Chicas superpoderosas:
De Anitta y La Mala Rodrígez al boom local del twerking como fenómeno feminista. A mover las caderas para exorcizar dogmas.
de Anitta y La Mala Rodrígez al boom local del twerking como fenómeno feminista. A mover las caderas para exorcizar dogmas.
Envuelto
en un minishort rojo, una cula en primer plano se contonea por las calles de Vidigal, una de las favela más populares de Río de Janeiro. Y suenan los primeros acordes de "Vai malandra" (Vamos chica mala), en el video dirigido por el fotógrafo estadounidense Terry Richardson, hoy depuesto por la industria a causa de las acusaciones de abuso (al estilo Harvey Weinstein).
La que canta, y la dueña de esa cola que se exhibe sin esconder celulitis ni las estrías, es Anitta, la superestrella pop brasileña que se presentó esta semana en Buenos Aires (el martes en el Teatro Vorterix con entradas agotadas). El video, hit mundial del verano pasado, ya acumula más de 270 millones de reproducciones, y es el mayor éxito en la historia de la música popular del Brasil.
Pero además es foco de estudios culturales: en época de revoluciones feministas, Anitta es abanderada de una mujer liberada y sin complejos. Si el cuerpo de la mujer fue convertida en objeto por la mirada machista, "el culo vivo de Anitta con celulitis y sin Photoshop es sujeto y no objeto", defiende la escritora brasileña Ivana Bentes. "Es la aparición de un feminismo viril y a la vez femenino. La masculinidad y la virilidad pueden ser apropiadas y transformadas por las mujeres", explica Bentes.
BOOM ANITTA. Nacida hace veinticinco años en Río de Janeiro bajo el nombre de Larissa de Macedo Machado, Anitta es la primera brasileña en ingresar al Top 10 de la revista estadounidense Billboard, y al Top 20 de Spotify a nivel mundial (todo gracias a "Vai malandra"). Las nena que empezó a coquetear con la música a los 12 años imitando a Britney Spears frente a un espejo, hoy sueña con ser la próxima Rihanna o Beyoncé. Como ellas, con una mezcla de funk, pop y hip hop, pero les suma su cuota brasilera de samba y reguetón, y algo del mensaje feminista que resuena más fuerte en el trap. "Anitta usa la negritud cuando le conviene",
acusa la activista brasilera Stephanie Ribeiro en su popular columna #BlackGirlMagic que se publica en Blogueirasnegras.org. "Nadie es totalmente blanco en Brasil", contesta la cantante, a la que acusan de hacer bandera de una etnia que no le pertenecen (poses o peinados de los negros), mientras se blanquea cada vez que camina a los mercados del norte: acaba de presentarse en los premios Miaw de MTV para interpretar su sencillo “Paradinha” (en el que suena a Shakira), que acumula otros 263 millones de views. “Indecente” su último corte, donde se la ve más rubia, va por los 35 millones de vistas, pero las expectativas son que pase los 200 millones como también lo hizo “Downtown” (donde canta con J Balvin), con el que Warner Music la unió para su salto al mercado Estadounidense.
PODEROSAS. Son muchas las voces en contra de Anitta. Pero miles también las que están a su favor y la consideran una personificación de un nuevo y desacomplejado feminismo. El mensaje de empoderamiento fem de Anitta no es un invento y la acompaña desde su salto a la fama en 2013 con “Show das Poderosas” (143 millones de views), cuyo clip rendía tributo al de Beyonce “'Single Ladies” (Put a ring on it). “De pequeña veía los videos de Beyoncé y pensaba en algún día ser como ella. La veía y me impresionaba, y me propuse lograr a ser la versión latina”, confiesa Anitta a la revista Veja. “Lo que Beyonce, Jlo y otras hacen, es mostrar que las mujeres también queremos expresar nuestra sensualidad sin estereotipos”, explica. “Lamentablemente en Latinoamérica todavía hay mucho machismo y eso no permite que las mujeres se puedan expresar libremente. Si usas minishort y escuchas reguetón estás mal, y te tildan de puta. Por eso quiero que las mujeres se liberen con mi música”, se embandera Anitta. Con tres discos editados (“Anitta” de 2013; “Ritmo