunstancias locales que influyen en la creación y producción fashion.
Como siempre, las variables condiciones económicas de nuestro país le dan a la indumentaria nacional un marco fluctuante. Este año, el incierto derrotero de la economía canceló los grandes proyectos. El dólar a bajo precio hoy vuelve más atractiva la compra en el exterior, sobre todo para los consumidores naturales de las etiquetas de alta gama. La industria local, en la actualidad, compite mal con las propuestas foráneas. La ropa de buena factura y calidad está cara, y en algunos casos, es casi inaccesible.
La situación económica se “llevó puesta” también a la principal semana de la moda en la Argentina, el BAFWeek, con lo cual el público se quedó sin conocer algunas de las propuestas de las marcas más masivas. Aisladamente, muchas de ellas están mostrando sus colecciones por estos días.
Las pasarelas de los diseñadores más creativos quedaron concentradas en dos eventos que se realizaron casi al mismo tiempo, a lo largo de una semana: Designers Buenos Aires y Couture Fashion Week (la tradicional Buenos Aires Alta Moda rebautizada para describir mejor el contenido de sus colecciones, ropa de lujo para ocasiones importantes).
En ellas, diseñadores de larga trayectoria como Martín Churba, Laurencio Adot, Marcelo Senra, Evangelina Bomparola, Kostüme, Fabián Zitta y Claudio Cosano, mostraron su trabajo junto a nuevos nombres como Santiago Artemis, Giacobbe o Juan Hernández Daels.
Más allá del talento individual de todos ellos, los trabajos no fueron deslumbrantes. El invierno suele ser más caro y complejo de vender, por eso, la mayoría de los creadores se inclinaron por los modelos de lujo que a la larga resultan más rentables que el prèt-à-porter.
El negro fue el color dominante, junto con los encajes y las transparencias. Faldas largas y botas por encima de las rodillas, los ítems más repetidos en las pasarelas argentinas.
TENDENCIAS. Karl Lagerfeld, el gran genio de la moda, suele recomendar, para armar un guardarropa básico, una camisa blan-
ca, chupines negros o azules y “vestirse de acuerdo a la ocasión”, una regla de oro que no falla jamás.
Esos conjuntos básicos son también la clave eterna para no excederse en gastos ni en lujos. A las prendas aconsejadas por Lagerfeld, esta temporada (como en las anteriores) hay que agregarles un buen par de zapatillas. La ropa deportiva sigue su avance inexorable sobre el atuendo de todos los días. Una invasión que empezó en los '90 y nunca se detuvo. Los traslados eternos por las grandes ciudades y el estilo cada vez más desestructurado de muchas empresas favorecieron la tendencia. El borramiento de las barreras entre géneros también alentó la costumbre. Además, cada vez hay más diseño y creatividad aplicadas al calzado deportivo. Tener mucho más que un par es una tentación irresistible.
El “normcore”, el estilo del “no estilo”, puso su grano de arena para acelerar el impacto de esta moda. Los millennials reivindicaron el “jogging”, la prenda fetiche del “normcore” y hoy hay versiones de lujo de un tipo pantalón que la generación anterior desechó por “imponible”.
La impronta de Gucci (que influyó considerablemente en todas las marcas) trae a este invierno la presencia de algunos otros ítems desterrados décadas atrás: voladitos, mangas fruncidas, moños. Un look victoriano pasado por un tamiz hippie. Los estampados están muy presentes y también los prints estilo tapizado antiguo. Pero los bordados son los reyes de la temporada.
Y todo está bordado, hasta las prendas más insólitas: camperas, camisas, pantalones, carteras, remeras. Lo más probable es que el año que viene los odiemos.
Las faldas bajan varios centímetros. El viejo largo “midi” es la novedad del invierno. Y los pantalones presentan una variedad infinita: pueden ser chupines, o palazzos o patas de
elefante, con el tiro a la cintura, amplios, rotos o bordados. Para todos los gustos.
Las plataformas desaparecen del centro de la escena (o al menos eso se anuncia, porque las argentinas las adoran y las han conservado a contramano del mundo). Se verán, en cambio, tacos cuadrados, en mocasines, botas con cierre o zapatos acordonados. Las botas bucaneras siguen siendo las preferidas de las más jóvenes.
Algunos otros ítems para tentarse: camisas (largas, grandes, se usan más que nunca), faldas plisadas (brillantes y para la noche), chalecos (tejidos, cortos o largos), abrigos marineros y vestidos con mangas anchas. El rojo es uno de los colores que rompe la monotonía del negro y el gris. También el escocés que se ha usado bastante en los últimos años. Transparencias y encajes siguen siendo los más elegidos para los looks nocturnos o de fiesta.
Las pieles (si, las pieles) son el abrigo de moda para hombres y mujeres. Conviene llevarlas con cuidado, aunque sean ecológicas, para no tener que aclararlo a cada rato, como tuvo que hacer la primera dama en su reciente viaje a Madrid. Estas son las consecuencias de que la moda se haya vuelto un territorio tan político.
VARONIL. Como hemos visto, las pasarelas masculinas tienden a fundirse cada vez más con las femeninas, no sólo en el mismo espacio sino también en los contenidos. De forma creciente, muchas tendencias se replican para los dos géneros y el antiguo unisex vuelve a reflotarse con un significado distinto. Por ejemplo, las pieles, los bordados y hasta los sacos y trajes floreados son tendencia para todos y todas. La mayoría de los hombres serán incapaces de ponérselos, pero allí están las propuestas de los diseñadores disponibles para los valientes.
Un repaso por las principales semanas de la moda masculina deja como saldo un cambio de silueta. Si en los últimos años los trajes, sacos y pantalones se pegaron al cuerpo, ajustados y cortos, lentamente se agrandan y alargan. En algunas pasarelas, directamente, son tamaño oversize acompañados por sobretodos también gigantes.
Es probable que los más jóvenes sean los primeros en aceptar la tendencia, así como son los principales compradores de ropa deportiva, un estilo en el que las propuestas masculinas son variadísimas y muy creativas. El “jogging”, al igual que en la ropa femenina, es el item fetiche y favorito del invierno. Se podrá comprar en la clásica versión de algodón grueso o muy diseñado por las etiquetas deportivas top.
Para los que en estos años se animaron al chupín rojo, el color furor será el amarillo, un tono que indudablemente requiere más sentido del humor y osadía por parte del portador. Sólo para varones que se animan a romper reglas y límites.