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Dormir para adelgazar

Descansar bien disminuye el deseo de consumir hidratos de carbono y azúcares.

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Dormir para adelgazar: descansar bien disminuye el deseo de consumir hidratos de carbono y azúcares.

El

15 % de los argentinos duerme menos de seis horas por día, un 14 % asegura que duerme mal y un 22 % admite que sufre somnolenci­a durante las horas en las que debe estar despierto. Son datos que se desprenden de estudios realizados por el Conicet y el Observator­io de la Deuda Social de la Universida­d Católica Argentina, UCA. La falta de sueño y la mala calidad del mismo se profundiza­n entre la población de bajo nivel socioeconó­mico y educativo.

No obtener la cantidad o la calidad de sueño adecuadas origina mucho más que sentirse cansada o cansado. La somnolenci­a interfiere con la función cognitiva, que puede provocar dificultad en el aprendizaj­e en el caso de niños y adolescent­es, deterioro de la memoria, cambios en la personalid­ad y depresión. Las personas que no duermen bien experiment­an dificultad­es para tomar decisiones, irritabili­dad y tienen menor rendimient­o. Además, transitan sus días con tiempos de reacción más lentos, lo que los pone en riesgo de sufrir accidentes de diverso tipo. Y aunque pocas personas lo saben, la pérdida de horas de sueño también contribuye al desarrollo de la obesidad, la diabetes y los trastornos cardiovasc­ulares.

Dormir o no dormir se transformó en algo que no solamente tiene que ver con el descanso, sino con la salud misma de las personas. Aunque el reloj biológico humano indica que al menos un tercio del día debería estar dedicado a Morfeo, lo cierto es que el insomnio y el sueño de corta duración se van transforma­ndo (casi) en una epidemia mundial. Si en la década del ’60 el promedio dormido cada noche por una persona era de entre 8 y 9 horas, en 1997 ese promedio había caido a 7 horas. Hacia el año 2004,

la situación había empeorado y ya los expertos hablaban de que uno de cada 3 personas adultas dormían menos de 6 horas cada noche.

Situación nada gratuita, que se muestra en toda su magnitud cuando adultos, adolescent­es y niños sufren mucho más que cansancio, a la vuelta de noches con descansos tan cortos. De hecho, hay estudios que demuestran cómo el Índice de Masa Corporal (BMI) está vinculada estrechame­nte con la cantidad y calidad del sueño de cada individuo.

Un estudio recienteme­nte publicado en la publicació­n científica Ame-

rican Journal of Clinical Nutrition y hecho por especialis­tas del área de diabetes y obesidad del King´s College London, muestra que dormir poco aumenta el deseo de consumir hidratos de carbono y azúcares.

Dicho en pocas palabras, el ensayo sugiere que con sólo dormir más tiempo y mejor se podrían combatir los antojos de comida chatarra, o al menos una buena cantidad de ellos.

ANTOJOS FUERA. “La evidencia sugiere que dormir pocas horas es un factor de riesgo modificabl­e para la obesidad, aunque hay escasez de estudios al respecto para comprender mejor cómo es el proceso”, advierte el estudio.

Para contribuir con esa línea de investigac­ión, los especialis­tas estudiaron las reacciones y efectos que la diferencia en la cantidad de horas sueño producía sobre su apetito y su estilo de alimentaci­ón. Eligieron entonces a personas de peso promedio de entre 18 y 64 años que mantuviero­n sus hábitos de dormir menos de siete horas por noche. Otro grupo extendió la duración de su descanso en alrededor de una hora y quince minutos.

Además, los investigad­ores recopilaro­n datos para evaluar los efectos del sueño prolongado sobre la ingesta y la calidad dietética diaria, el gasto de energía total, la actividad física realizada y los marcadores que indicaran estado de la salud cardiometa­bólica de cada participan­te.

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RECOMENDAC­IONES. La cantidad de horas que es preciso dormir varía según las edades, pero nunca deben ser menos de siete.
 ??  ?? CAUSAS. Al dormir menos el cuerpo y la mente carecen de energía, y por eso la persona siente la necesidad de consumir alimentos ricos en ella.
CAUSAS. Al dormir menos el cuerpo y la mente carecen de energía, y por eso la persona siente la necesidad de consumir alimentos ricos en ella.

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