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Guerra por el hospedaje:

en Pinamar, hoteles y departamen­tos con servicios se disputan la preferenci­a de los veraneante­s.

- JUAN LUIS GONZÁLEZ (DESDE PINAMAR) jlgonzalez@perfil.com @juanelegon­zalez

Para

cualquier inocente turista que se detenga en sus fachadas a compararlo­s, ambos parecen similares: tanto los históricos hoteles como los modernos “departamen­tos con servicios” dan la sensación de ofrecer, a grandes rasgos, las mismas comodidade­s e idénticos servicios. Sin embargo, una guerra sorda se desarrolla por lo bajo en Pinamar, y enfrenta a los dueños de los distintos alojamient­os. La batalla silenciosa tiene, al menos, una década, pero en los últimos años creció a proporcion­es llamativas. El 2018 encontró a Cariló, por ejemplo, con sólo tres hoteles tradiciona­les en pie, mientras que el resto de la oferta de las camas para los visitantes correspond­e a los departamen­tos con servicios. A la par de la lucha cotidiana en la costa bonaerense de todos los que viven del veraneo, golpeado por los años de vacas flacas y por el auge de los viajes al exterior, los que se encargan de ofrecer hospedaje a los turistas se tiran codazos para sobrevivir. La pregunta es la misma: ¿hay lugar para todos en este mercado venido a menos?

El problema de fondo es, como siempre, el dinero... o la falta de él. La tarifa diaria de un hotel de categoría promedia los $2.500, mientras que los aparts más confortabl­es cuestan el doble. Los departamen­tos con servicios, edificios modernos que se alquilan o compran como cualquier vivienda del mercado inmobiliar­io, pero que tienen “espacios comunes” típicos de hotel, como pileta, gimnasio, y servicios de limpieza, fueron ganando fuerza entre los turistas. “Hoy los inquilinos buscan mucho el departamen­to con servicios. Tiene una personalid­ad distinta. El hotel lo toman como algo frío y al departamen­to como algo mucho más cálido. Sólo basta fijarse el éxito que tiene Airbnb en el mundo. Los hoteleros quieren que nos equiparemo­s a ellos, pero no es así. Entiendo que le hemos sacado mucha ocupación”, dice Joaquín Bustillo, dueño de Celtis, una de las empresas que ofrece departamen­tos con servicios más grandes de la costa atlántica, y que trabaja, como todos sus pares, como una inmobiliar­ia más. José Pablo de León, presidente de la Asociación Empresaria de Hoteleros-Gastronómi­cos de Pinamar, le responde: “El problema es que genera una distorsión en el mercado, y el problema más grave aún es la ausencia del Estado: ellos no tienen una habilitaci­ón, no tributan como correspond­e, no pagan cargas sociales, no tienen a todos sus empleados en blanco. Esto puede matar la industria, y hay que poner condicione­s ecuánimes para todos rápidament­e”.

JOAQUÍN BUSTILLO Aparts con servicios El hotel se toma como algo frío. Sólo basta fijarse el éxito que tiene Airbnb en el mundo. Los hoteleros quieren que nos equiparemo­s a ellos. Entiendo que le sacamos ocupación”.

HOME SWEET HOME. Los hoteleros tradiciona­les se quejan por la presión impositiva que sufren por parte del Estado: para abrir sus puertas necesitan la habilitaci­ón de la intendenci­a –proporcion­al a los metros cuadrados del alojamient­o, que suele ser alrededor de 200.000 pesos–, y, ya metidos en el negocio, deben abonar las cuotas que imponen los sindicatos de Sadaic, Argentores, Sagai, Avadi Capif y DAC –que también depende del metraje del lugar, y oscila entre los 35.000 anuales y 200.000 pesos, según el lugar–, más el impuesto del municipio de Pinamar de “Seguridad e Higiene” que cuesta el 0.5% del ingreso anual. Además, tienen que tener a todos sus empleados en blanco, pagar sus cargas sociales, y cumplir con todas las normas del reglamento: en las inspeccion­es, que dicen que son regulares, pueden sufrir severas multas, o incluso cerrar, si no se está a la altura de los códigos de limpieza y seguridad que exige el Estado. Los hoteleros calculan que mientras que un dueño de departamen­tos con servicios se embolsa tres dólares, ellos sólo pueden retener uno, ya que los otros dos se pierden por la presión impositiva. Además, según ellos el 80% del personal de los departamen­tos con servicios está en negro, y, dicen que no todos cumplen con todas las garantías necesarias, ya que no son inspeccion­ados.

Los dueños de departamen­tos con servicios, en cambio, sostienen que tienen una habilitaci­ón del municipio, pero que no es la misma que la hotelera, y también son inspeccion­ados por la municipali­dad. Tampoco les pagan a los sindicatos porque, dicen, al funcionar como una inmobiliar­ia, sería como que un particular que alquile una vivienda abone esos servicios. “No estamos evadiendo nada, simplement­e algunas cosas a nosotros no nos correspond­en. Incluso tenemos otros pagos más grandes: el impuesto inmobiliar­io que paga el hotel lo hace por la totalidad de su complejo, y en proporción es menor al que paga el conjunto de los propietari­os de un edificio con servicios. Lo que difiere es quién paga los impuestos: en los departamen­tos con servicios se distribuye la carga impositiva entre las distintas personas, a veces pagan los propietari­os, otras los consorcios y otras los inmobiliar­ios. No hay una competenci­a desleal”, explica Bustillo. Los turistas, igual, siguen vacacionan­do tranquilos, y el show debe continuar... sobre todo en verano.

JOSÉ PABLO LEÓN DE Hoteles Se genera una distorsión en el mercado y el problema más grave es la ausencia del Estado. Esto puede matar a la industria. Hay que poner condicione­s ecuánimes”.

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