Vigencia eterna y mundial
En casi 30 años junto a los Soda escuché la misma frase cientos de veces, en un rincón u otro de Latinoamérica: “Me cambiaron la vida”. Y ahora, por primera vez, puesto a escribir estas líneas, pienso que yo podría decir lo mismo. A mí también me cambiaron la vida.
Los conocí en un hotel en México. Ellos estaban de gira y yo había llegado a su encuentro como periodista. Los iba a seguir en parte de su gira. En el último tramo, el tour mánager de entonces me preguntó si me animaba a ir. Me ocupé de todo lo que había que organizarles. Creo que por audacia, o inconsciencia, pasé a ser el mánager y representante de la banda de rock más grande en la historia de Latinoamérica.
Fueron muchos años juntos. Años de vértigo y éxitos demenciales, de excesos, de momentos tan arriba que parecía que el cielo quedaba abajo, de estridencias pero también de silencios tristes.
Soda es el profesionalismo más obsesivo, pero también la locura creativa. Un salto permanente y, sin red, al futuro. Aún hoy, después de 35 años sigue siendo la banda de sonido de la vida de millones. Un fenómeno cultural que cobra más fuerza día a día, cada vez que alguien tararea una canción o, como ahora, asiste a la magia del espectáculo del Cirque du Soleil. El presente de Soda incluye a más de un millón de espectadores que vieron “Sép7imo Día”. Y, por si hace falta recordarlo, Cirque du Soleil sólo tiene tres shows de homenaje a artistas del mundo de la música: “Love”, sobre los Beatles; “One”, sobre Michael Jackson, y el de Soda. *Mánager de Soda Stereo.