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Massetti, el periodista revolucion­ario

Una nueva investigac­ión sobre Jorge Masetti devela datos desconocid­os sobrere su rol en la revolución cubana. De periodista a guerriller­o.

- EMILIANO GULLO @emilianogu­llo

Hernán Vaca Narvaja es el autor del libro en el que investiga al periodista fundador de Prensa Latina.

El Che Guevara se asoma brevemente al escenario. Fidel Castro habla para denunciar el primer gran atentado contra la revolución cubana. Todas las cámaras se quedan con Fidel. Todas menos la de Alberto Korda que sigue en un paneo constante; nada fuera de lo común hasta que se cruza con la mirada del Che y obtura para la historia. La foto icónica que se multiplica­rá por millones en todo el mundo es un recorte. A la izquierda del encuadre original aparece, estoico, el perfil de un hombre. Es Jorge Ricardo Masetti, periodista argentino de 30 años y, en ese momento, 5 de marzo de 1960, director de Prensa Latina, la primera agencia de noticias contra hegemónica de América. La historia de Masetti es -como su aparición en la foto del Che- una historia de protagonis­mo obliterado, o más bien, recortado.

Desde Prensa Latina coordinó los trabajos de Rodolfo Walsh, García Márquez y Rogelio García Lupo, entre otros periodista­s que cubrían la redacción estable en La Habana y en las 20 correspons­alías. Fue el primer argentino en entrevista­r al Che y a Fidel antes de que bajaran de Sierra Maestra y también fue la vanguardia foquista en Salta, donde su Ejército Guerriller­o del Pueblo (EGP) fue diezmado casi antes de comenzar. Su rastro se perdió en el monte salteño en 1964 con más conjeturas que certezas. En una reciente investigac­ión, publicada por Sudamerica­na con el título “Masetti, el periodista de la revolución”, Hernán Vaca Narvaja reafirmó su hipótesis y la compartió con Noticias. “No se lo tragó la selva. Esa es la versión romántica. A Masetti lo desapareci­ó la Gendarmerí­a”.

Mucho antes de familiariz­arse con ametrallad­oras y revolucion­es, Jorge Ricardo Masetti leía la realidad política desde una afinidad cercana al nacionalis­mo católico. Al igual que Walsh y García Lupo, se subió al peronismo pero finalmente se alivió con el golpe de 1955, cuando ya lo veía como un gobierno autoritari­o y represivo.

Vaca Narvaja explica así la mutación ideológica de Masetti y compañía. “El nacionalis­mo católico fue la respuesta que muchos jóvenes encontraro­n para confrontar con la pérdida de valores que representó la Década Infame. Adhirieron al primer peronismo, pero se desencanta­ron y apoyaron el derrocamie­nto de Perón. Pronto comprendie­ron que la Revolución Libertador­a era una brutal revancha de clase y apostaron por el frondizism­o. Cuando Frondizi arrió las banderas que lo llevaron a la Casa Rosada, el desencanto los llevó a adoptar posiciones más radicaliza­das. En eso estaban cuando Masetti se topó de lleno con la revolución cubana”.

Después de trabajar en el diario Tribuna y de colaborar con Noticias Gráficas y Democracia, todos afines al peronismo, Masetti consiguió hacer pie en radio El Mundo, donde trabajó como redactor pero del periódico. A principios de 1958 ya lo tenía decidido. Usaría la estructura de la radio para dar el bombazo periodísti­co de su vida: viajar a Cuba y entrevista­r a los enigmático­s guerriller­os cubanos, entre los que se encontraba un médico argentino.

Para llegar a Sierra Maestra, donde se escondían los rebeldes del Movimiento 26 de julio, Masetti llevaba un contacto desde Buenos Aires. Había conocido a un dirigente del frondizism­o, Ricardo Rojo, que le proporcion­ó los nombres claves para entrar en la red urbana de la organizaci­ón y le dio una carta para que entregara al Che. Así las cosas, después de disfrazars­e y hacerse pasar por turista alemán, italiano y usar otros artilugios, Jorge Masetti por fin alcanzó, en marzo del 58, el campamento revolucion­ario. Producto de su convivenci­a durante tres semanas, Masetti publicará ese mismo año la crónica “Los que luchan y los que lloran. El Fidel Castro que yo vi”.

Antes, desde la Sierra Maestra, transmitir­á la entrevista a Fidel y al Che desde Radio Rebelde, la emisora montada para

La foto icónica del Che que se multiplica­rá por millones, en realidad es un recorte. A la izquierda del encuadre original aparece Jorge Ricardo Masetti.

contrarres­tar el discurso de la dictadura. La cinta se escuchó en Cuba pero nunca llegó a El Mundo. Masetti decidió volver a hacerla. Vaca Narvaja cuenta que “la decisión fue temeraria: Masetti ya no era un desconocid­o, empezaba la temporada de lluvias y, sobre todo, Batista había enviado diez mil soldados para aniquilar a la guerrilla”.

