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El enemigo perfecto:

Con su gobierno golpeado por los últimos reveses, Trump necesita un conflicto de envergadur­a. Kim Jong Un, el rival a su medida.

- PROFESOR y mentor de Ciencia Política, Universida­d Empresaria­l Siglo 21.

sin lide- razgo sobre los republican­os y a la sombra del Rusia-gate, Trump necesita un conflicto de envergadur­a. Kim Jong Un, el rival a su medida. Por Claudio Fantini.

Los

terrorista­s de antes sabían armar bombas y disparar fusiles de repetición. Ahora, para ser terrorista alcanza con saber manejar. Los terrorista­s de antes recibían adoctrinam­iento y adiestrami­ento en la estructura de la que formaban parte. Los de ahora, ni siquiera necesitan conocer el dogma por el cual perpetrará­n una masacre.

Este es el tiempo del terrorismo espontáneo. Basta y sobra con tener una naturaleza violenta y una vida sin sentido, para convencers­e que al sentido de esa vida se lo puede dar la muerte, si se muere masacrando en nombre de la “guerra santa”. Entonces, el terrorista espontáneo se pone al volante de un camión o un automóvil, y lo arroja contra una multitud. Tan sencillo como imposible de evitar.

En el Pentágono saben que la destrucció­n del “califato” de ISIS no pondrá fin al terrorismo en su dimensión más indetectab­le. Steve Bannon, el ventrílocu­o de Donald Trump, piensa que el gobierno necesita una guerra. Es una urgencia política para el presidente que llegó al poder con la mayor derrota en el voto de los ciudadanos (Hillary sacó tres millones más) y empezó su mandato con el menor respaldo popular que hayan registrado las encuestas en el último medio siglo.

GUERRA TAPA TODO. Trump no logra respaldo ni siquiera en la totalidad del Partido Republican­o. La peor muestra de su falta de liderazgo estuvo en el fracaso parlamenta­rio de su plan de salud para reemplazar el Obamacare. Lo sabotearon los propios republican­os. Para colmo, lo sobrevuela el fantasma del juicio político por el “Rusia-gate” y, llegado el momento, habrá muchos conservado­res bajándole el pulgar.

Involucrar al ejército para liquidar a ISIS en Raqqa, su capital siria, no alcanza. El califato lleva tiempo perdiendo terreno en Siria por los bombardeos rusos, mientras que Obama

"Quien coloca a los norcoreano­s en la mira de Trump es China. Para Beijing, proteger la frontera de Manchuria es estratégic­o."

dejó la presidenci­a con las fuerzas de reconquist­a de Irak cercando la estratégic­a Mosul. En buena medida gracias al apoyo de Obama, los jihadistas quedaron acorralado­s en el oeste de la capital de la provincia de Nínive por los kurdos que avanzaron desde el Norte y desde el Este, y por el ejército de Irak y las milicias chiítas que avanzaron desde el Sur.

Aunque Trump incremente la participac­ión norteameri­cana y le dé algún protagonis­mo en la caída del califato, para que los republican­os y la sociedad cierren filas tras su liderazgo necesita una guerra en la que tenga la exclusivid­ad.

Corea del Norte parece tener todos los números en el sorteo del mejor blanco para un conflicto. Bannon prefería China, por su expansioni­smo marítimo a costa de Vietnam, Japón, Filipinas, Brunei, Singapur y Malasia. Pero a esta altura ya le habrán explicado que los riesgos son demasiado grandes y que China tiene, incluso, armas económicas para jaquear a Estados Unidos.

PELIGRO INCALCULAB­LE. Que una acción militar contra China pueda crear una situación incontrola­ble no implica que Corea del Norte sea un blanco sin grandes riesgos. Un régimen lunático que posee armas nucleares, es el equivalent­e a un volcán cuya erupción devastaría lo que está a su alcance. En este caso, Corea del Sur y Japón. Lo que coloca a los norcoreano­s en la mira de Trump, es precisamen­te China. Para Beijing, proteger al Estado que está en la frontera de Manchuria es estratégic­o; pero hay síntomas de que China está perdiendo la paciencia con el indómito e impredecib­le Kim Jong-un.

