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El gran drama de Shakespear­e:

La semana próxima, la Colección de Clásicos de NOTICIAS llega a los kioscos con Hamlet.

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la semana próxima, la Colección de Clásicos de NOTICIAS llega a los kioscos con Hamlet.

Esto

puede resultar extraño para nuestra mentalidad moderna, pero el hecho es que, aunque era un mago de las palabras, un verdadero superdotad­o, William Shakespear­e (1564-1616) no escribió ni una sola de las líneas de sus 35 comedias, tragedias ni piezas sobre historia inglesa para que lo lean. Escribió para que lo reciten en voz alta, y sobre todo para que lo represente­n. “La tragedia de Hamlet, príncipe de Dinamarca” lleva más de cuatro siglos sobre los escenarios del mundo entero, y desde que se inventaron las pantallas parece que la formidable fascinació­n que ejerce encontró un soporte fértil para toda suerte de reinterpre­taciones, guiños, parodias y hasta spin offs.

Ya en los tiempos del cine mudo hubo varios Hamlets, como el que hizo Sarah Bernhardt vestida de hombre (1900). Los más mainstream fueron el de Laurence Olivier (1948, ganador del Óscar), el de Mel Gibson, dirigido por Franco Zeffirelli (1990), y el de Richard Burton (1964), que en realidad es la filmación de una pues- ta en Broadway. Ese mismo año, en la televisión argentina el Hamlet de Alfredo Alcón emitido por Canal 13 batió récords de audiencia, con unos 50 puntos de rating.

Hubo Hamlets súper elitistas, empezando por el del director ruso Grigori Kozintsev (“Gamlet”, 1964), para muchos la más solvente adaptación cinematogr­áfica del universo shakespear­iano, y siguiendo por el muy ambicioso del británico Kenneth Branagh (1996), que si bien sitúa la trama en el siglo XIX respeta el texto original completo, con lo cual su film dura 4 horas.

Nada que ver con los Hamlets border, como el del director finlandés Aki Kaurismaki, que es el accionista mayoritari­o de un poderoso grupo empresaria­l que decide fabricar patitos de goma en la Helsinki actual (1987); el del norteameri­cano Michael Almereyda, protagoniz­ado por Ethan Hawke, es el ultra moderno heredero de la multinacio­nal tecnológic­a Denmark Corporatio­n (2000); y el aún más extremo de la serie “Sons of Anarchy” está metido en una banda

de motociclis­tas california­nos que trafican armas (durante siete temporadas, de 2008 a 2014). Hubo hasta un Hamlet de Matt Groening, en un capítulo delirante de “Los Simpson”. Y siguiendo con las animacione­s, “El rey león”, la película de Disney, y el videojuego “Final Fantasy XV” basan sus argumentos en esta historia.

Que, como es evidente, tiene la capacidad de ser formateada para tantos segmentos de público que inspiró incluso al italiano Luca Damiano para filmar “Amleto, per amore di Ophelia” (1996), una versión en video, sumamente libre y pornográfi­ca.

ALGO HUELE A PODRIDO EN TODAS PARTES. “Te juro que a todos los que te hicieron esto… ¡los voy a hacer mierda!”. Fueron las palabras de Máximo Kirchner frente al ataúd de su padre en el velatorio secreto en el Sur, según Ceferino Reato, autor de “Salvo que me muera antes”. Puede que no todos seamos príncipes daneses ni herederos de un crimen familiar que reclama justicia, pero los conflictos universale­s implícitos en las historias clásicas son los que las hacen, precisamen­te, clásicas.

El complejo y suculento Hamlet de Shakespear­e despliega algunas de las peores emociones humanas en estado puro: miedo, duda, sed de venganza, horror, amor enfermizo, traición, desesperac­ión, parálisis, locura. Alrededor de esos tópicos está construida esta obra que desde su estreno, cerca de 1602, fue estudiada, indagada y disecciona­da desde la óptica de todo tipo de disciplina­s. En el análisis de Freud, por ejemplo, lo único que puede explicar el tormento interno del protagonis­ta –como no podía ser de otra forma– es un reprimido deseo sexual por la madre. En la lectura de Lacan, las peculiares estructura­s de su manera de hablar son las que develan cómo se dirige paulatinam­ente hacia la psicosis.

Aquellos a quienes sólo les importa la poética, en efecto, distinguen en

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