Nicolás Dujovne:
cómo es por dentro la casa que el ministro declaró como un terreno baldío. Los documentos.
Llaman la atención las canas, las ojeras y las arrugas que asoman en el pelo y el rostro de Mauricio Macri desde que es Presidente. Su pérdida de peso, su presencia física de mayor fragilidad. Y no es el único, los mismo le ha pasado a Barack Obama, y a hasta a Donald Trump ahora mismo. No es mucho lo que la ciudadanía suele saber sobre el verdadero estado de la salud de presidentes, pero lo que sí puede apreciar a ojo desnudo es un decaimiento que se acentúa según el tiempo.
Una teoría dice que por cada día en el cargo, un presidente o ¡en- vejece dos días. El estudio científico que la plantea, publicado en British Medical Journal reabre la pregunta. Los autores de la investigación compararon líderes de 17 países con los aspirantes a presidentes que habían perdido las elecciones. Y así fue como llegaron a la conclusión de que ganar una elección cuesta casi tres años de vida.
Liderar un país “no parece ser aconsejable desde el punto de vista médico, hay un riesgo posible de mayor mortalidad”, explica Anupam Jena, de la Facultad de Medicina de Harvard, supervisor del ensayo. Los líderes que ganan suelen ser más propensos a morir a una edad más temprana que los perdedores, aunque también está el ejemplo de Jimmy Carter, que a los 91 años acaba de sobrevivir a un cáncer. El estrés deja huellas: desde las menos graves como canas, arrugas, contracturas, problemas en las cuerdas vocales; hasta las más serias, como hipertensión, pérdidas o aumentos de peso y trastornos cardiovasculares. Tener poder se cobra peaje.