IDEOLOGÍA
pico máximo de “gendarmeritis” oficial resultó un boomerang sangriento que espantó al coro de periodistas más proístas que el PRO y a votantes de Macri en las redes sociales.
El cuarto desatino quedó en amague. Entre la noche aún humeante del jueves y el mediodía del viernes, voceros gubernamentales de todo pelaje aseguraban que nada más faltaba la firma presidencial para sacar la reforma por decreto. Se veían venir horas aciagas. Hasta Elisa Carrió, fundamental para levantar la sesión bajo la promesa de que se incluiría un “bono compensatorio” en el proyecto, saltó como leche hervida contra la Opción DNU. Sólo un ministro le confesó a este periodista: “Es humo, tranquilo. La idea es forzar el rearmado de los acuerdos con el mensaje de que, si están locos, Macri está loco y medio y que se arreglen. Se llama ganar tiempo sin bajarse los lompas. Hay que calmar los ánimos”.
Quedaba por delante un fin de semana intenso. Frigerio avanzó hacia los gobernadores, comprometiéndolos a viajar a Buenos Aires para avalar la nueva sesión. Peña controló que Emilio Monzó y Nicolás Massot avanzaran a destajo sobre los diputados dubitativos, mientras sumaba al comité de crisis a Horacio Rodríguez Larreta y a Martín Ocampo, ministro de Seguridad de CABA. Ya habían decidido junto a Bullrich que la Gendarmería quedaría out el lunes 18, cuando la jueza Patricia López Vergara les dio la coartada perfecta: prohibió que se usaran “armas letales” en el control de las calles aledañas al Congreso. Terminó siendo como enfrentar a Atila con boy scouts. “No esperábamos tanta violencia, nos agarró por sorpresa. Las encuestas decían que la gente está en contra, pero culpaba mitad y mitad al Gobierno y a los K. Cuando el viernes se evaluó lo que había pasado, se decidió ver cómo revertir la imagen”, relata un alto funcionario. ¿Si a Macri le falta una mayor sensibilidad social? A mi criterio, no: para nada. A nadie le falta lo que, en rigor, no necesita. Y el proyecto político que impulsa Mauricio Macri no necesita sensibilidad social. Al revés, diría incluso que necesita no tenerla, que hasta podría resultarle un obstáculo para implementar las medidas que se propone aplicar, las que ya ha estado aplicando.
Yo lo pensaría más en términos de ideología (ideología social, antes que política, en el caso específico de Macri). Un modelo de país en el que un pequeño grupo puede hacer grandes negocios (a eso se le llama “inversiones”), en condiciones de precarización laboral
NOTICIAS: Estaban entre consolidar un virtual estado de sitio y exponer a los policías metropolitanos…
Funcionario: Había que exponer quiénes son los violentos.
NOTICIAS: ¿Aun con el precio de 88 policías heridos?
Funcionario: ¡Ah, bueno! ¿Conocés a la Gata Flora? ¡Dejémonos de joder! El lunes pasó algo muy importante: se cayó el mito de la derecha que reprime. Hoy todos sabemos que de un lado están los violentos, que venían con la idea planeada de querer voltear a este Gobierno, y del otro el orden y el Estado de derecho. El que no entiende esto va preso. lo más degradantes que se pueda (a eso se le llama “atraer inversiones”), para que luego el sobrante de sus ganancias descomunales eventualmente vaya a parar a los pobres desgraciados que sostuvieron todo con sus sacrificios (a eso se le llama “derrame”). ¿Le hace falta sensibilidad social a una ideología semejante? Yo creo que no, en absoluto. ¿Tiene sentido pretender que Macri gobierne por fuera de su ideología? Yo creo que no. ¿Tiene sentido pretender que la modifique? Creo que no, que sería absurdo.
Hay en el humor gráfico, de Quino a Diego Parés, todo un género dedicado al encuentro entre el gran empresario y su pequeño empleado: el primero, repantigado en su sillón con un habano entre los dedos; el segundo, apabullado en su sillita del otro lado del escritorio. En el medio, la crueldad. Habría que estudiar esa serie con atención, me parece que sería muy útil para pensar nuestro presente.
Si bien exagerado, el funcionario da en la tecla. La cúpula macrista entendió a tiempo los riesgos de mostrarse autoritario o, peor aún, delarruizado al cabo de un jueves fatídico. La mano dura suele delatar debilidades. El lunes se exhibió un peronismo más atomizado que nunca, con el kirchnerismo arrinconado contra un extremo izquierdo que ni por asomo hegemoniza. En ese costadito también se lo detesta.
Empecinado en mantener la frialdad, Mauricio Macri esperó las novedades durante la tarde del lunes, en Olivos, jugando al paddle (ver recuadro).