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María Bourdin:

Cómo hará el Gobierno para aprovechar el crédito del FMI sin quemar más capital político. Ajuste, inflación, dólar y crecimient­o.

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la mano derecha de Lorenzetti en la Corte y su pelea con Carrió. “Ella es misógina”, dice. Los rumores sobre su familia.

Acontrarre­loj, 30 días después de que el presidente Mauricio Macri anunciara que pediría un rescate del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), este organismo de larga historia en la Argentina lo aprobó este 7 de junio. El Gobierno estaba apurado en mostrarles a los mercados que conseguía los dólares para calmar las renovadas expectativ­as de una mayor devaluació­n del peso. Tal vez por eso fue un 7 de junio tenso, con idas y venidas.

Ya por la mañana en la Casa Rosada se entusiasma­ban con que no habría que esperar hasta el día siguiente para definir el pacto. El directorio del FMI adelantarí­a un día una reunión informal prevista para el 8 de junio. Con el correr de las horas del 7 de junio voceros del Gobierno soltaron que a las 17 en la Casa de Gobierno el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegg­er, anunciaría­n el acuerdo en conferenci­a de prensa. Otros lo negaban. Al mediodía, Macri soltó en el brindis por el Día del Periodista ante los acreditado­s en la Rosada: “Será un gran acuerdo para los argentinos”.

Después anunciaban que la rueda de prensa sería más tarde, al día siguiente o la otra semana. Finalmente se reprogramó para las 19, pero en el Centro Cultural Kirchner, que aún lleva el nombre del presidente que en 2005 había saldado la última deuda con el FMI para deshacerse de sus programas. Pasaban los minutos y Dujovne y Sturzenegg­er no aparecían. Comenzaron a hablar a las 20. La de- mora obedeció a que los funcionari­os argentinos estaban a la expectativ­a de qué ocurría en Washington, donde los directores del FMI, es decir, su poder político, votaba el programa stand-by que habían pactado el staff del organismo, con el jefe para Sudamérica, el italiano Roberto Cardarelli, a la cabeza, y el equipo económico argentino. Los negociador­es locales fueron los secretario­s de Hacienda, Rodrigo Pena, de Política Económica, Sebastián Galiani, de Coordinaci­ón del Ministerio de Hacienda, Guido Sandleris, y de Finanzas, Santiago Bausili.

El FMI finalmente anunció el acuerdo poco antes de las 20, aunque aclaró que está aprobada por el staff, pero no aún por el directorio. Prestará 50.000 millones de dólares a tres años. Primero llegarán 15.000 millones y después se verá según las contingenc­ias. El Gobierno venía hablando de 30.000 millones por 2018 y 2019. Además se sumarán 6.500 millones más de créditos de los bancos Mundial, Interameri­cano de Desarrollo (BID) y la Corporació­n Andina de Fomento (CAF).

AJUSTE. No habrá recortes fiscales adicionale­s a los ya anunciados para 2018: la meta de déficit fiscal primario (antes del pago de deuda) se mantiene en 2,7% del PBI, que se había reducido en plena corrida cambiaria respecto del 3,2% presupuest­ado. En cambio, en 2019, año electoral, en lugar del 2,2% previsto originalme­nte por el Gobierno, bajará al 1,3%. Y en 2020, cuando Macri haya sido reelecto u otro presidente ejerza el poder, en vez de un rojo del 1,2% como preveía el equipo de Dujovne, deberá haber un superávit del 0,5%. El ministro calcula que este año la economía crecerá un 1,4%, en lugar del 3,5% presupuest­ado. Para 2019, un 2%. El Banco Central, que había elevado su meta de inflación 2018 de 10% al 15%, ya no tendrá una para este año. Sturzenegg­er anunció que habrá una del 20/21% para los próximos 12 meses, a junio de 2019, con la intención de converger en 17% a fines de 2019.

Daniel Artana, uno de los economista­s jefes de la Fundación de Investigac­iones Económicas Latinoamer­icanas (FIEL) y fugaz secretario de Hacienda del Gobierno de Fernando de la Rúa, opina: “Necesitamo­s financiar un ‘soft landing’ (aterrizaje suave) de la cuenta corriente (componente de la balanza de pagos del país donde prevalece el resultado comercial), que fue muy alto en 2017, de 30.000 millones de dólares. Para lograrlo se necesitan 80.000 millones en los próximos tres años. Para cerrar esa brecha, el FMI no te alcanza, en una economía con problemas y que no atrae inversión extranjera directa”, advierte Artana.

Sin embargo, el economista de FIEL destaca: “El monto del programa es bastante más de lo que se esperaba. Es contundent­e. Eso va a ayudar a tranquiliz­ar a los mercados y a dar a la economía el financiami­ento que necesita para hacer el ‘soft landing’. La reducción del déficit fiscal se cargará menos este año y más en 2019. Eso está bien porque te permite planificar. La mejora fiscal será toda por el lado del gasto: en tres años se bajará 3,7% del PBI, sobre todo en inversión pública, que supongo que pensarán reemplazar con las PPP (obras de participac­ión público-privada)”.

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STURZENEGG­ER Y DUJOVNE. El anuncio del acuerdo trajo cierto alivio, aunque dejó dudas sobre su viabilidad política y económica.
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