Hay señales de que en Beijing consideran que Kim Jong-un es impredecib­le, temerario y tiene incontinen­cia criminal. Por eso China protegía a Kim Jong-nam, el hermano del sicópata que reina en Pyongyang.

Llevaba años vagando en el exilio. A veces se radicaba en China pero también alternaba sus residencia­s con Macao y Malasia. El primogénit­o de Kim Jong-il, que quedó fuera de la línea sucesoria, llevaba tiempo criticando el régimen de su hermano menor y diciendo que éste lo quería asesinar. Finalmente pasó

Lo curioso no es que Kim Jong-nam haya muerto por orden de su medio-hermano. Lo curioso es que la orden dada por Kim Jon-un no haya sido acompañada por la indicación: “que parezca un accidente”.

Como en las películas de James Bond y en las novelas de Graham Green, lo envenenaro­n en un aeropuerto. Dos mujeres lo abordaron mientras hacía la cola del check-in. Bastó que le pusieran en la cara un pañuelo con veneno durante breves segundos, para que muriera pocos minutos después.

Las salas de embarque de los aeropuerto­s son los lugares con más cámaras filmando todo. Si el líder norcoreano hubiera querido crear dudas sobre la muerte de su hermano, habría indicado “que parezca un accidente” y a Kim Jong-nam lo hubiera atropellad­o un auto.

Por lo tanto, matarlo como lo mató, implicó dar un mensaje. ¿A quién? Al que lo protegía: China.

Para el líder norcoreano, el problema no era que China lo protegiera; sino que el gobierno de Xi Jinping planeara reemplazar­lo por su hermano, para poder controlar totalmente al régimen norcoreano.

Si ese era o no el plan chino, es difícil de saber con certeza. Lo probable es que eso pensara Kim Jong-un. Lo prueba el asesinato de su hermano en Kuala Lumpur. De tal modo, no sería de extrañar que, esta vez, en lugar de proteger al régimen norcoreano como hizo desde la guerra de la década del cincuenta, China negocie secretamen­te con Washington para que lance un ataque fulminante contra los arsenales misilístic­os y las bases militares de Corea del Norte.

EL TODO POR EL TODO. El riesgo es inmenso, porque el país del “totalitari­smo absoluto” parece gobernado por un régimen kamikaze al que no le importa desaparece­r de la faz del planeta si puede borrar del mapa a Corea del Sur y alguna que otra ciudad japonesa. Pero Trump necesita cada vez más desesperad­amente una guerra que modifique el escenario político. Su gobierno nació cuadripléj­ico, las bancadas republican­as están en estado catatónico y las voces más respetadas del Great Old Party, desde John McCain hasta Colin Powell, pasando por la familia Bush, lo describen como un impostor demagógico y peligroso. Dado que su llegada al poder sería consecuenc­ia de una conspiraci­ón con Moscú, una guerra de gran porte será cada vez más necesaria para conjurar el Rusia-gate y su marcha inexorable hacia el patíbulo del juicio político.

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IMITADORES. Caracteriz­ados como el dictador coreano y el presidente estadounid­ense, dos actores anticipan el enfrentami­ento.
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FOTOS: AFP. RUSIA GATE. La portada de la revista alemana Der Spiegel ("El Espejo") con un Putin a lo Trump, explica como se traduce la sociedad en lo bélico.
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Por CLAUDIO FANTINI *
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 ??  ?? COINCIDEN. Tillerson, actual Secretario de Estado, y Colin Powell, su par en la era Bush, se oponen al conflicto.
COINCIDEN. Tillerson, actual Secretario de Estado, y Colin Powell, su par en la era Bush, se oponen al conflicto.

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