Clásica:
“Andrea Chénier”, de Umberto Giordano. Con José Cura, María Pía Piscitelli, Fabián Veloz y elenco. Dirección escénica: Matías Cambiasso. Dirección musical: Christian Badea. Teatro Colón.
“Andrea Chénier”, de Umberto Giordano. Con José Cura, María Pía Piscitelli, Fabián Veloz y elenco.
1/2 Andrea “Chénier” fue el título más accidentado de la temporada del Colón. El primer traspié se produjo en abril de este año, cuando el tenor Marcelo Álvarez canceló su participación en la producción. Más adelante, a pocas semanas del estreno, la cineasta Lucrecia Martel, que iba a debutar como directora de escena en una ópera, anunció que no podía cumplir con el compromiso. Con renuncias tan sensibles, era esperable que el resultado se viera afectado.
Ambientada en los años previos y posteriores a la Revolución Francesa, la ópera de Umberto Giordano acusa el paso del tiempo y se sostiene gracias a la belleza de su música. Con un rendimiento que fue de menor a mayor, el aspecto musical fue precisamente lo más destacado de la producción del Colón. José Cura fue un Chénier de fuerte presencia y voz imponente, que supo modelar su instrumento y su carácter vehemente en momentos íntimos y sutiles, como su aria del cuarto acto. María Pía Piscitelli exhibió un canto expresivo, mientras que Fabián Veloz, como Gérard, reflejó las contradicciones y matices de su personaje en su voz y en sus gestos. En un elenco homogéneo, sobresalió Guadalupe Barrientos, capaz de aportarle encanto y sustancia al breve papel de Bersi.
El Coro fue eficaz en sus intervenciones y la Orquesta Estable, dirigida por Christian Badea, sonó sin fisuras, aunque se percibió un desequilibrio entre el foso y las voces. Matías Cambiasso, que asumió la dirección de escena con pocas semanas de antelación, cumplió en montar la obra, con una mirada tradicional y sin apartarse de la linealidad del libreto.