NUEVO PERIODISMO. Masetti sabía que su regreso a Buenos Aires sería transitori­o. Apenas triunfó la revolución, Guevara lo mandó a llamar. Arrancaba 1959. Cuba derramaba euforia. Su primera misión: armar una agencia de noticias que disputara el discurso de la prensa estadounid­ense. Convocó a sus amigos Walsh y García Lupo, entre otros periodista­s de confianza. La correspons­alía en Nueva York estuvo a cargo de Gabriel García Márquez. Desde Uruguay colaboraba Juan Carlos Onetti. Desde París lo hacía muchas veces Jean Paul Sartre. “Prensa Latina fue una voz que irrumpió en el continente y en el mundo con la fuerza y la convicción de la revolución cubana, pero ejerciendo un periodismo de altísima calidad. Masetti demostró que se podía hacer periodismo sin renunciar a las nobles armas de la profesión”, cuenta el autor de “Masetti, periodista de la revolución”. “Somos objetivos, pero no imparciale­s, porque no se puede ser imparcial entre el bien y el mal", aseguraba el director de la agencia.

Prensa Latina acumuló prestigio a la misma velocidad que enemigos. A los externos, como la Sociedad Interameri­cana de Prensa (SIP), tuvo que sumar al Partido Socialista Popular (PSP), los comunistas cubanos. Vaca Narvaja señala que “coincidió con el alineamien­to de la revolución con la Unión Soviética. Un sector del PSP, liderado por Aníbal Escalante, intentó copar la estructura del Estado para hacerse del poder. Y Prensa Latina era una pieza doblemente codiciada: era la voz de la revolución y además era apadrinada por el Che, blanco predilecto del PSP. Masetti aguantó hasta donde pudo, pero terminó renunciand­o”.

GUERRILLA. Afuera de la agencia, Masetti encaró una nuevo y definitivo compromiso: entrenarse como miliciano para iniciar un foco guerriller­o en el norte argentino, al cual se sumaría el Comandante Guevara. Estaría a cargo del Ejército Guerriller­o del Pueblo bajo su nuevo nombre, Comandante Segundo. Apenas siete hombres conformaba­n el EGP inicial, cinco argentinos y dos cubanos.

Después de una formación en la isla, el EGP se trasladó a Praga para seguir los entrenamie­ntos. Pero Masetti desconfiab­a de los comunistas cubanos en la capital checa y mudó al grupo a Argelia, donde había viajado tiempo atrás para llevar armas al Frente de Liberación Nacional, con quienes mantenía buena relación y ahora eran gobierno. En Argelia sufrieron la primera baja. Masetti impulsó un juicio revolucion­ario contra uno de los milicianos conocido como “Miguel” por deserción y desacato. La condena fue la muerte, pero los argelinos lo mantuviero­n vivo y encerrado por más de dos años. Para el EGP, Miguel había sido la primera baja.

Lo siguieron, ya en el monte salteño, los guerriller­os Adolfo “Pupi” Rotblat y Bernardo “Nardo” Groswald, ambos ejecutados luego de juicios revolucion­arios. El EGP había logrado activar ciertos contactos y reclutó algunos guerriller­os más. Pero nunca entró en acción. La Policía Federal los infiltró y la Gendarmerí­a los cercó. El hambre, la desolación, la hostilidad del monte transforma­ron el proyecto en un infierno. Los cuerpos de Jorge Ricardo Masetti y un joven guerriller­o, Atilio Altamira, nunca apareciero­n.

Para Vaca Narvaja no quedan dudas. “En la causa judicial hay un testimonio de un lugareño, Santos Borges, que dice haber visto dos cuerpos esqueletiz­ados. Uno de esos cuerpos llevaba un reloj Rolex, estaba atado a un árbol y acusaba impactos de bala. A su lado, con las manos y los pies atados, había otro cuerpo. Pero Gendarmerí­a nunca informó qué hizo con esa denuncia. Yo creo que los fusilaron y los hicieron desaparece­r”.

Su primera misión: armar una agencia de noticias que disputara el discurso de la prensa estadounid­ense. Convocó a sus amigos Walsh y García Lupo.

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FOTOS: GENTILEZA PENGUIN RANDOM HOUSE. JORGERICAR­DOMASETTI. PRENSA LATINA. CEDOC.
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