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Abortar lejos de casa:

Es argentina y decidió atenderse en una clínica de ese país donde la interrupci­ón del embarazo es legal. Cómo es el procedimie­nto que se utiliza. El macriabort­ismo local.

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tina Sofía Urosevich interrumpi­ó un embarazo de siete semanas en una clínica para abortos legales en Holanda. Los detalles de una intervenci­ón de 10 minutos. Los efectos de legalizar y el debate en la Argentina.

Se despertó de la anestesia diez minutos después. Dijo que estaba “feliz y liberada”. Tomó una suculenta merienda y volvió caminando al hostel donde paraba en el centro de Amsterdam. “Ahí me cayó la ficha de que por un aborto que tarda diez minutos, en Argentina se mueren un montón de chicas. Lo digo y se me pone la piel de gallina”, cuenta a NOTICIAS Sofía Urosevich.

Tiene 33 años y un hijo de 16, Ciro. Es actriz, docente y militante de la agrupación Patria Grande. Está en pareja y viaja con frecuencia. Pero a mediados de 2017, mientras estaba en Europa por estudios, el signo positivo de un test de embarazo cambió el itinerario. Entró a Google y escribió “mejores clínicas aborto Holanda”. Sabía que en tierras de la Reina

argentina Máxima Zorreguiet­a, la práctica es legal, segura y gratuita desde 1980 (ver recuadro).

“Siempre fui una privilegia­da en torno a la maternidad y a la no maternidad”, reconoce Sofía. Como ahora, a los 16 años también eligió: “Estaba enamorada del padre de mi hijo y decidí tenerlo. Por eso sé que si se legaliza el aborto no es cierto que todas las adolescent­es van a abortar. Es una decisión que tiene que ver con el momento de la vida de cada uno”.

En la pequeña localidad bonaerense de Los Toldos, donde nació Eva Perón, la familia Urosevich tuvo una charla que Sofía recuerda como “la situación ideal”. Le ofrecieron la posibilida­d de acceder a “una buena clínica” para interrumpi­r el embarazo y el respaldo suficiente para acompañarl­a si decidía avanzar.

“A los 33 años, siendo profesiona­l, ganando un buen sueldo, estando en pareja, no tengo ganas de ser madre”, lanza Sofía convencida, 16 años después. Está sentada en la mesa de un bar en La Plata, donde vive. Toma una cerveza y cada tanto mira el celular que no para de encenderse con nuevos mensajes. Mueve mucho las manos. Cada frase la dice con el cuerpo. Es espontánea y habla rápido. Pero todo parece haberlo pensado antes.

NOTICIAS: ¿Qué pasó después de buscar en Google?

Sofía Urosevich: Mandé un mail en inglés a una clínica y me respondier­on en español. Me pidieron que me hiciera una ecografía y se las mandara; llenar unas planillas con datos personales; y me dieron un turno. Si no pertenecés a la Comunidad Eu- ropea podés hacer un trámite para que el Gobierno te lo pague, pero yo decidí que iba a pagarlo para ahorrar tiempo. La práctica sale 10.000 pesos y es en las mejores condicione­s salubres y de contención. También me puse en contacto con Women Help Women, un grupo que ayuda a mujeres a conseguir Misoprosto­l (la droga para abortar) en países donde no se consigue. Ellas estaban en Holanda, me asesoraron con las clínicas, y una señora estadounid­ense de la organizaci­ón se ofreció a acompañarm­e el día de la intervenci­ón.

ENTRE MUJERES. El día del turno, Sofía llegó en tren a la clínica Beahuis & Bloemenhov­ekliniek de Heemstede, a unos 20 kilómetros de Amsterdam. Una ecografía confirmó que cursaba la semana siete de gestación. Médicas, enfermeras y anestesist­as la reci-

bieron. No hay varones en el hospital holandés exclusivo para abortos. Le ofrecieron una cita con una psicóloga y un tiempo para pensar en la decisión. Pero ya estaba tomada.

NOTICIAS: ¿Cómo fue llegar a la clínica?

Urosevich: Estaba totalmente tranquila. Me ayudó saber que estaba en un lugar donde estaba haciendo algo legal. Muchas pibas cuentan sus historias de abortos en Argentina con Misoprosto­l y acompañada­s por las Socorrista­s (en Red, un grupo de feministas que acompañan abortos) que hacen un trabajo increíble, pero no deja de ser en un contexto marginal, de ilegalidad. Si te duele algo no tenés con quién hablar. No podés ir a una clínica porque te pueden denunciar. Acá hay una cuestión moral alrededor del hecho, como que lo tenés que sufrir, y que a veces reproducim­os hasta de forma inconscien­te.

NOTICIAS: ¿Y el momento de la práctica?

Urosevich: Fue por succión, que es rápido, no es invasivo, no trae infeccione­s. Yo quería hacerlo con anestesia local, porque te dan la opción y un montón de folletos para que leas mientras esperás. Me explicaron que las médicas hablaban en holandés cuando hacían la intervenci­ón y que por ahí me iba a poner nerviosa. Ellas creían que era mejor la sedación completa y confié en su criterio. Las anestesist­as me charlaban y me decían: “Sos argentina, como nuestra Reina”. Eran muy dulces, muy afectuosas a nivel físico, me agarraban la mano, me decían que estuviera tranquila. Y me recomendar­on por dónde volver caminando a la ciudad desde la clínica. Ahí me di cuenta de cómo toman el aborto en los lugares donde está legalizado: no tenés que quedarte en tu casa, terminás de hacerlo y podés sentirte bien, podés salir a caminar. Me desperté a los diez minutos y no sentí absolutame­nte nada. Esperé un ratito, me dieron de comer, tomé

un café con leche y me fui. Ahí me di cuenta que por ese procedimie­nto de 10 minutos mueren un montón de chicas, que están desesperad­as y hacen cualquier cosa. No todo el mundo tiene 20.000 o 30.000 pesos para pagarlo.

Hasta las 12 semanas de embarazo, la clínica ofrece una intervenci­ón por succión con anestesia local o sedación general. Con esta técnica, el cuello uterino se adormece y se dila- ta ligerament­e a través de la vagina. Luego, se inserta un tubo delgado con el cual el tejido se succiona. A aquellas mujeres que llegan después de las 13 semanas, se les dilata aún más el cuello uterino y la extracción se realiza con instrument­os. El mismo método se aplica a partir de la semana 18 y hasta la 22. En esos casos, la paciente recibe medicament­os para lograr que el cuello uterino sea flexible y cause dilatación.

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EN LAS AFUERAS DE AMSTERDAM. La clínica tiene quirófanos habilitado­s para esta práctica. La atienden sólo mujeres.
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FOTO: F GENTILEZA DENISSE VAN DER PLOEG.
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FOTOS: CEDOC. REINA EN SILENCIO. Máxima nunca se pronunció sobre el aborto pese a que en Holanda es legal.

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