Música: reseña de la 28ª Fiesta Nacional del Chamamé y la 14ª Fiesta del Chamamé del Mercosur.
Culminó la 28ª Fiesta Nacional del Chamamé y la 14ª Fiesta del Chamamé del Mercosur. Mucho público para un encuentro que identifica fuertemente con la cultura correntina. Una suspensión inevitable y una reprogramación producto de las lluvias estivales. Un gobernador flamante, Gustavo Valdez, que quiso marcar su apoyo con una presencia casi diaria. Un responsable del Instituto Provincial de Cultura, Gabriel Romero, que a fuerza de su eficiencia –y sus habilidades políticas, seguramente– ha podido resistir en cargo tras varias administraciones y sigue siendo, junto al director Eduardo Sívori, quien viene llevando adelante este proyecto que hace rato traspasó los límites regionales. El regreso al escenario principal, siempre emotivo, de algunos artistas que son referencias importantísimas, como Ofelia Leiva –que también tuvo su momento con Lito Vitale– y Ramona Galarza, sola y a dúo con Antonio Tarragó Ros. La presencia cada vez más numerosa de los jóvenes en el anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola, que buscan allí no sólo un lugar para escuchar música y bailar sino también para el encuentro y la seducción. Un montón de actividades complementarias: el Mercado del Chamamé que permite encontrarse con la reserva de artistas a futuro, la Tienda del Chamamé, las proyecciones cinematográficas y, sobre todo, las bailantas chamameceras que son también cada vez más y que esta vez reunieron a mucha gente en Riachuelo, Puente Pexoa, San Cosme y Santa Ana.
Además, actuaron Ma- ría Ofelia, Nini Flores, Josuelo Shuap, la prometedora Jorgelina Espíndola, el Chango Spasiuk, Mateo Villalba, el Ballet Folklórico Nacional, Vicho Echeverría y Americanta de Paraguay, las Hermanas Vera, Los Alonsitos, Néstor Acuña, Los Núñez, Luiz Carlos Borges, Ramón Ayala, Mario Bofill, Litto Nebbia (uno de los “foráneos” de este año) y decenas de cantores y músicos de la región del NEA y de los países vecinos. Hubo homenajes a Cocomarola en el centenario de su nacimiento, a Pocho Roch y a Marilí Morales Segovia, una escritora que mucho tuvo que ver con la recuperación de esta fiesta.
La fiesta del chamamé es, de los festivales muy grandes, el menos conocido en Buenos Aires; pero a fuerza de transmisiones televisivas y constancia en un espíritu que pone a la música litoraleña como eje, crece sostenidamente. Esta vez, el Ministerio de Cultura hizo su aporte con su Ballet Folklórico Nacional y con la presencia de su Secretario de Patrimonio Cultural Marcelo Panozzo. Es que, probablemente, si las gestiones tienen buen éxito, cuando se abra la fiesta número 29, el chamamé habrá sido declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, un galardón para un género musical que por ahora sólo tiene el tango en nuestro país.