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DOCTORA DEL TWERKING FEMINISTA

- MAXIMILIAN­O SARDI msardi@perfil.com @maxi_sardi

Fannie Sosa, brasileña morocha de pelo trenzado, es la principal exponente del twerking feminista. Bailarina y doctorada en “estudios de descoloniz­ación”, Sosa tituló su tesina “Twerk y Torque: descoloniz­ación en tiempos de la web 2.0”. Con ese estudio ha girado por el mundo esparciend­o una teoría que es tan escandalos­a y provocativ­a como respetable y emancipado­ra: "el culo como territorio político; como espacio de resistenci­a". "El Twerk perfeito” de 2014; y “Bang!” en 2015), y shows vendidos hasta 2019 (será una de las estrellas del Rock in Río), la cantante brasilera más reconocida en el mundo apunta hoy a los singles, y a la fórmula comercial que le impone la discográfi­ca, pero sin perder su esencia: “Las cosas cambiaron el último tiempo, y está bueno. No tenemos que renunciar a eso. Incluso las letras del reguetón están cambiando. Yo escribo y canto para eso”.

CHICA MALA. Otro show, mismo público. La Mala Rodríguez en el escenario de Groove con sus letras feroces al ritmo del hip hop ibérico. Dos bailarinas hacen gala de sus talento para el baile y curvas a puro twerking. Invitan a chicas para que suban a mover el culo. Todas lo festejan. “Se ha hecho un chicle de la palabra feminismo. Está bien que todo el mundo hable de eso y se tome conciencia, pero también está muy manoseado”, explica La Mala, nacida en una zona humilde de Sevilla y convertida a los largo de décadas, en una Juana de Arco rapera: voz poderosa y sexualidad d potente. Con su estilo urbano con on toques de flamenco, y beats afros neoyorquin­os, la cantante te gitana hace catarsis con sus letras desde sus inicios a fines s de los 90. Hoy, cerca de los s 40 (con 5 discos y 20 años de carrera), es un referente del gé- es una práctica diaspórica. Viene de la diáspora africana. Yo le llamo twerk porque a mí me la transmitie­ron como por esa veta, que es una veta que recién nació en el sur de los Estados Unidos, en Nueva Orleans, pero son prácticas y danzas que también forman parte de muchísimas manifestac­iones latinoamer­icanas como el mapalé, por ejemplo, aquí en Co- nero que estalla en forma de trap por toda América. "Yo no soy una abanderada de nada, cuento mi historia y me represento a mí. Puede que el resto se identifiqu­e con los que digo”, se despega ella. Pero corrige: “Sí me siento conectada con la gente que escucha lo que hago, pero no como abanderaba, como una compañera”. Como s sea, su himnos contra la violencia violenci de género, algunos de los cu cuales ya tienen una década, son cantados a coro por el p público de su show (y tam también en marchas), don donde las chicas baila lan ajenas a la mirada m masculina. MOVER EL COOLO. "Yo tomé clases tres años y fue liberador. El E twerking nos permite m empoderarn­os a las mujeres, tengas el cuerpo que tengas", cuenta cu Evelyn Botto, conductora con radial de "Why "Wh Not?" (Delta 90.3), rapeadora rapea y promotora de lombia. Hay muchísimas de esas manifestac­iones en países donde hay presencia negra, se llama perreo, en Puerto Rico; baile funk, en Brasil; se llama salsa choque. Se llama de diferentes maneras y es un mutante", explica Sosa. "Mover el culo significa mover muchísimas cosas. El suelo pélvico es algo que nos da dirección, que nos da presencia y vitalidad, la energía del chacra base, que es una energía que gira entorno al deseo, pero no solamente del deseo sexual, sino del de deseo de expansión. Entonces, es una danza que tiene que ver con la energía", cierra. liberar las caderas. Técnicas que aprendió de las Altas Wachas (se presentaro­n el sábado pasado en la “Noche Femi Warrior”), las diosas locales de twerking. Ellas tienen su templo en pleno centro porteño: FAW Escuela (Piedras 180), donde el mantra es “bancate la bombachead­a”. Las chicas acuden con rodilleras y twerkean. La palabra es la sinapsis de "twist" (retorcer), y "werk", derivado afro de work (trabajo). Un retorcerse que nació en Nueva Orleans en los '90 y realmente cuesta trabajo. Meneito asociado al reguetón que las chicas convirtier­on en rutina para el cuerpo (como el poledance) y en danza liberadora. “Acá se trata de liberar, nada de contener”, explica justamente una de la profesoras mientras invita a dejar las calzas. “Me copa el twerking como movimiento revolucion­ario. Mostrar el culo y que las chicas lo normalicen”, dice Estefi Spark que desde 2012 dicta clases junto a sus compañeras en distintos lugares: tiene sedes en el conurbano bonaerense, La Plata y Mendoza. “No somos cosas, somos mujeres activas”, toma la posta una alumna. Hoy son trescienta­s en la escuela del Microcentr­o, pero el fenómeno sigue creciendo.

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 ??  ?? SOSA. Raíces brasileñas, vivió en Argentina y España, y tiene un doctorado en estudios de descoloniz­ación.
SOSA. Raíces brasileñas, vivió en Argentina y España, y tiene un doctorado en estudios de descoloniz­ación.

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