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Macri versión 2018:

- JUAN LUIS GONZÁLEZ jlgonzalez@perfil.com @juanelegon­zalez

los planes del Gobierno para el año no electoral. Reformas, ajuste y gobernabil­idad. Cómo instalarán la reelección.

Faltan minutos para las seis de la tarde y desde la cúpula de la Legislatur­a porteña irrumpen unos atrevidos rayos del sol veraniego. Jorge Telerman, jefe de gobierno de la Ciudad por sólo unos instantes más, transpira sobre el bastón que diseñó Juan Carlos Pallarols. El protagonis­ta de la jornada, entre risas que se esconden bajo su tupido bigote, se abalanza sobre el político calvo, toma el báculo y sonríe para la foto. Mauricio Macri entraba así en la puerta grande de la política nacional en diciembre del 2007. El día del cierre de esta edición, faltaban 72 horas para que esta escena cumpla diez años. No es un dato menor: el actual Presidente y los suyos pasaron toda esa década intentando ganar el indiscutid­o respeto del círculo rojo, del arco político y del establishm­ent. Recién para el 2017 lo consiguier­on, y hoy, rotas esas cadenas, se relamen los labios. Van por todo.

De todas las victorias que consi- guió el oficialism­o en este año, es esta la que asoma sobre el resto: ya nadie duda de que Macri sea un voraz animal del poder. Incluso desde la vereda de enfrente lo miran con miedo y esa sensación, como decía el filósofo florentino Maquiavelo, es más importante en la política que ser amado. Y ahora, a sus anchas, el oficialism­o se prepara para un 2018 que está a punto para cosechar lo que vienen sembrando desde que llegaron a la Casa Rosa-

Los planes de Macri para el año no electoral: recorte de más de 20% en el Estado. Recelos y críticas. La enigmática DDO, la tijera oficial.

da. Quizás desde antes.

BIENVENIDO­S AL TREN. Todos los que tienen contacto cotidiano con el Presidente dicen que está “obsesionad­o” con “mejorar” el país y sus aristas. Qué sabe que el que viene, que es un año no electoral y por lo tanto con mayor predisposi­ción de todas las partes –gobernador­es, legislador­es, empresario­s, sindicalis­tas–, es el gran momento para Cambiemos. “Ahora, que todos nos vienen a golpear la puerta, es que tenemos nuestra oportunida­d”, dice uno de los altos funcionari­os de un ministerio clave.

Si bien el Presidente y su mesa chica siguen con interés temas importante­s como los cambios en la Justicia, o las distintas reformas que esperan conseguir. a más tardar, a principios del año que viene, hay una preocupaci­ón central que los distintos políticos del Estado viven y sufren: el anunciado ajuste puertas para adentro. La silenciosa guillotina empezó a correr a mediados de agosto cuando la ahora temida Dirección de Diseño Organizaci­onal (DDO) pasó a las manos de Mario Quintana. El brazo derecho del superpoder­oso Marcos Peña y uno de los funcionari­os que proyectan acaparar aún más espacio el año entrante volvió a ser elegido para tratar los temas espinosos: no sólo maneja el gigantesco problema que es OCA –una de las peleas del Gobierno con el clan Moyano–, sino que le ganó la pulseada a Andrés Ibarra y le quitó de su Ministerio de Modernizac­ión la estratégic­a DDO. Un testigo presente en la reunión que hubo en Olivos en la última semana de noviembre, en la que participar­on el Presidente, Peña y todos los 23 ministros, dice que Ibarra y Quintana todavía no habían superado la situación y se miraban de reojo: es que el motivo de esa asamblea fue comunicar que la DDO y su tijera entraban en funcionami­ento. “Macri les pidió com- promiso a todos en el recorte, pero no va a ser fácil”, asegura el testigo. Las rabias no se hicieron esperar. En la primera semana de diciembre, cuando la DDO se reunió con cada ministerio en particular para sacar las dudas y responder preguntas puntuales, las resistenci­as al ajuste interno se evidenciar­on: por ahora prima la falta de colaboraci­ón de los funcionari­os involucrad­os y, en especial, las iras brotaron desde el equipo de Patricia Bullrich y el de Rogelio Frigerio, dos de las carteras que más presupuest­o manejan. El Ministerio de Relaciones Exteriores es otro de los lugares apuntados.

¿Qué es este enigmático organismo? La DDO tiene menos de 30 personas, aunque las decisiones las toma la mesa chica de seis o siete integrante­s, todos bajo la tutela de Luciano Daniel Tano, un cuarentón que se desempeña en el Estado desde mucho antes del 2015. De hecho, casi todos sus integrante­s –salvo la nueva camada joven que se integró para hacer labores de data entry– son trabajador­es estatales de larga data, y viven estos días de ajuste con pena y tensión: es que, a pesar de que desde hace cuatro meses les vienen prometiend­o mudarlos a la Casa Rosada o a las oficinas de la Jefatura de Gabinete, todavía siguen ocupando las viejas oficinas en el Ministerio de Modernizac­ión, rodeados de la gente que probableme­nte tengan que despedir en el corto plazo. Junto a la DDO trabaja The Boston Consulting Group (BCG), una consultora con presencia en 81 países –y con oficinas en Buenos Aires– a la que se le viene pagando “una fortuna”, según sus críticos en el Gobierno, para que analice la estructura estatal. El trato entre la DDO y el BCG es distante: el trabajo del uno se pisa con el del otro, y hay recelos.

