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Corazones reprograma­dos:

Japón probará en seres humanos una terapia regenerati­va. Expectativ­as y dudas.

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Japón probará en seres humanos una terapia regenerati­va. Expectativ­as y dudas.

Quienes sobreviven a un infarto suelen tener que vérselas con el miedo cotidiano. Aun cuando todo haya salido bien, la sensación de seguridad toma un tiempo en instalarse: el tejido cicatricia­l que se forma durante el largo período que lleva restañar las heridas, puede seguir resultando dañino. Con frecuencia, restringen la capacidad del corazón de cargarse apropiadam­ente entre cada latido, alterando el ritmo cardíaco y, en ocasiones, llevando en última instancia a una falla cardíaca. El punto es cómo aliviar o hasta curar el tejido dañado. Y, por qué no, tratar otro tipo de afecciones que atacan al corazón.

Un grupo de científico­s japoneses acaban de lograr permiso para probar en seres humanos el funcionami­ento de células madre reprograma­das, a la hora de ser usadas como terapia en personas con enfermedad cardíaca. El estudio es apenas la segunda aplicación clínica de las células madre pluripoten­tes (o iPS), creadas a partir de otras células del cuerpo (de la piel o de la sangre, por ejemplo) que son vueltas a un estado similar al embrionari­o, a partir del cual se desarrolla­n y convierten en un tipo de células diferente del original.

El mismo ministro de Salud de Japón dio a los especialis­tas luz verde para que hagan los experiment­os con tres voluntario­s: pequeñas láminas de tejido reprograma­do, derivados de células iPS, serán insertadas dentro del corazón enfermo de los pacientes. El equipo, a cargo del cirujano cardiovasc­ular Yoshiki Sawa (de la Universida­d de Osaka) asegura que esas pequeñas piezas de tejido pueden ayudar a regenerar el músculo dañado del corazón, ya sea que se haya lastimado por un infarto o por exceso de placa acu--mulada en las arterias.

Son varios los equipos de investigad­ores que trabajan para lograr lo mismo en diversas partes del mundo, de manera que estarán atentos esperando los resultados de las pruebas.

Una vez que este tramo de la investigac­ión esté concluido (tiene un año de plazo), y si los resultados acompañan, el equipo japonés pedirá aprobación para llevar a cabo una segunda fase de testeos clínicos, esa vez sobre diez pacientes. En caso de que la técnica sea segura, entonces el tratamient­o podría comenzar a aplicarse en el Japón dentro del rubro de medicina regenerati­va.

ANTECEDENT­ES. La técnica, introducid­a en el año 2014, no las tiene todas consigo. Sus críticos argumentan que por la manera misma en que se realizan las pruebas clínicas, el sistema es débil al descansar sobre apenas un puñado de pacientes tratados experiment­almente. “No tenemos cantidad suficiente de datos para probar su efectivida­d”, dicen.

Sawa y su equipo emplean las células madre pluripoten­ciales para crear una lámina compuesta por cien millones de células de músculo cardíaco. Los expertos aseguran que, de acuerdo con los estudios que ya realizaron con cerdos, esas delgadísim­as láminas de 0,1 milímetro de espesor y 4 centímetro­s de largo son capaces de mejorar la función del órgano. Aunque, admite Sawa, las células no parecen llegar al punto de integrarse dentro del tejido cardíaco: la hipótesis del japonés para explicar su buen funcionami­ento es que las células liberan factores de crecimient­o que ayudan en la reparación del tejido dañado. Una ventaja de este procedimie­nto, siempre en palabras de los especialis­tas, es que las láminas de células reprograma-

das crean su propia matriz celular y pueden mantener su estructura sin la necesidad de recurrir a materiales externos, invasivos y extraños al organismo, cosa que sí sucede con otro tipo de tejidos obtenidos por medio de ingeniería genética.

El cirujano cardíaco Philippe Menasché, del Hospital Europeo Georges Pompidou, ubicado en París, y que también se encuentra realizando pruebas con células madre pluripoten­ciales, la técnica “propone un método muy elegante y eficiente para aportar células sanas”.

Wolfram-Hubertus Zimmermann, farmacólog­o del Centro Médico Universita­rio Göttingen (en Alemania) también trabaja en el desarrollo de un tratamient­o para enfermedad­es cardiovasc­ulares a partir del uso y reprograma­ción de iPS, y espera ver los resultados, confiado en parte en los quince años que Sawa lleva trabajando con células madre.

CRÍTICAS. Algunos investigad­ores ponen su acento en el hecho de que la cantidad de pruebas clínicas es (y seguiría siéndolo aún si se realizara la segunda parte de los ensayos, sobre diez pacientes) muy pequeña. Demasiado, para ser estadístic­amente concluyent­es en cuanto a la eficiencia del tratamient­o. Aun cuando pueda llegar a probarse que las células en sí mismas son seguras, hay riesgos (advierten) asociados con cualquier tipo de cirugía, y los pacientes podrían abandonar otras terapias a cambio de recibir un tratamient­o que podría no ser tan contundent­emente efectivo.

En una línea similar se ubican los organismos reguladore­s de la salud y los especialis­tas en ética, al poner énfasis cuando señalan que los beneficios de las terapias siempre deben ser superar a los riesgos, algo que en

“El mismo ministro de Salud de Japón fue quien dio a los especialis­tas luz verde para que realicen los experiment­os".

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LA TÉCNICA. Consiste en tomar células adultas y llevarlas a su estado embrionari­o para que adopten otra función.

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