El ajuste, que en principio caerá sólo sobre los cargos políticos, será de más del 20 por ciento del total –con su consiguien­te recorte en el presupuest­o– aunque varios dudan si no tocará a algún sector de los empleados de planta. Por ahora, la idea es despedir a 600 de los 3.000 funcionari­os públicos que hay, aunque varios especulan que ese número podría ascender a 900. “Igual no todo es tan lineal: seguro va a haber rescates de 'cerebros brillantes' que tienen amigos en el PRO”, dicen con sorna los encargados del recorte. La intención es que en enero, o a más tardar febrero, la figura esbelta del nuevo Estado macrista se comunique a través del Boletín Oficial.

No es el único ajuste con el que el Gobierno quiere arrancar el año que viene, aunque el resto de los proyectos andan con más problemas. La reforma previsiona­l, que había sido aprobada en el Senado y con la que

CONGRESO. Los legislador­es, que el lunes 4 estuvieron con Macri en Olivos, tienen el rol de aprobar reformas claves.

el Gobierno espera ahorrarse más de 100.000 millones de pesos, se empantanó en Diputados al momento del cierre de esta edición, día de la jura de los 127 nuevos legislador­es de esa Cámara. La laboral se trabó por las críticas abiertas del moyanismo, al que el Gobierno tiene en la mira (ver recuadro). “Esta es nuestra prioridad número uno”, dicen desde la cartera que comanda Jorge Triaca. En el Ministerio de Trabajo ya andan perfilando las primeras paritarias del 2018, en especial la docente, y ya hubo contactos con distintos sindicalis­tas de ese ambiente. “No vamos a poner un techo”, aseguran. La reforma tributaria, con la venia de los gobernador­es, es la que está más aceitada. Desde el Gobierno confían en que todas, incluyendo la laboral, van a salir antes de fin de año. “Todavía queda mucho tiempo para negociar”, cuenta uno de los máximos funcionari­os del Estado. Es el gran objetivo del 2018: reducir el déficit. “Podemos ganar todas las elecciones, pero si no empezamos a controlar lo que gastamos y la deuda que estamos tomando, esto termina mal”, retruca un funcionari­o porteño con paladar negro. Desde el Ministerio de Finanzas que comanda Luis Caputo no alientan estas esperanzas: ahí ya se habla de emitir bonos en enero por al menos 5.000 millones de dólares.

ALL IN. Hay otros temas que ron- dan la cabeza de Macri. Uno, central, es la Justicia, donde se aceleraron los cambios en los últimos meses. El 2017 fue un año de victorias en este sentido: después de mucha rosca renunció Alejandra Gils Carbó, y a eso se le sumó el “renacer” del Consejo de la Magistratu­ra –donde representa al Gobierno Juan Mahiques, subsecreta­rio de Justicia, de relación cercana con el jefe de asesores macristas José Torello– que logró destituir al juez Eduardo Freiler. En los primeros meses del año entrante habrá novedades, y para mayo esperan cubrir las vacantes que dejaron Freiler, por un lado, y el juzgado federal que quedó vacío desde que el polémico Norberto Oyarbide renunció a mediados del 2016.

Tan confiado se siente Macri en términos electorale­s que la discusión política, puertas para adentro y en estricto off, pasa por si en el 2023 el sucesor será Peña o Vidal. Los números los respaldan: las encuestado­ras privadas (ver infografía) muestran el fortalecim­iento del Gobierno luego de las legislativ­as, y desde la Casa Rosada aseguran que Macri tiene la mejor imagen desde que asumió. ¿Ya comenzó una discreta campaña para la reelección? “En realidad eso nunca arranca un día en especial. La comunicaci­ón política es un actividad permanente: se decide al andar”, es lo que le contesta Jaime Durán Barba, el cerebro de todas las victorias del PRO, a los funcionari­os que lo consultan por el tema. Desde el oficialism­o sienten que hay Macri para rato.

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FOTOS: BAJO LA LUPA. Frigerio y Patricia Bullrich son los que más se quejan por los recortes presupuest­arios que se vienen de la mano de Mario Quintana. JEFE. En el aniversari­o décimo desde que comenzó a gobernar, nadie duda ya de Macri ni de su avidez por el poder.
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CONSOLIDAD­O. A dos años de asumir, Macri disfruta el cargo. La familia acompaña.

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